3 Un café y la charla

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Nos juntamos a tomar ese café pendiente en una cafetería, y vaya que me hacía falta, después de ver a Skylar y Avery besarse cuando pensaban que estaban "solas", me quede en shock, cerré la cortina y salí de nuevo un momento afuera. Supongo que no estaba tan lista para dejar a Avery como creía, pero tampoco tengo ningún derecho de hacerle una escena sobre absolutamente nada, a la segunda vez que entre interrumpí su segundo beso, le pedí a Avery que me llevara para darle una perorata en la camioneta.

—Si tienes algo que decir hazlo, así dejas de mirarme mal.

—Solo déjame en el centro —volteo a ver por la ventana— ¿A qué se debe la sonrisa que traes?

—Siempre sonrió ¿Acaso ya lo has olvidado? —me aprieta la mejilla y le aparto la mano de un golpe— Tú tan arisca como siempre.

—No tengo ganas de hacer un recorrido por el pasado, Sinclaire ¿Te parece bien si vamos calladitas?

—Por mí perfecto, Kincaid.

—Dejame aquí.

—¿Sigues sin querer que te vean conmigo? —sonríe negando con la cabeza— Algunas cosas no cambian —suspira y frena para que baje.

—No me importa si te ven conmigo, ya no somos nada ¿O lo olvidas?

—No actúes como si esto —nos señala— fuera mi culpa, porque te recuerdo sino como fueron las cosas —me dice enojada— ¿Crees que no te amaba? ¿Qué fue fácil irme?

—Entonces ya no me amas —le digo y ella me observa callada, dijo "te amaba" en pasado—. Lo lamento —le digo suspirando—, no tengo derecho a reclamarte nada y tienes razón —ella afloja su postura— nuestra separación en gran parte fue mi culpa —no lo niega—. Te pedí dejarme aquí porque quiero ver unas cosas antes de juntarme con mi cliente, la hija de Stella.

—¿Laura? ¿Por ella me pidió tu número? —asiento— Sé que no puedes decirme que problema tiene, aunque estoy tranquila tiene a la mejor —sonrío—. Disculpa por estar a la defensiva también y hacer esos comentarios.

—Nos vemos, Avery, gracias por traerme.

—Nat —voltea a verla abajo de la camioneta— ¿Tienes como volver? Sino puedo volver por ti.

—Ya no estamos juntas —un gesto de dolor la cruza por unos segundos—, no te preocupes sé como volver, yo resuelvo de alguna manera.

Doy unas vueltas por las tiendas del centro comprandome ropa interior que necesito, entre otras compras impulsivas y voy al café en el que quedé con Laura. La observo con su vista pensativa clavada en el exterior, mientras ella está inmersa en sus pensamientos, el sol baña cada poro de su piel, el marco de sus lentes, la curva de su boca, su castaño y ese lunar cerca de su ojo izquierdo que le queda tan bien.

—Hola —le digo sentándome frente a ella y parpadea despacio saliendo de sus pensamientos— ¿Hace mucho que llegaste?

—No, en realidad hace un momento.

—¿Cómo has estado? ¿Cómo te sientes con lo de tu embarazo?

—Bien, normal, supongo que aún es demasiado chiquito, me siento normal.

—Bien, yo —me rasco la ceja y miro las bolsas a mi lado, ahora veo que fue una compra impulsiva— compré algo, espero que no te moleste. Es para el bebé —ella sonríe—, si no lo quieres... solo entre a una tienda había un montón de cosas, tomé algunas y las compré.

—Dejame ver.

Le paso las bolsas y ella saca las prendas sorprendida y sonriendo, de verdad creo que me excedí un poco, le compré cuatro conjuntos, con ositos, corazones y chupetes, un abrigo rosado que me encantó, un chupete, tres baberos, una toalla y dos mantitas.

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