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Esa noche, mientras estaba en el ático, no podía dejar de sonreír. Ojitos, el pequeño cachorro que ahora era mi compañero, jugaba emocionado mientras le acariciaba detrás de las orejas. Me lamía la mano de vez en cuando, como si pudiera sentir la emoción que recorría mi cuerpo. Hoy fue... increíble. Salvé a alguien. Lo hice.

—No sabes lo feliz que estoy, Ojitos —le dije, mi voz llena de energía.

El cachorrito me miraba con esos ojitos que me recordaban tanto a mí mismo antes de todo esto. Le lancé un pedazo de cuerda que Venom y yo habíamos hecho para que jugara, y lo persiguió con entusiasmo, moviendo la cola.

—Hoy fue la primera vez que la gente me vio, Ojitos. ¡La primera vez! —dije, recordando la escena en la calle—. ¡Y no se asustaron de mí! Me dijeron que era un héroe.

El recuerdo me llenaba de una alegría tan intensa que no sabía cómo expresarla. Ver a la gente acercarse a mí, mirándome no con miedo, sino con agradecimiento, fue algo que nunca pensé que experimentaría. Mientras todos me decían lo valiente que fui, pude sentir algo diferente. Ya no era el monstruo que imaginaba que veían, era alguien que hacía algo bueno.

—Después de que lo detuve, simplemente saludé y me fui —le contaba a Ojitos—. Alex me dio la chaqueta y seguimos caminando. Me seguí escondiendo, claro... pero por un momento... —me detuve un instante, recordando cómo me sentí—. No sentí miedo. Sentí... paz.

Ojitos corrió hacia mí, y lo tomé en brazos, sintiendo su cálido cuerpo contra el mío. Era increíble lo mucho que me calmaba.

De repente, un sonido extraño me hizo detenerme. Fruncí el ceño, bajando la mirada hacia el suelo. Desde el piso de abajo, escuché una voz familiar. Era Lucy. Mi corazón dio un vuelco. Me levanté y escuché atentamente.

—Hoy vi algo increíble —dijo ella, con una emoción que me atrapó de inmediato—. Estaba en la tienda de helados con la abuela, y vi un rescate. ¡Un monstruo salvó a alguien!

Sentí un nudo en el estómago, pero no era el mismo dolor de antes. Esta vez, no me sentí mal por lo que Lucy había dicho. La palabra "monstruo" ya no tenía el mismo peso.

—Por lo que dices yo no creo que quien hizo el rescate sea un monstruo —dijo Alex desde abajo, su tono calmado y firme.

—No, no lo es —replicó Lucy—. Ese monstruo era un héroe. Pero había algo en él que me resultaba familiar...

Mis ojos se abrieron un poco más. ¿Podría ser? ¿Estaba comenzando a verlo? Mi corazón se aceleró. Lucy... se estaba acercando a la verdad. Sabía que el momento de revelarlo todo estaba muy cerca.

—Ojitos, ¿lo escuchaste? —le dije en voz baja al cachorro—. Quizá pronto ya no tendremos que escondernos aquí arriba.

El cachorrito movió la cola, como si entendiera lo que le decía, y se subió en mis piernas para lamerme la cara. Le acaricié la cabeza y le sonreí.

—Buenas noches, Ojitos —susurré, sintiendo una mezcla de emoción y esperanza.

Sabía que pronto todo cambiaría, y por primera vez, no tenía miedo. Estaba listo para lo que viniera.

El Rugido de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora