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Hiccup Haddock. 

Una semana había transcurrido sin saber nada de mi esposa, ni de mi hijo. Había buscado por todos los lugares posibles pero no teníamos pistas, no hasta que Grimmel apareció por la puerta de mi hogar. 

 —¡¿DÓNDE ESTA?!—exclamé preocupado. 

 —Aquí, conmigo —tranquilo Grimmel entro en mi hogar, detrás de él mi esposa encadenada, solo con la luz de la luna pude ver lo pálida que se encontraba— ¿Por qué haces esto? 

 —Porque no tienes opción Hiccup, ignoraste mis amenazas escritas, lo sé muy bien— era cierto, me llegaron unas cartas pero no pensé que sería esta clase de desquiciado— Ahora solo puedes escoger entre tu esposa o tu dragón. —al decir esto jaló de la cadena haciendo que ____ cayera al suelo. 

Desesperado fui a su lado

 —mi corazón —susurré acariciando sus mejillas, pude notar que su piel tenía pequeñas manchas violetas, y ella no me respondia, solo me observaba como si fuese un extraño. Se me rompió el corazón, ver a mi esposa así, al amor de mi vida. 

 —¿Qué mierda le hiciste? —lo miré consumido por la ira, sin dejar de tocar la mejilla de mi mujer. 

—Ya sabes Hiccup, veneno de dragón. ¿Sabrás que es muy fuerte no? —Grimmel se paseaba por la sala de estar mirando nuestras pertenencias. 

 —¿Qué debo hacer? —susurré— la quiero de regreso. 

—Simple: dame a tu dragón. Ya no tienes elección joven jinete, tengo a tu esposa, si no me das al furia nocturna, no volverás a verla. 

no podia escoger, ¿el amor de mi vida o mi mejor amigo? 

 —Yo... —susurré evitando llorar de la furia. 

 —Niño, la elección es ahora. —Grimmel desafiante. 


Tratado Nupcial  (Hiccup y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora