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Seungmin estaba estacionado frente a la escuela, el motor de su coche aún encendido, con el sonido bajo de la radio llenando el espacio. Sus manos aferraban el volante con fuerza, los nudillos blancos bajo la tensión. Mientras esperaba a que Changbin y Hyunjin salieran, sus pensamientos se agolpaban en su mente, trayendo una oleada de sentimientos que le resultaban difíciles de contener.

No podía dejar de pensar en YeongDae, en el temor palpable que sentía de que su ex alfa pudiera arrebatarle a sus hijos, llevárselos lejos, privarlo de su única fuente de felicidad verdadera. Se negó a dejarse vencer por ese miedo, no permitiría que su ex volviera a controlarlo, mucho menos a sus hijos. Pero era inevitable que la sombra del pasado se cerniera sobre él, haciéndolo sentir vulnerable, pequeño, impotente.

Su mente saltaba a Chan, el alfa que había llegado a su vida de una manera inesperada y que, contra todo pronóstico, había demostrado ser un verdadero compañero. Aún recordaba cómo al principio se había mostrado distante, incluso un poco idiota, como si no estuviera seguro de cómo relacionarse con ellos. Pero Chan había cambiado tanto en tan poco tiempo, revelando su corazón noble y protector. Había demostrado ser un alfa de verdad, uno que se preocupaba genuinamente, que abrazaba a sus hijos con amor y devoción, que lo miraba a él como si fuera lo más importante en el mundo.

Sin embargo, ese mismo pensamiento que debería confortarlo también lo torturaba. "¿Qué tal si Chan cambia de opinión?", pensaba Seungmin, su corazón palpitando con una mezcla de angustia y tristeza. "¿Qué tal si se cansa de todo esto? ¿Si decide que quiere tener un hijo propio, uno de su sangre, y yo no puedo dárselo?" Su mano se movió inconscientemente hacia su abdomen, una presión dolorosa se apoderó de su pecho. No sabía si su cuerpo sería capaz de concebir de nuevo; había sufrido tanto con el último embarazo, que el solo pensarlo lo llenaba de incertidumbre y miedo.

Chan era un alfa maravilloso, de eso no tenía duda. Era amable, tierno, generoso, mucho más de lo que Seungmin alguna vez se atrevió a esperar después de la traición de YeongDae. Y, precisamente por eso, temía que Chan se diera cuenta de que merecía algo mejor. Temía que se sintiera atrapado con él, que se quedara por pena, por obligación, por ser "el bueno de la historia". 

"No puedo soportar la idea de que se quede conmigo solo porque es demasiado bueno para dejarnos", pensó, cerrando los ojos con fuerza para ahuyentar las lágrimas que amenazaban con brotar. Se sentía atrapado en esta lucha interna, un deseo desesperado de aferrarse a la felicidad que Chan le había traído, mientras la inseguridad y el miedo lo carcomían por dentro.

Quería ser feliz, quería una vida sin preocupaciones junto a Chan, sin la sombra de YeongDae acechando su futuro. Pero no estaba seguro de si eso era posible, no con el peso de su propio cuerpo que le recordaba constantemente su fragilidad, no con el miedo persistente de que Chan pudiera desear algo que él no podía darle. Lo único que sabía con certeza era que no quería perder a su alfa, a su familia. Porque, por primera vez en mucho tiempo, sentía que tenía una oportunidad real de ser feliz... y no podía permitir que esa oportunidad se desvaneciera.

De pronto, el sonido de las risas y gritos de los niños a la salida de la escuela lo devolvió a la realidad. Vio a Changbin y Hyunjin salir corriendo hacia él, con sus mochilas balanceándose en sus espaldas. Seungmin respiró hondo, tragándose la angustia. Necesitaba ser fuerte, no solo por él, sino por sus hijos, su familia. Colocó una sonrisa en su rostro mientras abría la puerta, intentando dejar atrás, al menos por un momento, todos esos pensamientos que lo atormentaban.

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La noche había caído suavemente sobre la casa, llenándola de una luz tenue y cálida. En la sala, los niños reían mientras una canción infantil sonaba a todo volumen en la televisión. Lixie, con su pequeña sonrisa encantadora, estaba "bailando" torpemente al ritmo de la música, abrazando con fuerza su nuevo peluche favorito, aquel hurón blanco que Hyunjin le había regalado. Daba vueltas, tambaleándose sobre sus pequeños pies, mientras sus balbuceos se mezclaban con la melodía. Changbin, por otro lado, estaba sentado en el suelo, hojeando un libro de cuentos con una expresión ligeramente aburrida, moviendo sus pequeños pies al compás de la canción sin realmente prestar atención.

Accidentally Dad! (Chanmin) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora