Mis migrañas han disminuído para ser un dolor de cabeza leve algo que agradezco, hasta que mi padre aparece por la oficina y las migrañas vuelven.
Golpean la puerta.
—Pase —digo mientras sigo revisando unos papeles.
—Hola hija —cierro los ojos despacio, siento una puntada atrás del ojo y levanto la cabeza.
—Papá ¿A qué se debe la grata visita del señor Kincaid?
—Ya que no nos atiendes, no lees nuestros mensajes y no te comunicas con nosotros, tengo que venir a ver personalmente a mi única hija —lo veo entrecerrando los ojos.
—Yo sigo teniendo una hermana, no creo que te hayas desentendido de tu paternidad.
La última vez que mi hermana estuvo aquí de visita nos dió la noticia, también se las pasó a ellos, mi padre no respondió, mi madre le deseo lo mejor en su futura maternidad y nadas más. Es increíble como esta gente que dicen ser nuestros padres pueden eliminar con tanta facilidad a sus hijos del árbol genealógico cuando no siguen sus reglas, y no solo eso, sinó que son capaces de quitarles cualquier tipo de apoyo.
—No vine a hablar de Alison. Hay una cena de beneficio este sábado, es las 8 p.m en el museo Vincent Van Gogh, el código de vestimenta es el azul para las mujeres y los hombres de blanco —se levanta.
—Mamá se verá hermosa de azul los colores fríos como ella, le quedan muy bien —él se para dándome la espalda y voltea molesto.
—Tienes que ir, eres mi hija.
—Ya no tengo 17 años, y ciertamente estoy bastente lejos de mi veintes.
—Y sigues siendo una solterona que va rumbo a tener una casa vacía a la cual llega y no tiene a nadie para recibirla —ese golpe bajo me dolió.
—Bueno mejor estar solo que tener tres hijos de los cuales renegar de la paternidad porque no hacen las cosas como digo —lo observo—. Por cierto felicitaciones, abuelo ¿De eso también vas a negarla? Ella tiene la vida que con tanta insistencia quierés forzarme a tener.
—Sí, en vergüenza por haberse metido con un cura.
—Ay por favor papá, la mitad de la gente que va a ir a esa cena de beneficio lava dinero, trata mal a sus empleados y limpian de vez en cuando sus pecados soltando unos billetes que disminuye el monto a pagar en impuestos por donar de manera tan "desinteresada y altruista" a la caridad, no es nada a lo que se gastan en esa fiesta pija, donde la ropa que tienen puesta es más cara que lo cheques que firman.
—Irás —sale dando un portazo.
—Espera sentando, Kincaid.
El sábado llega y yo estoy colocándome el azul del código de vestimenta, mientras al llegar veo hombres vestidos de blanco, en sus uniformes, yo estoy por abordar el avión a ver a Laura. Mi madre no ha dejado de llamar y antes del llamado de abordar me entra una llamada de Calum.
—Hola zoquete.
—Imbecil —le respondo.
—¿Vienes a la fiesta?
—Tengo el azul puesto y ya me tomé una selfie con el avión de fondo —él se ríe.
—A papá le dará un infarto.
—Si eso pasa, avísame solo si se muere, ambos tienen dones para el teatro y no quiero que arruinen mi fin de semana a menos que sea por algo netamente justificado.
—Uy te estás rebelando, me gusta esta nueva Nathalie. Escucha, con respecto a lo de Ender, tengo un amigo que tiene una ferretería y puede darle trabajo, de los que consulté es el que mejor paga, y le queda cerca del departamento. No sabía que aún conservabas el primer departamento al que te fuiste a vivir con tu ex. Eres toda una romántica nostálgica.
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Legalmente Amor
Romance¿Qué tienen en común una abogada recién divorciada, y una mujer que busca divorciarse de su marido y recibe la noticia de que está embarazada? Un amor que va creciendo entre ellas a medida que el tiempo pasa y las líneas de cliente y abogada se desd...