Eran casi las tres y nos disponíamos, Carolina, Elías y yo, a buscar un bus que nos llevase de vuelta a Madrid. Llegamos caminando a la estación de autobuses del pueblo y preguntamos al señor que estaba detrás de la ventanilla.
—Hola, ¿Cuándo sale el siguiente hacia Madrid? —dijo Carolina.
—Acaba de salir uno. El siguiente sale a las once de la noche.
Los tres nos miramos con cierta decepción.
—¡No os preocupéis chicas, iremos a comer a la playa y cuando sea la hora, volveremos, no hay problema! —dijo Elías.
—Lara, no sé si lo recuerdas, pero, a las nueve y media, tenemos una cita... —dijo el demonio.
—¡Yo no, cariño, la cita la tienes tú! —dije yo, mientras salíamos de la estación, rumbo a lo desconocido.
—¿Me acompañáis? Será divertido...
—Será para ti... —dije yo.
—¿Me podéis poner en contexto por favor? —dijo Elías un poco perdido mientras buscábamos un sitio para comer.
—Pues que Carolina, jugándose la vida, conoció "de manera muy casual", a un hombre ayer en la playa y, este, que viene con su mujer y con toda su familia, la citó hoy, a las nueve y media, en el hotel "Las palomas" ...
—¿Por qué será que no me sorprende? —dijo Elías y los tres nos reímos.
Comimos en un bar de lo más normal. Fuimos a la playa y estuvimos riendo y charlando todo el día. Estoy muy a gusto con ellos dos. En cierto modo me ha dado lástima Álex.
Mi madre me ha llamado varias veces y hasta se ha ofrecido a recogernos, pero le he dicho que no hace falta. Me gusta estar aquí con ellos. No se si quiero que esto acabe aun...
Lógicamente, Elías y yo, sabíamos que Carolina no iba a cesar en su idea de acudir a su cita, puesto que, estuvo todo el día dando la lata con el tema. Al final accedimos con la única condición de que subiese ella sola a la habitación, mientras Elías y yo, la esperábamos abajo en el bar, tomándonos algún refresco. Estaba de acuerdo. Llegó la hora y fuimos al hotel "Las palomas".
El hotel era de cuatro estrellas, es decir, con algo de lujo, pero, sin excederse. Entramos sobre las nueve y veinte y, Carolina, antes de subir a buscar a su presa, nos dijo:
—Esperadme abajo, pero, si veis a la mujer subir, llamadme en seguida.
Yo me mostré un poco en desacuerdo con aquello, puesto que, ese hombre, estaba a punto de engañar a su esposa, pero, quién era yo para juzgar a nadie...
Elías y yo nos sentamos estratégicamente en el bar y con la total visión de la mesa donde se encontraba la mujer del infiel.
"Es guapa", dijo Elías. Yo lo miré con cara acusadora y me dijo:
—¿No estarás celosa no? —dijo él, mostrando esa sonrisilla de demonio que me gusta tanto.
—Pues sí... —dije yo, para su sorpresa.
—¿De verdad? No me lo esperaba...
—Me fijé en ti en cuanto te montaste en el coche Elías. No creo que no te dieses cuenta.
—Sí, aunque no soy muy hábil con estas cosas, sinceramente. Yo no me fijé en ti hasta que me bailaste en tanga en la fiesta...
—No te creo... —Los dos comenzamos a reírnos.
—No... es broma... me fijé en ti en cuanto te vi, la verdad. No quiero que te escandalices, pero, estás muy buena Lara.
—¿Escandalizarme yo? ¿Después de estas inesperadas vacaciones? Ya estoy curada de espanto...
—¿Crees que podemos intentar algo?
—¿Es una declaración? —dije yo, con cierto tono de burla, pero, sin querer ver que iba totalmente enserio...
—Sí. Te hablo enserio Lara. Me gusta tu manera de ser. Eres una chica abierta, guapa, sincera y no se encuentran muchas como tú...
Yo no cabía en mí... Al ver que iba enserio con su propuesta, tuve que ponerme seria.
—Creo que no es el momento Elías. Álex y yo acabamos de terminar y necesito tiempo.
—Me parece bien. Mientras tanto, ¿Puedo divertirme no? —Volvimos a reírnos.
—Sí, claro, faltaría más. Además, noto que mi manera de ver las cosas ha cambiado.
—¿A qué te refieres?
—Pues verás, antes de esta experiencia, veía las relaciones de manera diferente. Carolina, me dijo ayer, una frase que se me ha quedado en la cabeza, y creo que lleva razón.
—¿Qué frase?
—Que el amor es algo tan maravilloso que no debería mezclarse con el sexo, que, al fin al cabo, es algo instintivo del ser humano.
—Me encantas...
Yome sonrojé cuando me dijo eso. Sus ojos parecían sinceros y, puesto que, guapoes un rato, me deshice en esa mirada suya.
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Ángel y demonio (+21)
RomanceUna historia capaz de hacer sentir con las palabras lo que ellos con sus cuerpos.