Capítulo 18 - Un títere, un pobre, un poeta, un peón y un rey

27 1 0
                                    

Su cara y manos estaban congeladas hasta el punto de no sentir nada más que el resto de su cuerpo tratando de mantener el calor. A pocos metros había una gotera, el único sonido aparte de lo que sucedía allá arriba. Las voces de Jacob y Nataly se habían detenido, o en general cualquier gemido o quejido de dolor. Estaba al borde de la muerte pero sentía que lo merecía. Sentía que Dios estaba en todo el derecho de dejarlo morir por lo que había hecho, incluso lo haría sentir mejor al saber que no hubiera importado si les hubiera dado comida o no, igual todos habrían muerto; pero no fue así.
Polvo de escombros cayó en la cara de Daniel. Lo hicieron despertar de su largo sueño y tuvo una fuerza de pocos segundos para levantarse. Un hueco se abrió entre los escombros, pensando que saldría un rayo de sol pero solo era oscuridad. Era un equipo de bomberos, y escuchaba las voces de sus padres que a este punto no sentía reconocer, había pasado tanto tiempo allí abajo que parecía hasta olvidar su propio nombre y apellido. Más escombro cayó y se movió hacía un lado, intento hablar pero tenía la garganta tan seca que no se sentía capaz de hablar, pero no fue necesario. Una parte del techo de escombros cayó y unos bomberos bajaron para sacarlo. Otros se quedaron abajo para inspeccionar.
Finalmente vio la superficie después de perder la cuenta de cuántos días habían pasado: se había sentido tan eterno que solamente habían pasado 4 días y medio. Se había sentido aliviado, pensaba que había pasado tal vez un mes allí. Pero la cara de terror en sus padres lo hicieron darse cuenta, vio a sus alrededores y estaban los padres de Jacob y Nataly también. Se le hizo un nudo en la garganta que no lo dejaba hablar y se limitó a ver el paisaje de la ciudad. El monstruo seguía atacando y el fuego iluminaba todo desde lejos. La luz se había ido hacia tiempo y el cielo estaba lleno de humo y polvo de escombros de los edificios derrumbados. El titán, que controlaba el frío de alguna manera, había bajado las temperaturas en todo el área, y había anidado allí.
Se oían disparos y aviones de fondo, los habían llevado a todos en un campamento temporal de la FBMA y la UNGCC. Habían heridos, mutilados, amputados, algunos en cama. Muchos de los pacientes necesitaban procedimientos quirúrgicos urgentes o necesitaban oxígeno pero la luz se había ido otra vez, todos estaban a oscuras acompañados de velas. Daniel solo podía recostarse en el regazo de su madre con la cabeza baja en el pecho de esta tratando de recobrar el sentido y la consciencia. Lo describía Daniel como un sentimiento de estar muerto en vida.
Los portasueros temblaban, las camas se movían solas. Rodeados entre edificios destruidos. Daniel oía niños llorando, pero cuando puso atención y subió la cabeza los padres de Jacob y los padres de Nataly habían llegado, les dijeron que sus hijos estaban muertos por inanición al lado de donde estaba Daniel, pero separados por una pared de escombro. Los cadáveres habían sido llevados en bolsas y recogidos por la autoridad de la UNGCC y la FBMA para que más tarde, cuando acabará todo, las familias se los pudieran llevar.
La madre de Daniel se levantó a abrazar a la madre de Nataly, Daniel se quedó en la camilla en silencio y con los ojos abiertos como platos  mirando al vacío. Otro temblor sacudió todo, el monstruo luchaba violentamente contra el ejército estadounidense y el ejército de la UNGCC. Los primeros dos días después del primer ataque el monstruo abandonó la ciudad pero luego había vuelto de manera inexplicable, y ahí fue donde hizo el nido. Cuando el temblor terminó un gran rugido sonó en todo el lugar. Estaban a salvo, o al menos eso los decían los cascos azules, estaban fuera del rango del monstruo pero era imposible de ignorar todos los rugidos y chillidos que hacía.
El campamento se expandía a cada hora. Se construían más carpas y más gente era rescatada.
— Daniel, duérmete, descansa un poco. Nosotros vamos a estar despiertos cuidando de ti — decía la madre de Daniel con una dulce voz.
— D-dónde están Nataly y- ... ¿Dónde están todos?
— No te preocupes por eso, ellos... Ellos están bien.
Daniel se recostó en la camilla de hospital mientras que su madre lo tapaba con cobijas y le ponía la mano en la mejilla. Al ver a todas direcciones veía soldados y científicos acompañados de computadoras y pantallas. Los civiles tenían radios, escuchando atentamente a todo comunicado. Lo último que escucho fue otro rugido de aquel titán antes de quedar dormido.


Godzilla ゴジラ: VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora