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La noche estaba en su punto más profundo cuando Dabi se despertó de golpe, sintiendo que algo andaba mal. Sus sentidos estaban alerta, su instinto agudizado por años de vivir en el borde del peligro. Se incorporó rápidamente, su mirada volando hacia Astra, quien dormía en su colchón cercano.
Pero no todo estaba bien.
Astra, que normalmente respiraba de manera tranquila y rítmica, ahora estaba agitada. Su pequeño pecho subía y bajaba con esfuerzo, y cada respiración parecía un reto para ella. Dabi sintió un frío recorrer su columna al darse cuenta de que algo andaba muy mal.
─ Astra... ─ susurró con un nudo en la garganta, acercándose a ella rápidamente.
La niña no respondió, pero su respiración se tornó más dificultosa, su pecho emitiendo un sonido sibilante que resonaba con cada inhalación. Dabi la levantó en sus brazos, su corazón latiendo con fuerza al sentir lo caliente que estaba su cuerpo. Astra entreabrió los ojos, susurrando algo ininteligible mientras sus pequeñas manos se aferraban débilmente a la camisa de Dabi.
─ Shh... tranquila, pequeña. Estoy aquí... ─ murmuró, tratando de mantener la calma mientras la acunaba contra su pecho.
El pánico se apoderó de él. Era evidente que la niña estaba enferma, muy enferma. El frío intenso de los últimos días había sido demasiado para su cuerpo frágil, y ahora parecía que sus pulmones estaban sufriendo las consecuencias. Dabi no sabía qué hacer. Él no era médico, y las condiciones en las que vivían no eran precisamente ideales para lidiar con una enfermedad respiratoria.
El sonido de la respiración irregular de Astra resonaba en la silenciosa habitación. Dabi la miró, su mente trabajando a toda velocidad, buscando una solución. No podía llevarla a un hospital; eso sería un suicidio tanto para él como para ella. Pero tampoco podía quedarse allí sin hacer nada.
Con la mandíbula tensa, tomó una decisión. Lo que necesitaba en ese momento era calor y aire puro. La habitación en la que estaban no era adecuada, pero había un lugar que podría servir. Dabi la envolvió en su abrigo, asegurándose de que su pequeño cuerpo estuviera completamente cubierto. Salió de la habitación rápidamente, moviéndose en silencio para no alertar a los demás miembros de la Liga.
Una vez fuera, Dabi se dirigió a la azotea del edificio. El aire de la noche era fresco pero no tan frío como había sido en los días anteriores. Una vez allí, Dabi se sentó con Astra en sus brazos, protegiéndola del aire frío mientras encendía una pequeña fogata con su fuego azul. El calor inmediato del fuego se extendió a través de sus cuerpos, y Dabi ajustó a Astra más cerca de la fuente de calor.
─ Vamos, Astra... respira profundo. Todo va a estar bien ─ le susurró, esperando que el calor aliviara un poco su respiración.
Astra seguía luchando, su respiración todavía dificultosa, pero poco a poco comenzó a estabilizarse. El calor de la fogata parecía ayudar, y Dabi pudo notar un ligero alivio en el ritmo de su respiración. Aunque todavía no estaba fuera de peligro, al menos no parecía estar empeorando.
