CAPITULO 4

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                                 |Soy cubana|

Este día estuvo lleno de emociones, diría que muchas para uno solo, primero descubro que el guapote del comercial es ahora mi jefe, segundo quemo una de sus camisas favoritas que de algún modo tenia un significado especial para él, quien diría que alguien con porte duro y mal genio las tenga.

Y tercero la escena en el despacho, el ver a María arrodillarse con una sola de su orden, el cambio drástico que tuvo cuando ella menciono a alguien que desconozco o quizás sea algo.

La intriga me sobrepasa y no es que sea chismosa solo que todo lo que pasa aquí es algo loco.

Observo la mansión, pensado en todo lo que ha pasado. "aún faltan tres días para fin de semana Alexandra" mentalmente me recuerdo lo que no me serena.

Camino para salir de este lugar, esta vez por la puerta de la servidumbre. Aparte de raros clasistas.

Cuando ya estoy fuera busco a la morena que se ofreció a llevarme, recorro con la mirada todo el lugar sin encontrarla.

Volteo y mi atención se la lleva una persona en una motocicleta, esta se encuentra vestida con una chaqueta de cuero y pantalones negros, su casco cubre todo su rostro sin tener la posibilidad de reconocerla, pero de lo que si estoy segura es que es una mujer.

Me quedo inmóvil tratando de reconocerla, ella comienza a acelerar y cuando voy a pronunciar su nombre esta arranca en mi dirección, el humo sobresale de la llanta trasera, es lo que alcanzo a ver porque cierro los ojos fuertes soltando un grito cuando veo que viene a toda velocidad hacia mí.

El sonido seco de las llantas al ser frenadas me hace abrir mis ojos y veo la moto a centímetros de mis muslos. Mi corazón late enloquecido, si sigo así me dará un infarto.

Una carcajada brota de la persona que conduce esta cosa, levanta el visor del casco—Zoé—hablo cuando veo los ojos de la morena enchinados por la risa.

Se quita completamente el casco dejando caer su hermosa melena lacia, siempre la lleva recogida pero hoy la puedo admirar mas plenamente, le llega no más abajo de la cintura.

—¿Te asuste? —pregunta de forma sarcástica cuando para de reír.

—No sabia que conducías estas cosas-hablo recuperándome de mi susto.

—¿cosa? Esta es mi bebe—se agacha a acariciar el tanque rojo de su motocicleta—me quede sin comer una semana por pagarla como para que vengas a decirle "cosa".

Me quedo parada en mi puesto admirando esta máquina, siempre quise una de estas, pero nunca tuve la posibilidad de tenerla.

—Toma—me ofrece un casco con una sonrisa formada en sus orbes.

Lo tomo y nerviosa me lo coloco, después de varios intentos logro abrochar su seguro—¿Te has subido antes en una de estas? —pregunta Zoé al ver como se me dificultaba subirme. Niego con la cabeza y de sus labios brota una sonrisa mientras acomoda su casco—mala elección para primera vez.

Sus palabras me dejan confundida y cuando finalmente subo hace rugir su motor lo que hace vibrar todo mi cuerpo.

—Mas vale que te sostengas fuerte, soy una loca por la velocidad.

De la nada un arrepentimiento surge de lo mas profundo de mi ser, creo que nada me costaba gastar unas monedas en el bus. Cuando arranca a gran velocidad me llevo un gran susto al sentir mi cuerpo yéndose hacia atrás, entonces me agarro de su abdomen fuerte.

Cierro mis ojos y me sostengo de ella, el viento golpea el visor de mi casco cuando arrancamos y el miedo se hace presente acompañado de mil escenarios con finales trágicos. Siento el golpe de adrenalina recorrer todo mi cuerpo, la velocidad y el aire en mi me hacen sentir como si volara.

POR CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora