Cap. 9 ¿Qué desea...? ¡Jungkook! ¿Qué estás haciendo aquí?

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 Jungkook tenía que admitir que, a primera vista, El Papagayo alegre no daba mala impresión. Estaba en una calle bien iluminada y tenía una entrada elegante, con un portero uniformado.

Un hombre con corbata blanca le pidió que lo acompañara por unas escaleras decoradas como si estuvieran en la jungla. 

Sonidos de animales le llegaban en la distancia. Había papagayos que aparecían y desaparecían y tardó un minuto en darse cuenta de que eran hologramas.

—El último grito de la ciencia para disfrute de nuestros clientes dijo su acompañante. Sígame, señor.

Una vez dentro, Jungkook tuvo que pararse un momento mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. Por fin podía ver las mesas colocadas alrededor de una pista de baile. 

Había bastantes parejas y empezó a relajarse. No parecía un lugar de mala nota.

Varias jóvenes se movían alrededor de las mesas con bandejas en la mano. Todas llevaban una especie de bañador de lentejuelas rojas, azules o verdes y sus traseros estaban adornados con plumas de colores a juego.

Los camareros iban vestidos de camareros, pero con trajes de colores brillantes. Uno de ellos, vestido de color verde lima, lo llevó hasta una mesa cerca de la pared. 

La lámpara de la mesa simulaba una piña y el holograma de un papagayo lo desconcertaba apareciendo y desapareciendo a su lado.

—Mi compañero vendrá enseguida, señor dijo el camarero, antes de alejarse.

Jungkook tenía tiempo de mirar a su alrededor. Las camareras se movían con agilidad entre las mesas y por sus sonrisas congeladas, podía imaginar que estaban hartas de su trabajo.

Pobre Hoseok, pensaba. El sitio no era tan malo como había creído, pero no pensaba dejarlo allí. Aquella tontería tenía que terminar, se decía.

Pensar en Hoseok con aquel traje, estudiado por cientos de ojos masculinos, le hacía sentirse enfermo. O amarillo se dirigía en ese momento hacia él, moviendo alegremente las plumas.

—¿Qué desea...? ¡Jungkook! ¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Sorprendido? Deberías haberte imaginado que vendría. Siéntate conmigo, Hoseok.

—No puedo. Sólo tengo un minuto.

—No voy a quedarme aquí. Pienso llevarte a casa. Ve a cambiarte. La sonrisa de Hoseok se volvió más ancha que nunca.

—El champán es muy bueno, señor...

—No quiero champán dijo él, con firmeza. Quiero que hagas lo que te he dicho añadió, tomándola del brazo.

—¡No! exclamó el doncel, apartándose. Jungkook se puso rojo al darse cuenta de cómo había reaccionado ante su roce. Lo hago por ti. No quiero que tengan que echarte los gorilas.

—¿Los gorilas? repitió él, perplejo.

Hoseok señaló a dos hombres que los miraban con atención.

—Será mejor que pidas algo inmediatamente.

—De eso nada. Quiero que salgas de aquí.

Los gorilas se acercaron a ellos, como por casualidad.

—¿Algún problema, Hoseok? preguntó uno de ellos.

—No contestó el. El cliente acaba de pedir una botella de champán.

—¡Bien hecho!

Jungkook comprendió el comentario del hombre cuando Hoseok le llevó el champán y la cuenta.

Mi destino eres tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora