16- Pero un momento, ¿eso es un mensaje?

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No.
No.
Eris había atacado a un Noveno para salvarme.
Y la manada de Damián lo había visto todo.
Aunque ellos solo estaban quietos y asombrados, yo estaba petrificada. Eris, aún a horcajadas sobre el cuerpo del chico, también. Alrededor, la brisa nocturna soplaba fría y hacía que su cabello se pegara a su cara. Sus labios seguían entreabiertos por el agite, reuniendo aire.
—¡Es Eris! —dijo Archie de repente, animado, fuera de lugar.
Ella se apartó con brusquedad y se puso en pie, como si rechazara lo que estaba ante sí. Me miró. Yo volví a mirar el cuerpo en el suelo. Automáticamente me toqué el cuello, siendo consciente de que un poco más y ese chico me asfixiaba. No lo había logrado, pero ¿a qué costo?
Eris estaba ante los Novenos. En su bosque. Había acuchillado a uno de ellos. Era algo grave, pero en ese instante también había otro riesgo: que la mataran a ella.
Una mezcla de miedo, horror y negación explotó dentro de mí. Di cada paso rápido, irracional e impulsivo.
—¡¿Qué haces aquí?! —le reclamé a Eris, casi histérica—.
¡Te dije que te mantuvieras alejada!
—Quería ayudarte… —se defendió, y por primera vez en la historia de la Eris fuerte e indiferente, sonó torpe, vulnerable, temblorosa.
—¡No tenías que venir a este bosque! ¡¿Por qué hiciste eso?!
—La sostuve del brazo para jalarla, aunque ella intentó alejarse, asustada—. ¡Vete!
—¡Necesitaba saber que estabas bien!
—¡Vete ya mismo! —la interrumpí—. ¡Vete de aquí!
El momento se convirtió en un forcejeo del que no fui del todo consciente por mi propio miedo y mi necesidad de ponerla a salvo. Ella solo intentó explicarme cosas que a mis oídos sonaron sin sentido, e incluso sus ojos se humedecieron mientras alternaba la vista entre el cuerpo en el suelo y yo. Yo no lo entendía. No entendía por qué se había puesto en peligro de esa forma, así que todo fue un caos entre mi voz, la suya, mis nervios, mis ganas de correr y llevarla lejos, Eris tratando de liberarse… —¡Padme, estás alterada! —Tatiana me jaló por detrás para apartarme y hacer que la soltara—. ¡Tranquilízate!
Pero sentirme aprisionada despertó mi necesidad de defenderme, y me sacudí en resistencia.
—¡No la toquen! —solté en una reacción desesperada y asustada—. ¡No dejaré que la toquen!
Incluso pasó por mi mente tomar el cuchillo que Eris había dejado caer al suelo. Mi necesidad de protegerla era ciega. De hecho, me moví como un pez desesperado en un intento por llegar a él, pero Tatiana me sostuvo con fuerza para evitarlo.
—¡Solo te defendí! —insistió Eris, también en busca de que me tranquilizara—. Yo… me asusté, creí que iba a matarte… —¡¡¡No necesitaba que tú me defendieras!!!
—Pero es que tuve un mal presentimiento, ni siquiera sé por qué yo… —Ella sacudió la cabeza—. Todo esto… es que… ¡Sabía que algo malo iba a pasar! ¡Todo está pasando desde que…!
Ni siquiera pudo completar el resto. Soltó palabras para tratar de explicar por qué había aparecido a pesar de mis advertencias, pero también estaba demasiado angustiada, y tal vez por eso explotó de forma irracional y actuó acorde a su ruda personalidad: contrajo el rostro de rabia, giró la cabeza y fue directo hacia Damián.
Y al estar frente a él, Eris extendió el brazo y le dio una bofetada.
—¡Todo esto es tu culpa! —le soltó, enfadada.
El impacto palma-mejilla produjo un sonido doloroso. El golpe fue fuerte e indetenible. Las reacciones de todos ante eso fueron diferentes. Archie abrió los ojos con mucho asombro.
Tatiana, aún sosteniéndome, abrió la boca en un shock asustado. Poe, por el contrario, lució fascinado y sorprendido.
De hecho, se acercó a Eris con su habitual sonrisa perversa que no armonizaba en lo absoluto con la situación.
—Pero ¿y esta preciosura tan salvaje quién es? —preguntó mientras la observaba de arriba abajo.
—La que te va a partir la cara si no te alejas —soltó a la defensiva.
Poe hizo un falso mohín de susto y tomó distancia al mismo tiempo que emitía una risilla.
Miramos a Damián a la espera, quizás porque el hecho de que alguien le hubiera pegado al más amenazante de la manada era inesperado. Pero también muy peligroso.
Él enderezó la cara con lentitud. Su expresión fue la más pura seriedad. Hubo un momento de silencio, un largo, tenso, expectante y raro silencio. Incluso pensé que solo estaba tomando impulso para saltarle encima y acuchillarla. En ese caso, yo estaba dispuesta a soltarme de Tatiana y atravesarme entre ambos.
Aunque su reacción fue la que menos me esperé, pero la que más me asustó.
Observó a Archie, calmado, quieto, serio.
—¿Cómo sabes su nombre? —le preguntó.
Su voz lenta, peligrosa.
Oh, no. Era cierto, la había llamado Eris.
Archie se sorprendió por la pregunta y luego me miró a mí con preocupación, como si nuestro secreto acabara de ponerse en riesgo.
Mis nervios aumentaron.
—Damián, solo déjala ir —le dije con voz suplicante—. No sabe lo que hizo, solo intentó ayudarme, no sabe nada.
—Archie —pronunció Damián a la espera de una respuesta.
Archie desvió la vista, reacio, pero asustado.
Pero Damián sabía qué hacer. Había alguien a quien Archie no podía ocultarle nada.
—Tatiana, pregúntale —le pidió él.
Tatiana se quedó callada un momento. Damián mantuvo los ojos negros e intimidantes en ella. Esperé que no lo hiciera, pero obviamente no iba a traicionar a su manada.
—Archie, ¿cómo sabes su nombre? —le preguntó, y sonó asustada también.
Archie se rascó el cuello, un gesto inquieto. Pareció luchar contra si hablar o no, pero perdió.
—Lo escuché en el cementerio… —dijo—. Las oí durante un rato mientras ellas… desenterraban un cadáver.
Mierda.
Damián volvió a mirarme, las cejas muy hundidas, la boca apretada, los ojos más oscuros y llenos de cólera que nunca.
Me transmitió lo mismo que aquel momento en el bosque cuando me había dicho que no tenía más opciones. El mismo disgusto, el mismo aire amenazante, porque entendió que Eris lo sabía todo y que eso solo podía ser mi culpa.
—La única cosa que tenías que hacer era no decir nada —me dijo, conteniendo el enfado.
—Yo lo descubrí sola —soltó Eris con valentía a pesar de que la situación ahora era peor. Solo que eso molestó aún más a Damián.
—¿De verdad? —La miró con mucha rabia—. ¿Qué mentira vas a inventar?
Negué con la cabeza e intenté ir hacia él, pero Tatiana no me soltó.
—No es como crees —traté de mediar—. Ella piensa que estoy en peligro, solo eso.
Pero resultaba que Eris también miraba a Damián con rabia.
Era mutuo.
—Como sea que lo haya descubierto, debes saber que me vale tres hectáreas de excremento que seas un asesino, yo no te tengo miedo —lo retó ella.
—Pero deberías tenerlo —Damián ladeó la cabeza, encontrando absurdas sus palabras—. ¿Sabes acaso lo que acabas de hacer?
Eris dio un paso adelante.
—Ayudar a Padme, cosa que no has hecho bien hasta ahora porque ese tipo iba a matarla, y si eso hubiera pasado yo te habría empalado y dejado en medio del pueblo. Una bofetada es poco para lo que te mereces.
Volvimos a quedar asombrados por su actitud desafiante y valiente. Y otra vez, Poe no. Él parecía estar sumido en un intenso nivel de encanto en el que no le importaba en lo absoluto que Eris acabara de confesar que sabía el secreto.
—¿De dónde salió esta mujer? —suspiró él con fascinación —. Estoy enamorado. Acabo de conocer el amor.
Damián ignoró eso. Estaba concentrado en Eris, y una intensa rivalidad chispeaba entre ellos.
—Él iba a matarla y en su lugar lo mataste tú, ¿esa fue tu gran idea? —replicó Damián, enarcando una ceja.
Una jugada mortal, porque fue suficiente para que Eris retrocediera el paso que había dado con valentía. De nuevo fue consciente de que el cuerpo en el suelo había sido acuchillado por ella, y su rostro mostró aflicción.
—No… —murmuró, medio en shock— solo no quería que la lastimara… Nunca he querido herir a nadie… Solo quería que él la soltara… No puede estar muerto. No puede… —Se ve bien muerto para mí —dijo Archie, rascándose la nuca.
—Archie —lo regañó Tatiana para que se mantuviera en silencio.
Él cerró la boca de inmediato, arrepentido.
El cadáver tenía una gruesa línea de sangre corriéndole desde el pecho hasta el suelo, y ahí había un pequeño charco oscuro a su alrededor.
También se veía muy muerto desde mi posición… Eris había matado a un Noveno.
Eris había matado.
O… ¿no?
—Muy bien, muy bien, un momento —habló Poe de repente como si fuera la única figura capaz de mantener la calma y de poner orden. Caminó hasta detenerse junto al cuerpo y lo analizó, luego se volvió hacia Eris y le dijo con una voz suave y tranquilizadora—: no te asustes, tal vez no lo está. Todos sabemos que los Novenos tienen mucha resistencia, así que podría solo estar en suspensión.
Un término nuevo para mí. Aunque Tatiana y Archie compartieron una mirada extraña, ¿como cuándo alguien guarda un secreto?
—¿Suspensión? —repitió Eris, confundida.
—Es un estado en el que el Noveno parece muerto, pero aún hay esperanza si recibe atención rápida —explicó Poe—.
Hay… ciertos trucos y secretos médicos entre los Novenos para tratar de prolongar la vida, ya sabes, asuntos de supervivencia. Realmente somos duros de matar, a menos que nos den en los puntos exactos como el corazón o el cuello.
Carson no había mencionado nada de eso en sus notas… Poe se alejó del cuerpo y caminó hacia Damián. Al detenerse en frente, le puso una mano en el hombro y se lo ordenó:
—Tú cálmate.
—Ella lo sabe. —Damián frunció las cejas, molesto.
—Y ha guardado el secreto, ¿no?
—Es una presa —zanjó Damián, como si la decisión tuviera que ser una sola. Pero Poe no estuvo de acuerdo.
—No vas a tocarla —dijo de forma definitiva, aunque sin perder su aire divertido y juguetón—. ¿Es que no hueles eso?
¿Oler qué?
Poe parecía usar mucho su nariz, y cuando olía algo, su expresión pasaba a ser una de satisfacción, pero no una satisfacción normal, sino una casi… erótica.
—No. —Damián negó con fuerza.
—Yo sí, y me gusta —replicó Poe en un suspiro. Luego nos miró a ambas—. Lo que no me gusta es que todos estamos alterados y que aún estamos aquí donde Nicolas puede aparecer.
Damián perdió la paciencia y apartó de muy mala gana la mano que Poe aún mantenía sobre su hombro.
—¿Qué demonios estás haciendo? —le reclamó.
—Soy un caballero y veo a las damas muy asustadas, así que deberíamos llevarlas a casa —fue lo que respondió, y de forma inesperada se volvió hacia Archie—. Dime, Archie, ¿tienes algún inconveniente con que Eris y Padme regresen a salvo?
Su tono fue amigable, el de una especie de líder que respetaba la opinión de su equipo. En ese caso, de su manada.
Aun así, Archie titubeó. Lucía repentinamente nervioso. Su aire paranoico se acentuaba.
—Uhm… Yo… Es que… ¿Tatiana?
La miró, a la espera de que la decisión la tomara ella porque así era su rara relación.
—No —dijo Tatiana muy rápido—. Creo que la idea de Poe es buena.
Aunque también lucía nerviosa… —Entonces, tres contra uno —anunció Poe.
Damián lo encaró.
—Verne —pronunció, en una advertencia.
—¿Fox?
Ambos se miraron. Tal vez se transmitieron algo. Damián con los ojos entornados. En Poe, por otro lado, no se mostró ni un poco de rivalidad a pesar de que Damián se veía molesto y nada de acuerdo. Parecía que iban a pelear, pero también que habían tenido momentos así antes y que sabían manejarse.
—No eres el único que puede tomar decisiones y cumplir caprichos, aunque eres el más lindo —añadió Poe, y en un gesto juguetón y poco acorde al momento, le pellizcó la mejilla derecha.
—No me toques. —Damián le dio un manotazo de rabia.
Poe soltó una de sus risillas, divertido por esa reacción.
—Tú y yo tendremos una conversación luego —le dijo, y después su atención estuvo sobre Eris otra vez—. No le pasará nada malo a Eris. Al parecer sabe defenderse y guardar secretos. Entonces, podrás seguir guardando el nuestro, ¿no?
Eris mantuvo su expresión desafiante, a pesar de que yo sí notaba que sus manos temblaban. Pero ella nunca iba a mostrar debilidad, no era parte de su personalidad.
—Si me atacan daré la pelea —fue lo que dijo.
—Seguro que sí, y me encantaría verte dando… —suspiró Poe, descarado, ¿con doble sentido? Luego me miró a mí y me habló con voz suave—: Padme, por favor, tranquilízate.
Confiaste en Damián cuando lo descubriste todo, ahora confía en mí y ve a casa.
Tatiana todavía me mantenía aprisionada para que no hiciera nada impulsivo, lo cual tenía sentido porque seguía agitada y asustada, y por eso dudé. No. Dudaba porque lo que tenía ante mí eran Novenos, no humanos normales que podían compadecerse de súplicas y promesas. Me hacía sudar la idea de que apenas me diera vuelta, Damián sacara su cuchillo y lo clavara en el pecho de Eris.
Eris. Solo quería que ella estuviera a salvo de la misma forma que lo había querido para Alicia. No quería que nadie muriera por mi culpa. El miedo a eso era lo que pasaba por mi mente, pero de repente sucedió algo muy extraño. Mientras los ojos de Poe estaban fijos en los míos a la espera de mi respuesta y veía ese gris, veía sus pupilas… El miedo perdió fuerza. Fue como que empezó a desvanecerse, e incluso mis músculos comenzaron a perder tensión, como si me hubieran inyectado algún tipo de sedante.
Como había pasado después de que él me besara en el ritual.
—Todo estará bien —añadió Poe, aún con su sonrisa.
Y… ¿por qué creí que sí? Algo dentro de mí lo creyó. Con esa voz tan calmada y divertida a la vida, ¿cómo no podía ser posible?
Los brazos de Tatiana se aflojaron a medida que percibió la disminución de mi tensión. Poco a poco, me fue soltando. Mi cuerpo no quiso reaccionar impulsivamente. Cualquier idea de agarrar el cuchillo, desapareció. Hasta me sentí exhausta, débil, como si hubiera perdido toda mi energía.
Damián, en un gesto inesperado, se quitó la chaqueta de cuero, dio algunos pasos hacia mí y me la ofreció.
—Póntela, hace frío.
La tomé, pero me quedé con ella en la mano.
—Bueno, entonces, nosotros cubriremos el agujero —dijo Archie. De nuevo, su aire nervioso me intrigó, pero muy rápido, eso también se desvaneció de mi mente.
Poe decidió que no se iría sin hacer algo antes. Se acercó al agujero en el suelo y lanzó un escupitajo hacia el fondo.
—Para que te lubriques cuando te follen en el infierno, imbécil —le soltó al Benjamin muerto.
—Vámonos antes de que Nicolas aparezca —habló Damián.
A Eris se le hizo más fácil empezar a caminar, aunque estaba sumida en un extraño estado de confusión, nervios y alerta.
Defensiva, pero asustada. Miraba hacia todos lados, como esperando que alguien saltara sobre ella. Quise decirle: «Sí, así es como vivo yo ahora».
Pero todo el camino a su casa, en donde era menos probable que nos vieran llegar, fue silencioso. Ni ella ni yo hablamos, porque yo andaba de forma automática. Otra vez, la única palabra que encontraba para describirlo era como… sedada. El cuerpo ligero, la sensación de estar flotando, la calma. ¿Poe había hecho algo? ¿Cómo era que mis nervios y mis miedos se habían ido tan de repente?
Cuando llegamos, Damián quiso hablarme.
—Padme… Pero estaba tan sosegada por la extraña voz de Poe que aún podía oír en mi mente, que ni siquiera me detuve. Pasé por la acera junto a él sin mirarlo y entré con Eris a la casa, dejándolo atrás.
Mientras subíamos las escaleras, mi móvil vibró en mi bolsillo. Me detuve un momento en uno de los peldaños. Ella se volteó también, y no sé si fue porque todo era demasiado claro o porque ninguna quería procesar nada en ese momento, pero luego solo siguió su camino.
Saqué el móvil para observar el mensaje:
Número desconocido:
Puedes salir de esto, pero no mientras él te esté vigilando.
¿Quién eres?
Alguien que quiere ayudarte.
¿Ayudarme cómo? ¿Y con qué condición?
Solo deseo ayudar.
De acuerdo, ¿qué es lo que sabes?
Una salida. Sé cuál es la salida.
Ven el jueves a la cabaña. Sola. 5:00 p.m. Área de prácticas.
Usa este código f20.
Al leer lo de la salida, por un instante sentí algo extraño. Fue como si mi mente quisiera traer algún tipo de recuerdo o pensamiento, pero algo se lo impidiera. Como fuera, no vi nada concreto, pero me quedó la sensación de que debía hacerle caso a esos mensajes.
¿Y si alguien me ve?
Me aseguraré de que nadie que te conozca aparezca por ahí.
Ahí en la escalera, con la sala oscura y la casa silenciosa por lo pasado de la noche, me pregunté si eso en verdad podía ser una ayuda.
¿O era una trampa?

Damián #1 (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora