Cap. 8 Me lo regalaste el día de la boda de Jin.

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Había anochecido mientras caminaban por la orilla del río, observando las luces que brillaban en el agua y los barcos que lo cruzaban de lado a lado saludándose con las sirenas.

—Esto es precioso suspiró Hoseok, apoyándose en la barandilla.

¡Mira, Jungkook! Ése barco es un restaurante.

—Vamos dijo él, tomándolo de la mano.

Cuando llegaron, un camarero uniformado los acompañó hasta una mesa.

—¿Puede colocarnos cerca de la ventana?

—Esas mesas están reservadas... empezó a decir el hombre. Pero dejó la frase sin terminar cuando Jungkook le dio discretamente un billete. Pero creo que podemos arreglarlo.

Jungkook se preguntaba qué le estaba pasando. No le gustaba hacer ese tipo de cosas pero, sobre todo, no quería desilusionar a Hoseok.

El camarero los llevó hasta una mesa iluminada por velas frente a la ventana. Había suficiente luz como para leer el menú, pero no tanta como para estropear la vista del río. En ese momento, el barco soltó amarras y empezaron a deslizarse por el agua.

Hoseok se dedicó a leer el menú, antes de elegir dos platos llenos de calorías.

—Ten cuidado advirtió Jungkook. Aunque ahora no engordes, es posible que empieces a hacerlo dentro de unos años.

—No engordaré dijo, completamente convencido.

—Crees que todo va a ser como tú quieres, ¿verdad? preguntó él, divertido. Lo curioso es que sueles salirte con la tuya.

—No siempre, Jungkook. Hay algo que deseo con todas mis fuerzas, pero ahora no estoy más cerca de conseguirlo que hace cinco años.

—Cuéntame qué es.

—Te lo contaré algún día, si... si las cosas salen como yo quiero. Además, comer lo que quiera sin engordar es muy fácil para mí. Quemo las calorías bailando se encogió de hombros. Llevaba una chaqueta de lino y debajo una blusa de seda, sobre la que colgaba una cadenita de oro con una piedra brillante. Es bonito, ¿verdad? preguntó, cuando se dio cuenta de que él lo estaba mirando.

—Sí. ¿Lo compraste en Australia?

—¿Qué? Pero si me lo regalaste tú.

—¿Yo? preguntó él, incrédulo. ¿Cuándo?

—Me lo regalaste el día de la boda de Jin.

—Es verdad recordó él entonces. Se supone que el padrino tiene que hacerle un regalo a la dama de honor. Al menos, eso fue lo que me dijo Jin.

—¿Te sentó muy mal tener que comprarle un regalo a tu peor enemigo?

—La verdad es que lo eligió Jin. Ni siquiera lo vi hasta que abriste la caja.

—Ah dijo suavemente.

—Era lo mejor. Jin sabía lo que te gustaba y yo no tenía ni idea.

—Sí, claro asintió el. Jungkook estaba sirviendo una copa de vino en ese momento y no se percató de su expresión de tristeza.

—Hoseok, ese Wang me preocupa. ¿Quién es?

—¿Has oído hablar de Min, Wang y Proud?

—Es una de las empresas más importantes del mundo. ¿Es ese Wang?

—Su padre es ese Wang. Mi padre tiene algunos negocios con él y una vez nos invitó a una fiesta en su casa. Así conocí a Jackson.

—¡Vaya! O sea, que podrías convertirte en un multimillonario.

Mi destino eres tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora