Cap. 10 Sigues siendo un bichejo venenoso.

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Jungkook condujo de vuelta a su casa, irritado consigo mismo. Había sido un idiota al pensar que el doncel había cambiado. Seguía siendo un bichejo venenoso que siempre se salía con la suya.

Pensar que había estado preocupado por , que había querido protegerlo. Era un estúpido, pensaba. Cuando Hoseok volviera a casa se encontraría las maletas en la puerta y una nota pidiéndola que se fuera de su apartamento.

Aún estaba intentando decidir qué ponía cuando volvió a casa dos horas más tarde.

— Jungkook, no sabes cómo lo siento exclamó, contrito, lanzándose a sus brazos. Su dignidad ofendida se desvaneció inmediatamente y Jungkook se encontró a sí mismo dándole golpecitos en la espalda y murmurando palabras de consuelo.

—No pasa nada, Hoseok...

—¿Cómo he podido hacerte eso cuando tú eres tan bueno conmigo? Nunca me perdonaré a mí mismo. No podría culparte si quisieras echarme de tu casa...

—Claro que no voy a echarte de mi casa dijo él, soltando una mano para arrugar la nota que había estado escribiendo.

—Eres tan bueno dijo el apasionadamente. ¿Cómo puedes ser tan bueno conmigo?

—Yo... empezó a decir él. Pero se había quedado sin palabras. Mientras lo abrazaba, intentaba recordarse a sí mismo que había prometido cuidar de el. Pero era más difícil que nunca. El calor del cuerpo delicado de doncel apretado contra el suyo era delicioso y su pelo le acariciaba la mejilla. Tampoco ha sido para tanto terminó torpemente.

—¿Te han hecho daño?

—Claro que no consiguió reír él. Sólo me acompañaron a la puerta y me dijeron que me marchase.

—¿Sólo eso? preguntó el, soltándolo. Te imaginaba con todos los huesos rotos

—Pues no los tengo rotos. ¿Te sientes decepcionado?

—Claro que no. No soportaría verte herido, Jungkook. Ni siquiera después de lo que me dijiste en el club.

—¿Es que dije algo tan horrible?

—Dijiste que parecía un adorno de navidad.

—Bueno...

—Un adorno de navidad repitió el doncel, trágicamente. Y un plumero.

—Lo siento, Hoseok. Debería haberme dado cuenta inmediatamente de que eras un papagayo rió Jungkook. Hoseok rió también. ¿Amigos otra vez?

—Amigos le aseguró el doncel.

—Claro que sí. Además, ya se ha terminado. Admítelo, secretamente tú también deseabas dejar ese sitio.

—¿Dejarlo? preguntó el doncel, echándose hacia atrás.

—Bueno, te has marchado, ¿no es así?

—¿Por qué iba a hacerlo?

—¿Cómo puedes quedarte después de lo que ha pasado?

—Me han dado el doble de comisión.

—¿Por qué?

—Por hacer que compraras ese champán espantoso. No es fácil que la gente caiga en la trampa.

—Tú... tú... Jungkook se había quedado sin palabras.

—Por favor, Jungkook, sé comprensivo. Es un buen trabajo.

—¿Y la lealtad? ¿Se te ha olvidado lo que me han hecho?

—Tú mismo has dicho que no te han hecho daño.

Mi destino eres tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora