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Horas después, la ansiedad en el ambiente era palpable. Alex había recibido un mensaje confirmando que Lucy, su hija, vendría de visita. No podía dejar de notar lo tenso que estaba, y con razón. Me encontraba en la habitación, descansando, cuando sentí a Venom inquieto dentro de mí, como si también percibiera la tensión de Alex.

"Lucy...," susurré en mi mente, intentando recordar aquellos días en que solía jugar con ella. Recordaba cómo me lanzaba la pelota en el jardín, o cómo me disfrazaba de señora para jugar a tomar el té. Mis recuerdos eran tan nítidos, llenos de alegría, pero también de tristeza. Ahora, Lucy tenía diez años, y me asustaba pensar si podría aceptar lo que soy ahora.

Venom, siempre pragmático, interrumpió mis pensamientos. "Quizás lo mejor sea mantener distancia por un tiempo, Rex. No queremos complicar más las cosas."

Suspiré, dándole vueltas a la idea. "Lo sé... pero no quiero que piense que la he olvidado. Alex le dirá la verdad, tarde o temprano, y no sé cómo reaccionará."

El día avanzó rápidamente. Pronto, me encontré dentro de una perrera, diseñada por Tom para hacerme parecer más pequeño, casi como si fuera el mismo perro que Lucy había conocido. Estar allí era incómodo; mi tamaño había cambiado mucho desde aquellos días, y aunque podía doblar mi cuerpo para encajar, la sensación de estar atrapado me hacía sentir extraño.

"¿Estás bien, Rex?" me preguntó Tom mientras ajustaba las últimas cosas. Podía notar su preocupación.

"Solo se siente raro," admití, mi voz baja. "Es como si estuviera escondiendo una parte de mí que no quiero ocultar."

Tom asintió, su expresión comprensiva. "Entiendo. Pero es solo por un rato. Cuando Lucy te vea, la llevaremos de compras para darle tiempo a Alex de hablar con ella. Luego podrás relajarte."

Finalmente, Lucy llegó, y su emoción al verme fue innegable. Se arrodilló frente a la perrera y comenzó a acariciarme con ternura. Sentí una mezcla de nostalgia y dolor; ella aún me veía como el Rex de antes.

"¡Rex, te traje tu comida favorita!" exclamó, corriendo hacia la cocina antes de regresar con un tazón de comida de perro.

Mis instintos me decían que comiera, pero mi nueva realidad chocaba con esos deseos. No quería decepcionarla, así que tomé un par de bocados, aunque sabía que no podía seguir así. La textura, el sabor... todo se sentía ajeno. Apenas Lucy se distrajo, escupí el resto de la comida discretamente, sintiéndome mal por no poder ser el mismo perro que ella recordaba.Tom, que observaba desde una esquina, contuvo una sonrisa. "No puedo creer que hayas intentado comer eso," murmuró con tono jocoso.

"Ni yo," respondí, intentando reírme de la situación. "Antes ni siquiera lo habría dudado... pero ahora, todo es diferente."

Después de despedirnos brevemente de Lucy, Tom y yo nos dirigimos al pueblo. La sudadera que llevaba puesta era lo suficientemente grande para cubrir mi rostro con la capucha, asegurando que no llamáramos demasiado la atención. El camino al pueblo fue largo, y el silencio entre Tom y yo dejó espacio para la reflexión.

Finalmente, Tom rompió el silencio. "Lucy tuvo suerte de que su madre la dejara venir. Alex no ha sabido mucho de ella en años."

"Lo sé," respondí, mi voz cargada de preocupación. "Me preocupa que no me acepte, que no pueda entender lo que soy ahora."

"Todo va a estar bien, Rex," dijo Tom, con una firmeza que me ayudó a calmarme un poco. "Alex tiene un plan, y nosotros estaremos ahí para apoyarlo."

"Pero... ¿qué pasa si no sale bien? Si todo esto solo la asusta más," dudé, sintiendo que cada paso que daba hacia el pueblo me alejaba más de la seguridad que solía sentir.

Tom me miró, sus ojos llenos de empatía. "No podemos predecir el futuro, pero sí podemos hacer lo mejor que podamos en el presente. Lucy te recordará, y si no lo hace, le daremos tiempo. Pero por ahora, concéntrate en el momento. Mantente en el pueblo hasta que Alex, Lucy, y su abuela se vayan al cine. Entonces, podrás correr en el bosque, y despejar tu mente."

Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. "Te prometo que le diré la verdad, Tom. No puedo seguir escondiéndome para siempre."

Tom sonrió, palmeándome el hombro mientras continuábamos nuestro camino. Aunque los desafíos eran grandes, sabía que no estaba solo. Juntos, encontraríamos la manera de enfrentarlos, un paso a la vez.

El Rugido de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora