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Todo sucedió muy rápido.

El sonido del rayo preparándose para disparar me recorrió como un escalofrío. En cuanto vi al Doctor Ock apuntar hacia la montaña rusa donde estaban Alex y Lucy, no lo pensé dos veces. Mi cuerpo reaccionó por instinto y el simbionte, como si leyera mi mente, extendió uno de sus tentáculos hacia Ock. Mi mano, cubierta por el traje negro, se alargó a una velocidad increíble, empujando a Ock justo antes de que disparara.

Los tres villanos —Ock, Rhino e Impacto— se voltearon hacia mí, sorprendidos. Ya no llevaba el disfraz que había usado para pasar desapercibido, y no tenía la máscara. Mi verdadero rostro, mi cabeza de perro, estaba expuesta, pero ahora no importaba. Había dejado de ocultarme.

Rhino fue el primero en hablar, con una sonrisa torcida. "Vaya, vaya", dijo con un tono burlón.

Impacto lo siguió, cruzándose de brazos mientras me miraba de arriba a abajo. "Miren quién apareció. El perro que se puso el traje."

Mi mirada vaciló por un segundo. Estaba asustado. Esto no era un juego. Ya había enfrentado a estos tipos antes, pero ahora todo parecía distinto. Estaban más decididos, más violentos. Pero el miedo no podía detenerme, no cuando la vida de mi familia estaba en peligro.

El Doctor Ock me observaba, una sonrisa maliciosa asomándose en su rostro. "Se nota que has aprendido mucho, ¿no lo crees, perrito?" Su tono era despreciativo, como si se burlara de todo lo que había logrado hasta ahora.

Miré a los tres, sintiendo cómo mi rabia crecía. Mi voz salió profunda y firme. "Dejen a mi familia en paz."

Ock dejó escapar una risa, como si mi advertencia le resultara hilarante. "Danos el traje", dijo, con una seguridad abrumadora.

Los miré fijo, mis ojos llenos de determinación. "Aléjense." No había más que decir. No iba a ceder.

Ock, sin perder la sonrisa, dio la orden. "¡Ataquen!"

Rhino e Impacto se lanzaron hacia mí, y de inmediato el simbionte se activó, envolviendo mi cuerpo con la agilidad de un cazador. Esquivaba a Rhino mientras su masa brutal intentaba aplastarme. Cada golpe que lanzaba Impacto lo evadía por los pelos, moviéndome como si el aire mismo me susurrara dónde estarían los próximos ataques. Usé la elasticidad del simbionte para contrarrestar sus movimientos, saltando, estirándome, lanzando golpes rápidos.

Mi mente analizaba cada paso, pero no era suficiente. Aunque lograba mantener a raya a Rhino e Impacto, Ock estaba libre, y en un abrir y cerrar de ojos, lo vi levantar de nuevo su brazo mecánico, esta vez apuntando directamente a la montaña rusa.

Mi corazón se detuvo un segundo al ver el rayo de energía formándose en el cañón. El tiempo parecía ralentizarse mientras miraba a Alex y Lucy. No podía fallar.

"No", fue lo único que pude decir, antes de ver cómo el rayo se disparaba directo hacia ellos.

El Rugido de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora