Dos días después, Jimin y Jungkook fueron al apartamento a buscar a Hoseok y lo encontraron con las maletas hechas. El joven parecía tan abatido que Jungkook empezó a tener dudas.
Dudas que se incrementaron cuando llegaron al triste edificio del albergue. Con su línea de ventanas iguales y sus ladrillos grises, podría haber sido una oficina o lo que Hoseok se había temido, una cárcel.
El interior era incluso menos acogedor. El vestíbulo estaba pobremente iluminado y las paredes, pintadas de gris. En una de ellas había colgada una lista de reglas que empezaba:
BIENVENIDA AL ALBERGUE PARA SEÑORITAS Y DONCELES...
—Jimin, empezó a decir Jungkook, incómodo quizá esto no...
—Buenas tardes los saludó una mujer con aspecto de matrona.
—Hemos venido con Jung Hoseok explicó Jimin. Tiene una plaza reservada.
—Ah, sí. Yo soy la señora Ebworth. Bienvenido, doncel Jung. Las palabras habían sonado como una sentencia.
—Gracias dijo Hoseok, inseguro.
—Queremos que todas las jovencitas y donceles que viven aquí sean felices explicó la mujer, como si ser feliz fuera una obligación cuyo incumplimiento implicara un castigo. Esta es una copia de las reglas del albergue añadió, dándole un papel. Preferimos explicarles las reglas desde el principio para que no haya malentendidos. Como verá, no se permiten visitas masculinas ni alcohol. Y la puerta de la calle se cierra a las once en punto.
—Pero yo trabajo hasta las dos de la mañana protestó Hoseok. La cara de la señora Ebworth tenía una expresión imperturbable.
—Estoy seguro de que pueden hacer una excepción, ya que es una cuestión laboral intervino Jimin.
—En ese caso, de acuerdo asintió fríamente la mujer. Jungkook estaba empezando a preocuparse. Aquella señora Ebworth parecía una mujer ordenada y seria, pero no era precisamente muy amistosa. Lo acompañaré a su habitación añadió, indicándoles que la siguieran.
Cuando vieron el pequeño cuarto apenas amueblado, a Jungkook se le cayó el alma a los pies. La habitación no tenía más que una estrecha cama, una mesa de pino y un armario. Y las paredes estaban pintadas del mismo tono gris desolador.
—Me parece que esto no es buena idea dijo Jungkook, observando la cara triste de Hoseok.
—¿Por qué? preguntó Jimin. Es una habitación muy limpia.
—Tenemos mucha demanda en el albergue dijo la señora Ebworth. Hay una enorme lista de espera.
—Entonces, no será un inconveniente para ustedes que el doncel Jung no se quede, ¿verdad?
—Por favor, Jungkook, no puedes hacer eso protestó Jimin. He tenido que echar mano de mis contactos para que admitieran a Hoseok.
—Jimin, mira este sitio.
—¿Qué le pasa? Está limpio y cerca de su trabajo.
—Pero no es muy agradable, ¿verdad?
—Está bien habló Hoseok por primera vez. La verdad es que es perfecto.
—Hoseok, ¿qué estás diciendo? preguntó Jungkook, perplejo.
—Creí que estaba haciendo lo que tú querías.
—No quiero esto para ti.
—Cariño, si a el le gusta dijo Jimin poniéndola la mano en el brazo. ¿Quiénes somos nosotros para discutir?
—Me gusta mucho anunció Hoseok, desafiante.
—Voy a llevarte a casa dijo él, con firmeza.
—Esta es mi casa ahora, Jungkook y voy a quedarme. Es muy céntrico y aquí estaré seguro.
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Mi destino eres tu
RomanceJeon Jungkook no podía creérselo. El risueño y pecoso adolescente que no le había causado más que quebraderos de cabeza, llegando incluso a arruinar su vida amorosa, había vuelto a aparecer en su vida y él se veía obligado a cuidar de este pequeño d...