Tic Tac

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Una brisa fresca corría por los pasillos de la Academia Merlín, mientras Morgie caminaba con paso ligero, pero alegre hacia su dormitorio. Acababa de recibir un paquete de su madre, lo cual le ponía en un ánimo perfecto pues llevaban ya dos meses incomunicados, pero ese paquete junto a una carta alegraron al joven hechicero.

Cuando finalmente llegó a su habitación, se sentó en su cama y abrió con cuidado la caja. En su interior, envuelto en un fino paño de terciopelo negro, había un pequeño reloj de bolsillo dorado. Morgie arqueó una ceja. No era exactamente el tipo de regalo que esperaba, pero las serpientes grabadas en el reloj lo volvían algo más personal entre ambos, como si fuera un tipo de emblema familiar.

—¿Un reloj? —Murmuró para sí, con curiosidad.

Al abrirlo, el sonido de un tic tac fuerte y persistente comenzó a resonar. La verdad es que Morgie no era alguien que pareciera los accesorios extravagantes, pero ese había sido un regalo de su querida madre y eso lo hizo valioso.

—Hola, Morgie —James le saludó en cuanto entró en la habitación con una sonrisa despreocupada en su rostro—. Adivina quién le robó sus galletas a la princesa de corazones y vino a compartir…

La sonrisa de James estaba muy presente, al menos hasta que su atención fue captada por el sonido rítmico del reloj. Su expresión cambió inmediatamente, su cuerpo se tensó y sus ojos se abrieron con una mezcla de sorpresa y miedo. El sonido del tic tac llenaba la habitación, como si cada segundo se alargara y pesara más que el anterior.

—Qué... ¿Qué es eso? —Preguntó James con su voz empezando a temblar.

Morgie levantó la mirada, confundido por la repentina reacción de James. No era habitual ver al gran James Hook perder la compostura de ese modo.

—Es solo un reloj de bolsillo —Respondió orgie, levantándolo para que James lo viera mejor—. Me lo envió mi madre.

Antes de que pudiera terminar la frase, James dio un paso atrás, su mano temblando ligeramente mientras la llevaba a su brazo izquierdo. Los recuerdos empezaban a invadirlo. El tic tac acercándose. Ese enorme cocodrilo. Ese mocoso de Peter Pan.

—Apágalo —Dijo James, más severamente de lo que pretendía.

Morgie lo miró, confundido pero también preocupado por la evidente angustia en el rostro de su novio, entonces entendió todo de golpe.

—Mierda,  James… —Morgie dijo.

—Has qué se detenda —dijo James, señalando el reloj con su mano temblando—. Morgie…
.
James no pudo hablar más. El solo recuerdo del cocodrilo Tic Tac y su constante acecho, con ese interminable tic tac persiguiéndolo en Nunca Jamás, era suficiente para volver a encender su miedo más profundo. Había sido una sombra sobre su vida durante años desde que empezó su enemistad con Peter Pan.

Morgie cerró rápidamente el reloj, silenciando el sonido de una vez por todas. El cambio en la habitación fue inmediato; el aire parecía menos denso, y James dejó escapar un suspiro profundo mientras se sentaba bruscamente en su propia cama, como si acabara de liberarse de un peso invisible.

—Lo siento —Murmuró James, pasándose la mano por el cabello—. No debí actuar así, no fue algo propio.

Morgie se levantó y caminó hacia él, dejando el reloj sobre su cama. Tomó suavemente la manobde James, entrelazando sus dedos.

—No tienes que disculparte —Dijo en voz baja—. Quizás yo me emocioné de más con el regalo de mi madre y olvide por un momento el como te sentías con eso.

James asintió, agradecido internamente  pero aún sentía la sombra del temor rondando en el fondo de su mente.

—Es solo... ese cocodrilo no deja de persiguirme. No importa cuántas veces intente olvidarlo, el sonido de ese tic tac me recuerda que siempre hay algo acechando —Hook dijo, apretando la mano de Morgie—, algo que no puedo controlar.

Morgie lo miró con seriedad, sintiendo la vulnerabilidad de James como nunca antes la había visto.

—No estás solo en esto —dijo Morgie, acomodándose a su lado—. Sabes que si ese cocodrilo o cualquier otra cosa intenta volver, me tendrás a tu lado. No dejaré que nada te haga daño, ni siquiera un recuerdo.

James lo miró a los ojos, encontrando el consuelo qué necesitaba en las palabras de Morgie. Lentamente, su respiración se fue calmando, y el temor comenzó a desvanecerse, reemplazado por la calma y paz.

—Gracias —Susurró James, moviéndose para apoyarse contra un hombro de Morgie—. Tampoco quería arruinarte el regalo de tu madre.

—Oye, no arruinaste nada, solo voy a procurar mantenerlo lejos de ti, ¿sí? —Habló Morgie y James se relajó aún más.

Ambos permanecieron así un rato más hasta que tuvieron que salir a buscar algo para cenar esa noche.

Días después, Morgie encontró un encantamiento qué silenció el reloj, no quería volver a tener una situación.

SerpentHookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora