Habían pasado varios días desde que le mostré a Alex lo que me había convertido. Desde entonces, él no me había dejado salir de la casa. No podía culparlo. Él aún estaba procesando lo que había sucedido conmigo, y yo... bueno, aún estaba tratando de adaptarme a mi nueva vida. El simbiote me había cambiado, no solo en apariencia sino en todo lo que solía ser. Ya no era solo un perro.El primer día después de la revelación, Alex trató de mantener la normalidad. Se levantó temprano y me llamó para desayunar. Sentado frente a mí con mi viejo plato de comida para perro, me miró con esa misma sonrisa que siempre me daba cuando era simplemente Rex, su fiel compañero.
—Aquí tienes, amigo —me dijo, poniendo el plato en el suelo. Pero el olor, esa comida que antes devoraba con gusto, me revolvió el estómago. **No podía comerla**. Intenté olerla de nuevo, pero no había forma de que mi cuerpo lo aceptara. Me alejé, bajando las orejas, sintiéndome culpable. —¿No te gusta? —preguntó Alex, sorprendido.
Sabía que estaba tratando de que todo volviera a ser como antes, pero **nada era igual**. Al final, fue a la cocina y me trajo comida humana: pollo asado, un poco de pan y algo de arroz. Al menos eso sí pude comer, aunque lo hice como solía hacerlo: incliné la cabeza hacia el plato y **comí con la misma torpeza de un perro**, lamiendo y mordisqueando.
—Supongo que eso es lo que eres ahora —susurró Alex, pero no había reproche en su voz. Solo aceptación.
**Él seguía dándome la razón**, como si quisiera recordarme que, a pesar de todo, todavía era su Rex. No importaba el cambio en mi cuerpo ni en mi mente; para él, aún seguía siendo yo.
Pero **todo cambió esa tarde**. Estaba descansando en el salón, con Alex cerca, cuando sentí una vibración extraña. Los cristales de las ventanas comenzaron a temblar, y un sonido ensordecedor sacudió la casa. **Una explosión**. Alex y yo nos miramos, y antes de que pudiera hacer algo, **la puerta de la casa fue arrancada de cuajo**.
Entró un hombre, si es que podía llamarlo así. **Era una mole, enorme**, de casi tres metros y medio, cubierto con una armadura gris que lo hacía parecer un rinoceronte. Tenía cuernos en el casco y su pecho era tan ancho que apenas cabía por el marco de la puerta. La casa crujía bajo su peso.
—¡Dame el simbiote! —rugió, con una voz profunda que resonaba por toda la habitación.**Rhino**. Lo reconocí de las historias que Alex me contaba sobre los villanos que habitaban esta ciudad. Y ahora estaba aquí, frente a mí. **Buscaba lo que yo llevaba dentro**.Me levanté rápidamente, instintivamente poniéndome entre él y Alex. Aunque mi nuevo cuerpo medía casi un metro noventa, aún me sentía pequeño en comparación con ese monstruo. Pero **no iba a dejar que se llevara lo que buscaba**. Rhino se abalanzó sobre mí con la fuerza de una estampida. Intenté esquivarlo, pero era demasiado rápido. Sentí el golpe como una montaña cayendo sobre mí, y **fui lanzado al otro lado de la sala**, estrellándome contra la pared. El dolor recorrió mi cuerpo, pero algo dentro de mí se activó, una furia que no era solo mía... era del simbiote.
**Miré a Alex**. Estaba en una esquina, paralizado por el miedo, pero sus ojos no me dejaban. Estaba aterrorizado por lo que veía, pero no de mí. Sabía que él temía perderme otra vez, y que ahora yo tenía el poder para evitarlo.
Rhino se giró hacia él. Lo vi levantar su puño enorme, preparado para golpearlo, y **sentí una ola de pánico**.
—¡No! —grité, sintiendo el rugido salir desde lo más profundo de mi ser.
Me levanté con una fuerza renovada y me lancé contra Rhino antes de que pudiera tocar a Alex. Lo embestí con todo lo que tenía, usando mi cuerpo como un proyectil. **Lo derribé**. Sentí cómo el simbiote cubría mis brazos, fortaleciéndolos, haciéndome más poderoso. Rhino cayó de espaldas, gruñendo mientras trataba de levantarse.
No le di tiempo. **Lo golpeé** con todas mis fuerzas, una y otra vez, hasta que su casco se agrietó y quedó inmóvil en el suelo.
**El silencio llenó la casa**. Mi respiración era pesada, mis manos temblaban por la adrenalina. Volteé hacia Alex, aún en el suelo, mirándome con una mezcla de shock y alivio.
Sin decir nada, me acerqué a él lentamente, con el miedo aún en el fondo de mi mente. **¿Y si ahora tenía miedo de mí?**.
Pero cuando llegué a él, Alex no se apartó. Se levantó lentamente, sus ojos aún fijos en los míos, y antes de que pudiera decir algo, me abrazó.
**Ese abrazo era todo lo que necesitaba**. Sentí sus brazos rodear mi cuerpo, y en ese momento, toda la tensión, todo el miedo, desapareció. Sus palabras, aunque suaves, resonaron en mi mente.
—Ya no me importa quién eres, Rex. **Eres mi amigo, mi héroe**.
**Nunca había sentido tanto amor sincero**. Las dudas que había tenido sobre lo que me había convertido desaparecieron en ese instante. Para Alex, yo seguía siendo su compañero, su protector, su amigo. Y eso era lo único que importaba.
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El Rugido de la Noche
Fiksi PenggemarQue pasaría sí Venom hiciera simbiosis con un perro en vez de un ser humano y pudiera darle más de lo que le ha dado a cualquier otro huésped que haya tenido Conoce a Rex, un perro rottweiler, de 5 años que ha vivido con Alex desde cachorro y ha sid...