𝐋𝐥𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐟𝐫𝐢𝐚𝐬

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Fuyumi se sentó frente a su padre en la sala de estar de la residencia Todoroki, observando cómo Enji, revisaba los informes de su investigación

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Fuyumi se sentó frente a su padre en la sala de estar de la residencia Todoroki, observando cómo Enji, revisaba los informes de su investigación. Su rostro, como de costumbre, estaba serio, pero en los últimos meses Fuyumi había notado algo diferente en su expresión: un aire de preocupación que no había visto antes.

Desde que su padre había comenzado a investigar el paradero de la niña misteriosa, aquella que él creía que era su hija, la relación entre ellos había mejorado. Enji se había vuelto más accesible, más abierto a conversar con ella y sus hermanos, y aunque aún faltaba mucho por sanar, Fuyumi se aferraba a la esperanza de que la familia algún día estuviera unida.

— ¿Cómo va la investigación, papá? — preguntó Fuyumi con suavidad, rompiendo el silencio.

Enji levantó la vista de los papeles y suspiró profundamente, como si estuviera liberando un peso invisible que cargaba sobre los hombros. Se pasó una mano por el cabello, claramente frustrado.

— No es fácil, Fuyumi. No hay muchos rastros de esa niña, solo rumores y algunos avistamientos junto a un villano... Dabi. — Sus ojos se endurecieron al mencionar ese nombre, pero no dijo más. — He intentado contactar con varios investigadores, pero no hemos podido encontrar nada concluyente. No está en Argentina, como me dijeron, pero algo en mi interior me dice que sigue allá afuera.

Fuyumi asintió, entendiendo lo complicado de la situación. Ella misma había tenido sus dudas al principio sobre esa supuesta hija perdida, pero si había algo que había aprendido en los últimos meses, era que Enji estaba decidido a encontrarla, no importaba cuánto tiempo le llevara.

— No tienes que hacerlo todo solo, papá. — Fuyumi le ofreció una sonrisa pequeña pero sincera. — Podemos apoyarte, la familia puede ser más fuerte si trabajamos juntos. Yo... quiero que todos estemos unidos algún día. Ya hemos perdido tanto.

Enji observó a su hija, y por un momento, su mirada se suavizó. Fuyumi siempre había sido un pilar de calma en la familia, el equilibrio que tanto necesitaban en medio del caos. Aunque había cometido muchos errores, sabía que su hija no lo había abandonado, y eso era algo que nunca dejaba de agradecer en silencio.

— Gracias, Fuyumi. — murmuró Enji, con una sinceridad que pocas veces mostraba. — Estoy haciendo todo lo posible para reparar lo que rompí. Sé que es tarde para muchas cosas, pero no quiero rendirme. Encontraré a esa niña y, cuando lo haga, quiero que sepa que tiene un lugar en esta familia, si eso es lo que desea.

Fuyumi asintió con firmeza, apoyando a su padre en su búsqueda. Sabía que no sería fácil, y que había heridas profundas en su familia, pero si alguien podía encontrar la redención y reunirlos, ella creía que Enji podía hacerlo.

Shoto y Natsuo se encontraban en la sala de la residencia Todoroki, la atmósfera cargada de una tensión silenciosa. Desde hacía semanas, los dos hermanos no habían podido evitar hablar de la obsesión de su padre por encontrar a una niña que, según Enji, era su hija perdida. Shoto no sabía qué pensar, pero había una parte de él que sentía que todo esto era otra muestra de lo desquiciado que estaba su padre.

𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐢𝐭𝐨 || 𝐃𝐚𝐛𝐢/𝐓𝐨𝐮𝐲𝐚 𝐓𝐨𝐝𝐨𝐫𝐨𝐤𝐢 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora