Cap. 11 ¡Pobre Jungkook! exclamó Jimin.

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A la mañana siguiente, Jungkook se preguntaba cómo iba a enfrentarse con Hoseok. ¿Se habría dado cuenta del beso? Pero la desalmada criatura se había levantado antes que él y estaba en la cocina tomando tostadas con mantequilla como si le fuera la vida en ello.

—¿Cómo puedes comer de esa forma y no engordar?

—Hago mucho ejercicio contestó alegremente. No estoy todo el día sentado detrás de una mesa, como otros que yo sé.

—Si te refieres a mí, no es verdad.

—Bueno, tienes razón. A veces te levantas para sentarte en el coche.

—Puede que te interese saber que mi compañía aconseja a sus empleados que se mantengan en forma y, para ello, han instalado un gimnasio.

—Pareces un panfleto publicitario. Además, ¿cuándo fue la última vez que fuiste a ese gimnasio?

—Eso da igual.

—No da igual. Tener un gimnasio en la empresa no vale de nada si no vas por allí. ¿No lo sabías?

—¿Te vas? preguntó él con frialdad, ignorando la puya.

—Sí, ahora mismo contestó, tomando su bolsa de deporte, antes de salir de la cocina silbando.

Jungkook se quedó allí, preguntándose cómo podía haber sentido ternura por aquel loco la noche anterior. No era más que un grano en...., pensaba.

El día había empezado mal y había continuado peor. Cuando salió del apartamento, se encontró compartiendo ascensor con Leonora, la vecina del piso de arriba.

—¿Te molestamos mucho anoche? preguntó.

—En absoluto.

—Ya sabes que a veces se nos olvida que hay vecinos rió la joven. Anoche hicimos una fiestecita para celebrar que me han dado recorridos largos. Ahora mismo me marcho a Nueva York.

—Y cuando vuelvas, supongo que también lo celebraréis observó Jungkook.

—¡Qué buena idea! Muchas gracias rió la joven.

Habían llegado al garaje y Leonora entró en su coche alegremente, dejando a Jungkook preguntándose por qué tenía que abrir la boca por las mañanas.

—¡Pobre Jungkook! exclamó Jimin. Lo estás pasando fatal con ese chico, ¿verdad?

—Bueno, no es para tanto intentó contemporizar él.

Estaban cenando en un restaurante tranquilo y Jungkook se sentía mejor en la sensata compañía de Jimin.

—Siempre intentas buscar el lado bueno de las cosas sonrió el doncel.

Pero yo sé que estás haciendo un esfuerzo.

—Un poco, sí asintió él, recordando el esfuerzo que había tenido que hacer la noche anterior para no besar a Hoseok. Lo peor de todo es que siempre me convence de todo. Hoy mismo he ido al gimnasio por primera vez en mucho tiempo.

—Pero si estás en forma.

—Lo sé, pero Hoseok me ha hecho sentir como si fuera un hipopótamo.

Aunque lo hacía de broma.

—No debería decirte esas cosas. Y hacer que vayas a buscarlo al club...

—Eso ha sido idea mía. No me gusta que vuelva solo a casa dijo él, mirando el reloj. Tendré que irme pronto, por cierto.

Jimin estaba en silencio. Sólo el tamborileo de sus dedos sobre la mesa mostraba su irritación.

Mi destino eres tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora