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Esa noche, mientras el aroma de la cena se esparcía por la casa, me encontraba en el ático, intentando procesar todo lo que había sucedido. Lucy, Clara y Alex estaban en la cocina, compartiendo una cena en familia, algo que yo solía hacer con ellos. Ahora, solo podía escuchar sus risas y susurros desde la distancia, recordando lo que había perdido, lo que podría nunca volver a tener.


De repente, la puerta del ático se abrió con un leve chirrido, y Tom apareció en el marco, sosteniendo una bandeja. "Oye, pensé que te gustaría cenar afuera," dijo, con una sonrisa que no coincidía del todo con sus ojos. Sabía que estaba aquí para otra cosa, para hablar de lo que había pasado. Tom se acercó y se sentó a mi lado, colocando la bandeja entre nosotros. "En realidad, traje algo de la cena para ti."

Miré la bandeja y luego a él, con un suspiro. "Gracias," murmuré, aunque mi mente estaba lejos de la comida. No podía dejar de pensar en lo que había pasado en el banco, en cómo Lucy me había mirado con tanto miedo, y en esas últimas palabras que me dijo, "gracias". Tom parecía leer mis pensamientos, como lo hacía a menudo. "Sabes, Rex, hiciste algo increíble hoy. Salvaste a Lucy. Y aunque esté un poco confundida, en el fondo sabe que eres un héroe."

Me apoyé contra la pared, dejando que las sombras del ático ocultaran la tristeza en mis ojos. "Lo sé... pero ella también está asustada. En su mirada, por un momento, vi el mismo miedo que tiene hacia los villanos y monstruos que ha visto en Nueva York. Y no puedo culparla por eso. Spiderman es el héroe que ella conoce, uno que siempre la salva, y yo... bueno, no tengo el mismo aspecto."

Tom asintió, entendiendo perfectamente lo que quería decir. "Lucy vivió en Nueva York, Rex. Es una ciudad diferente, llena de peligros y también de héroes. Los monstruos que aparecen ahí son reales, y Spiderman siempre está para salvar el día. Pero tú... tú eres diferente. No solo en apariencia, sino en todo. No eres un héroe típico, y eso la asustó al principio. Vio algo en ti que le recordó a los villanos que solían atacar, pero luego, cuando la salvaste y te vio preocupado por ella... eso la dejó pensando."

"Estaba preocupado," respondí, la voz saliendo más suave de lo que pretendía. "Realmente estaba preocupado por ella. No me importaba lo que pasara conmigo, solo quería que ella estuviera a salvo."

Tom sonrió, dándome una palmada en el hombro. "Lo sé. Y eso es lo que hizo la diferencia para Lucy. Al final, no vio a un monstruo, sino a alguien que la cuidaba. Ver eso significó mucho para ella. Vio a un superhéroe, aunque con un aspecto diferente."

Me quedé en silencio por un momento, procesando sus palabras. Tom tenía razón, como siempre. No era el aspecto lo que definía a un héroe, sino las acciones. Y aunque Lucy estaba asustada, había una pequeña chispa de esperanza en sus palabras de agradecimiento. Tal vez, con el tiempo, podría verla como antes.

Tom se inclinó hacia la bandeja y, con una sonrisa traviesa, sacó una gran rebanada de pay de manzana, el cual Clara había preparado. "Mira lo que tengo aquí. Es tu favorito, ¿verdad? Creo que te lo has ganado, héroe."

Mis ojos se agrandaron al ver la enorme porción de pay. Era casi tan grande como mi cabeza. "Tom... esto es enorme," dije, asombrado, mientras él se reía.

"Es un premio bien merecido," respondió Tom, con una sonrisa. "Después de todo lo que has hecho hoy, te mereces algo especial. Eres un héroe, Rex, y no solo para nosotros, sino para Lucy también. Dale tiempo. Va a entender."

Tomé la rebanada de pay, sintiendo una calidez en mi pecho que no había sentido en mucho tiempo. "Gracias, Tom," dije, sincero, mientras comenzaba a comer. El dulce sabor del pay de manzana me recordó a tiempos más simples, cuando todo lo que importaba era estar con mi familia.

Y en ese momento, en medio del ático, supe que las cosas aún podían mejorar. Tal vez no sería fácil, tal vez llevaría tiempo, pero algún día Lucy podría ver más allá del exterior, más allá del miedo, y reconocer que, bajo todo eso, seguía siendo el mismo Rex que ella conoció y amó.

"Mañana," pensé mientras tomaba otro bocado, "será otro día, y haré todo lo que pueda para que sepa que siempre estaré ahí para ella."

El Rugido de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora