Camisetas

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Morgie estaba parado frente a su armario, con las manos en las caderas y una expresión de exasperación. Frente a él, James estaba apoyado casualmente contra la pared, sonriendo como si acabara de ganar un premio. En sus brazos, un montón de las camisetas de Morgie, sujetadas firmemente como si fueran su tesoro más preciado.

—Devuélveme mis camisetas, James —Dijo Morgie, intentando sonar firme, aunque había una leve sonrisa en sus labios.

—¿Y si no quiero? —James negó con la cabeza, divertido—. Estoy pensando que te ves mejor sin ellas.

Morgie rodó los ojos.

—Eso lo decidiré yo, gracias. Tengo que vestirme. Vamos a llegar tarde.

James levantó una ceja, jugando con el borde de una de las camisetas entre sus dedos.

—¿Ah, sí? ¿Y qué pasa si decido no devolverlas? ¿Qué harás al respecto?

Morgie se acercó a James lentamente, sus ojos centelleando con determinación.

—Entonces tendré que recuperarlas por la fuerza.

El desafío estaba planteado. James se echó a reír, pero antes de que pudiera reaccionar, Morgie se lanzó hacia él, intentando agarrar las camisetas de sus brazos. Sin embargo, James era rápido y esquivó el ataque, moviéndose a un lado mientras levantaba las camisetas por encima de su cabeza.

—Vas a tener que esforzarte más que eso —Dijo James con una sonrisa traviesa.

Morgie frunció el ceño, pero no estaba dispuesto a rendirse. Dio un paso más cerca, calculando sus movimientos. James lo miraba con atención, sin darse cuenta de la estrategia de Morgie hasta que fue demasiado tarde. De repente, Morgie se agachó, y en un movimiento ágil, se abalanzó sobre él desde un ángulo inesperado, atrapando a James desprevenido.

—¡Ja! —Gritó Morgie, logrando agarrar una de las camisetas y tirarla hacia atrás.

James soltó una carcajada, claramente disfrutando de la pelea.

—Vaya, parece que te estás poniendo serio.

—Dame el resto o esto se va a poner aún más serio —Amenazó Morgie, aunque su tono seguía siendo más juguetón que intimidante.

—Está bien, está bien —Dijo James, levantando las manos en señal de rendición, aunque aún mantenía las camisetas detrás de su espalda—. Pero tendrás que ganártelas.

Morgie lo miró con sospecha.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Un beso por cada camiseta —Dijo James con una sonrisa satisfecha.

Morgie entrecerró los ojos, fingiendo estar molesto, pero había un brillo de diversión en sus ojos.

—Estás jugando con fuego, James.

James se encogió de hombros.

—¿Quién dice que no me gusta el fuego?

Morgie dejó escapar un suspiro exagerado y dio un paso adelante, acortando la distancia entre ellos. Sin previo aviso, se inclinó y le dio un beso suave en los labios. James cerró los ojos, disfrutando el momento, pero antes de que pudiera profundizar el beso, Morgie retrocedió rápidamente, robándole otra camiseta de entre sus brazos.

—¡Oye! —Protestó James, aunque no pudo evitar reírse—. Eso es trampa.

—Todo es justo en el amor y la guerra —Morgie replicó mientras sacudía la camiseta en el aire como si fuera un trofeo—. Ahora, devuélveme las otras.

James lo miró con un desafío en sus ojos.

—Si quieres más, ya sabes lo que tienes que hacer.

Morgie sonrió y dio un paso más hacia él.

—Está bien. Pero esta vez, yo pongo las reglas.

—¿Ah sí? —James levantó una ceja, intrigado—. ¿Y cuáles son esas reglas?

—Cero interrupciones esta vez —Dino Morgie antes de inclinarse de nuevo hacia él, colocando una mano suavemente en la nuca de James y besándolo de nuevo, esta vez más lento y profundo.

James dejó caer las camisetas sin pensarlo dos veces, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Morgie, atrapado por la intensidad del beso. Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban un poco más rápido.

—Parece que ganaste —Murmuró James, todavía con una sonrisa en los labios.

—Siempre lo hago —Respondió Morgie con una sonrisa satisfecha, mientras se agachaba para recoger las camisetas caídas del suelo—. Pero esta vez fue especialmente divertido.

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