Capitulo 35

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Capítulo 35, Parte 1: Una Noche Oscura

En la mansión de Daniel Fairchild, la noche se extendía como un manto de terciopelo sobre la campiña. En su oficina, un espacio de elegante sobriedad, Daniel Fairchild y Derek Jeremías Fairchild compartían un momento de íntima conversación.

Daniel, con su cabello blanco largo y ojos rojos que parecían arder con una luz interna, mantenía a Derek cerca, abrazándolo por la cintura. Susurros cálidos y promesas veladas flotaban en el aire, cargados de un anhelo que se extendía más allá de lo tangible.

"Pronto, mi querido Derek," susurró Daniel, su voz ronca como el terciopelo, "daremos la gran noticia. Todo está en su lugar, solo falta el último paso."

Derek, con su cabello castaño y ojos que reflejaban la misma intensidad que los de Daniel, se acurrucó en el abrazo, sintiendo el calor del cuerpo del Marqué contra el suyo.

"Daniel," susurró Derek, su voz llena de una devoción casi obsesiva, "crees que ya es el momento de poner en marcha nuestra estrategia? Todo parece estar marchando según lo planeado."

Daniel se separó un poco, sus ojos rojos se posaron en los de Derek con una intensidad que hacía que la piel de este se erizara.

"Muy pronto, mi querido," respondió Daniel, su sonrisa levemente cruel, "pero por ahora, disfrutemos de este momento. Es un lujo que no podemos permitirnos con frecuencia."

Derek se inclinó hacia Daniel, sus labios rozando su oído. "Te amo, Daniel," susurró, su voz cargada de una pasión que rozaba la obsesión. "Siempre te he amado, desde que éramos niños jugando en estos jardines."

Daniel acarició la mejilla de Derek, su mirada fría y calculadora. "Tu lealtad me conmueve, Derek," dijo con una voz que no dejaba lugar a dudas sobre su control. "Pero recuerda, tu silencio es crucial. No podemos permitir que nadie se entrometa en nuestros planes, ni siquiera Brittany."

"No te preocupes, Daniel," respondió Derek, su voz llena de una docilidad que contrastaba con su pasión. "Mi silencio y mi lealtad son tuyos, siempre lo han sido. Y mi amor, también."

Daniel se inclinó hacia Derek, sus labios se encontraron en un beso lento y apasionado. Era un beso de poder y control, de una pasión obsesiva que se nutría de la oscuridad que ambos compartían.

"Recuerda, mi querido Derek," susurró Daniel en el oído de Derek, su voz llena de una amenaza velada, "el futuro de ambos depende de que mantengas la boca cerrada."

Derek se estremeció ligeramente ante las palabras de Daniel, pero su amor por el Marqué era tan fuerte que no podía imaginar desobedecerlo.

La noche se extendía sobre la mansión, envuelta en un silencio que ocultaba secretos oscuros y un amor obsesivo que amenazaba con consumirlos a ambos.

 La noche se extendía sobre la mansión, envuelta en un silencio que ocultaba secretos oscuros y un amor obsesivo que amenazaba con consumirlos a ambos

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Motivos Ocultos

La noche se asentaba sobre la mansión de Daniel Fairchild, envolviendo la oficina en un halo de misterio. Las sombras danzaban en las paredes, creando un escenario perfecto para la conversación que se desarrollaba entre Daniel y Derek.

Daniel, con su imponente presencia y ojos rojos que parecían penetrar la oscuridad, mantenía a Derek cerca, sus dedos acariciando la suave piel de su brazo.

"Derek," susurró Daniel, su voz ronca y seductora, "es hora de que sepas la verdad. Mi objetivo final es el trono del Reino Dorado. No me conformo con nada menos."

Derek, con su mirada llena de devoción, se inclinó hacia Daniel, sus labios rozando su oído. "Siempre he sabido que tenías un propósito mayor, Daniel," susurró, su voz cargada de un amor obsesivo. "Y siempre estaré a tu lado, para ayudarte a alcanzarlo."

Daniel sonrió, una sonrisa que no llegaba a sus ojos, y acarició la mejilla de Derek. "Tu lealtad es invaluable, mi querido Derek," dijo, su voz llena de una frialdad que contrastaba con la calidez de su toque. "Y pronto, tu ayuda será crucial."

"Dime, Daniel," susurró Derek, sus ojos clavados en los de Daniel, "qué es lo que necesitas que haga?"

Daniel se apartó un poco, sus ojos rojos brillando con una intensidad que hacía que la piel de Derek se erizara. "Primero, debes asegurar que mi hermana Isabella tenga un hijo. Su esposo, el Marqué Macz Zac, pronto será padre, y ese niño se convertirá en mi sobrino, un heredero que asegurará el futuro de la familia Zac."

Derek asintió, su rostro inexpresivo. "Ya lo sé, Daniel," respondió, su voz firme. "Y también sé que necesitas un heredero para el Príncipe Heredero Mayoko Servil. Un heredero que te permita consolidar tu poder, que fortalezca tu posición en el trono. Un heredero que te ayude a continuar el legado de la Casa Fairchild."

Daniel se inclinó hacia Derek, sus labios rozando los suyos en un beso lento y apasionado. "Eres mi aliado más fiel, Derek," susurró, su voz llena de una pasión que rozaba la obsesión. "Y pronto, juntos, construiremos un futuro que solo nosotros podemos imaginar."

"Daniel," susurró Derek, su voz llena de deseo, "te amo. Y haré todo lo que sea necesario para ayudarte a alcanzar tu sueño."

Daniel se separó un poco, sus ojos rojos brillando con una intensidad que hacía que la piel de Derek se erizara. "Te necesito, Derek," dijo, su voz llena de una pasión que rozaba la obsesión. "Y te tendré a mi lado, sin importar qué."

En ese momento, un golpe en la puerta interrumpió su intimidad. Daniel se separó de Derek, su rostro volviendo a su habitual expresión de fría indiferencia.

"¿Quién es?" preguntó Daniel, su voz fría y autoritaria.

"Soy Becky," respondió una voz femenina desde el otro lado de la puerta. "Vine a informarte que la parte final de tu plan está completa."

Daniel se levantó de su asiento, su mirada fría y calculadora. "Déjala entrar," dijo, su voz llena de una impaciencia contenida.

La puerta se abrió y Becky Fénix entró en la oficina. Su cabello marrón y sus ojos marrones brillaban con una mezcla de alegría y nerviosismo.

"Daniel," dijo Becky, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, "el plan está completo. Todo está listo para mañana."

Daniel asintió, una sonrisa fría se dibujó en sus labios. "Excelente," dijo, su voz llena de satisfacción. "Mañana, el Reino Dorado será mío."

Becky se acercó a Daniel y le dio un beso en la mejilla. "Te felicito, Daniel," dijo, su voz llena de admiración. "Eres un genio."

Los ojos de Becky se posaron en Derek, su expresión se volvió fría y llena de desdén. "No esperaba encontrarte aquí, Derek," dijo, su voz llena de sarcasmo. "Sobre todo a estas horas."

Derek se levantó de su asiento, su rostro inexpresivo. "Becky," dijo, su voz fría y cortante, "no deberías interferir en nuestros asuntos."

Daniel intervino, su voz llena de autoridad. "Becky, Derek," dijo, "no se comporten así. Nuestros objetivos son los mismos. Así que no tienen por qué actuar como niños. Somos adultos, actuemos como tal. Además, para mí ustedes son importantes, son mis aliados y los estimo mucho."

Becky y Derek intercambiaron miradas llenas de desconfianza, pero ambos aceptaron las palabras de Daniel.

"Bien," dijo Becky, "voy a dejarlos a solas. Mañana, a primera hora, estaré aquí para ayudarte con el último paso del plan."

Becky salió de la oficina, dejando a Daniel y Derek a solas.

Daniel se acercó a Derek, sus ojos rojos brillaban con una intensidad que hacía que la piel de Derek se erizara. "Derek," dijo, su voz llena de una pasión que rozaba la obsesión, "te necesito a mi lado. Más que nunca."

Derek se inclinó hacia Daniel, sus labios rozando los suyos en un beso lento y apasionado. "Siempre estaré a tu lado, Daniel," susurró, su voz llena de devoción. "Siempre."

La noche se extendía sobre la mansión, envuelta en un silencio que ocultaba secretos oscuros y un amor obsesivo que amenazaba con consumirlos a todos.

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