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La Navidad se acercaba rápidamente al escondite de la Liga de Villanos, y con ella, el inminente desafío de Dabi: conseguir los patines que Astra había pedido a Santa Claus. Mientras el resto de la Liga se ocupaba de sus propios asuntos, Dabi estaba sumido en una búsqueda desesperada por hacer realidad el deseo de su hermana pequeña.
La mañana estaba fría y nublada cuando Dabi salió al mundo exterior, dispuesto a encontrar los patines que Astra había visto en una tienda de deportes y que había mencionado con tanto entusiasmo. Sabía que conseguir algo así no sería fácil, especialmente en una ciudad donde la mayoría de los comercios estaban diseñados para personas que no estaban en la vida del crimen.
Dabi caminaba por las calles de la ciudad, observando las vitrinas de las tiendas con atención. Cada tienda que revisaba parecía tener todo menos lo que él necesitaba. Los patines que Astra había pedido eran de una marca muy popular y, por lo tanto, bastante difíciles de encontrar. Mientras avanzaba, pensaba en la ilusión de Astra al mencionar a Santa Claus, y cómo su deseo de patines había iluminado su rostro.
Después de un par de horas buscando en distintas tiendas y revisando varios centros comerciales, Dabi comenzó a perder la esperanza. No había tenido suerte hasta el momento, y su frustración crecía con cada tienda que visitaba. Se preguntaba si había alguna otra forma de conseguir los patines sin tener que recurrir a métodos más drásticos.
Finalmente, cuando estaba a punto de rendirse, Dabi recordó un pequeño local de segunda mano en una zona no muy transitada de la ciudad. Había pasado por allí una vez y lo había olvidado, pero de repente le pareció una opción viable. Decidido a no volver a casa sin al menos intentarlo, se dirigió hacia el local con la esperanza de encontrar alguna solución.
El local estaba lleno de artículos variados y polvorientos, desde ropa usada hasta objetos antiguos. Dabi recorrió los estantes con rapidez, buscando cualquier signo de patines. En una esquina, encontró una caja de patines usados. No eran los nuevos y relucientes que Astra había visto, pero podría ser una solución provisional.
Al inspeccionar más de cerca, Dabi se dio cuenta de que había un par de patines de cuatro ruedas que, aunque no estaban en perfecto estado, aún eran funcionales. Se preguntó si podrían arreglarse un poco para que Astra pudiera usarlos.
Con el par de patines en mano, Dabi se dirigió hacia el mostrador donde el dueño del local estaba leyendo un periódico. Hizo el intercambio rápidamente, pagando una cantidad razonable por los patines. Aunque no eran exactamente lo que había imaginado para Astra, estaba decidido a hacer que fueran perfectos para ella.
Cuando regresó al escondite, se encontró con Astra en el área de juegos, aún emocionada por la llegada de la Navidad. Dabi la miró con una mezcla de cariño y preocupación mientras sacaba los patines de su bolsa.
— ¡Mira lo que encontré! — exclamó Dabi, tratando de ocultar su agotamiento y nerviosismo.
Astra corrió hacia él, sus ojos brillando al ver los patines. — ¡Son patines! ¡Son los que vi en la tienda!
