Cama

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La noche en la habitación de Morgie y James había comenzado de manera tranquila, pero la situación pronto se tornó cómica y embarazosa. Tras una velada llena de risas y momentos íntimos, ambos chicos se habían relajado en la cama, disfrutando de su compañía mutua. Sin embargo, el entusiasmo de su amor había ido aumentando y las ropas disminuyendo, llevando la situación a un pequeño accidente: la cama, aparentemente incapaz de soportar la intensidad de su pasión, se había roto.

En medio del desorden y el rubor, Morgie y James estaban tratando de recomponerse. Se vistieron rápidamente y mientras intentaban arreglar la situación, un sonido inesperado en la puerta hizo que ambos se quedaran paralizados. La puerta se abrió de golpe y, para su horror, entraron tres figuras que no esperaban ver a esas horas: Hades, Maléfica y Uliana, quienes habían decidido hacer una visita sorpresa. La llegada de los tres se produjo en un momento poco agraciado para ellos.

—¡Oh! —Exclamó Hades con la mirada fija en el desastre que se había convertido en la habitación de los chicos—. Bueno, esto es una sorpresa.

Maléfica arqueó una ceja, observando la cama rota y los rostros enrojecidos de Morgie y James. Uliana, aunque en parte sorprendida, parecía más interesada en burlarse que en entender la situación.

James, quien se acababa de poner un pantalón de pijama de Morgie y con una expresión de pura vergüenza, se levantó rápidamente de los escombros de la cama rota. Morgie, igualmente sonrojado, trataba de cubrirse con una manta, intentando a la vez que la situación no fuera aún más incómoda.

—Esto no es lo que parece —Dijo James, balbuceando—. Bueno, sí, es exactamente lo que parece, pero… ¡no es lo que parece!

Uliana tenía una mano sobre su boca, intentando ahogar una risa sorda.

Hades, con su característico aire de desdén, miró la escena con una mezcla de diversión y desdén.

—Vamos, chicos. No es necesario que se pongan tan nerviosos. Parece que su cama se ha dado un buen golpe.

Maléfica, cruzada de brazos, observó detenidamente.

—¿Puedo preguntar qué fue exactamente lo que pasó aquí?

Morgie, con los ojos muy abiertos, intentó hablar.

—Verán, la cama... se rompió. Pero no es como si...— Miró a James, buscando apoyo.

James, claramente en un estado de pánico, se lanzó a una explicación desesperada.

—Estábamos jugando un juego... de... de... lucha libre. Sí, ¡lucha! Y, eh, la cama no pudo soportar el movimiento.

Uliana, que estaba tratando de comprender la situación, no pudo evitar soltar una risita.

—¿Lucha? ¿De qué? ¿Espadas? —Ella volvió a reír por su propio chiste—. Bueno, parece que ambos se han esforzado bastante.

Hades, sin poder contener una sonrisa, se acercó y comenzó a inspeccionar la cama rota.

—Ah, entiendo. El viejo truco de la cama rota durante la lucha de espadas, fue tan fuerte como para incluso dejar a Hook sin su garfio.

Para ese punto James y Morgie estaban tan rojos como dos tomates frescos del huerto.

Maléfica, quien finalmente dejó qué el humor de la situación se apoderada de ella ya estaba tratando de no reírse.

—Supongo que cada uno tiene sus formas de disfrutar de la noche —Ella dijo—, solo asegúrense de no se tan bruscos la próxima vez.

Morgie y James, aún tratando de ocultar su vergüenza, intercambiaron miradas nerviosas y humilladas. Qué sus amigos se tomarán eso con burla fue peor de lo que imaginaban.

—Sí, lo haremos —Dijo Morgie, tratando de recuperar la compostura—. Gracias por ser tan comprensivos.

Hades volvió a reír por oír el profundo sarcasmo en la voz de Morgie, luego se inclinó ligeramente en una especie de gesto de despedida, todavía con una sonrisa en el rostro.

—Bueno, no quiero interrumpir más de lo necesario. Pero recuerden, ¡la próxima vez elijan una cama más resistente!

—Hades lo juro por dios… —James habló.

Maléfica, con un toque de sarcasmo en su voz, añadió:

—O al menos asegúrense de que su cama esté preparada para cualquier cosa que planeen hacer.

—Iba a invitarlos a salir, pero veo que estarán ocupados con esa cama —Uliana comentó casi sin compasión—. Adiós.

Con eso, los tres se dieron la vuelta y salieron de la habitación, dejando a Morgie y James solos en su pequeña escena de desastre. A medida que la puerta se cerraba, Morgie y James se miraron el uno al otro, y las risas nerviosas finalmente empezaron a brotar.

—Creo que debimos poner seguro en la puerta —Dijo James, su rostro aún sonrojado pero aliviado.

—Y de crear mejores excusas —Morgie dijo—, ahora ya no tienes cama.

Los dos miraron la cama rota, con los tablones de abajo destrozados y el colchón cayendo al suelo, incluso la cabecera tenía una grieta, pero quizás esa se hizo cuando la base se rompió y la caída de ambos más el colchón venció las otras partes.

—¿Quieres continuar en mi cama? —Ofreció Morgie y James sonrió.

—Creí que nunca lo preguntarías.

SerpentHookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora