James siempre había escuchado historias sobre Camelot y su rica historia de magia, caballeros, y leyendas. Pero lo que más le intimidaba era conocer a la mujer más temida y poderosa en todas esas historias: Morgana le Fay, quien también resultaba ser la madre de Morgie, es decir su suegra. Aunque Morgie le había asegurado que todo saldría bien, no podía evitar sentir cierto nerviosismo mientras el barco se acercaba a la orilla de Avalon, la isla mágica donde residía Morgana.
—Relájate, amor —Dijo Morgie, apretando suavemente la mano de James mientras el paisaje verde de la mítica Camelot se desplegaba ante ellos—. Mi madre puede ser intimidante, pero si me soporta a mí, seguro te adorará.
—No estoy tan seguro... —Murmuró James, mirando el castillo en la distancia. Porque sí, resulta que Morgie vive en un maldito castillo en medio de una pradera mágica repleta de hadas, brujas, hechiceros y criaturas molestas. No es que no supiera la historia familiar de su novio, él sabía que Morgie tenía sangre noble, técnicamente es un príncipe, o duque, realmente James no entiende como se extienden los títulos nobles.
Morgie rió, sabiendo exactamente cómo se sentía James. No era fácil conocer a la madre de tu pareja, mucho menos si esa madre era Morgana le Fay, una de las brujas más poderosas que había existido.
Cuando finalmente llegaron al castillo, fueron recibidos por sirvientes que los guiaron hacia una sala de tronos. James no podía dejar de mirar las impresionantes columnas de piedra y las enormes tapicerías que contaban la historia mágica de Camelot.
—Morgie, creo que debiste contarme un poco más de cómo era tu castillo —James susurró, impresionado aún—, esto no es lo que yo imaginaba cuando te referías a un "castillo humilde".
—¿No es humilde? —Morgie preguntó genuinamente y James prefirió dejar de hablar.
Cuando ambos llegaron a la sala del trono, la presencia de Morgana le Fay era inconfundible.
Morgana, sentada en un trono de mármol oscuro, emanaba poder. Su cabello negro como la noche caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos verde esmeralda observaban a unas cuantas hadas que volaban y emitían sonidos que James no entendía, sin embargo Morgana asentía al oírles, luego ella susurró algo y las hadas salieron por una venta. Después fue que Morgana clavó su penetrante mirada en James, viéndolo con una intensidad que lo hizo sentir como si lo estuviera analizando por completo. Llevaba una corona dorada adornada con gemas brillantes, y su atuendo oscuro y elegante solo añadía a su aire de autoridad.
Claro, Morgana le Fay, la sacerdotisa de Avalon, el ser con más poder en esa isla. Definitivamente Morgie catalogaba como príncipe.
— Madre —Dijo Morgie con una sonrisa fácil, haciendo una ligera reverencia—. Te presento a James, mi novio.
Morgana le Fay dejó que el silencio reinará por un momento antes de levantarse de su trono y caminar hacia ellos. James sintió que cada paso de ella resonaba en el suelo y en su pecho. Cuando estuvo frente a él, no pudo evitar tragarse sus nervios.
— Así que tú eres James —Dijo ella con una voz suave pero firme y sus ojos estudiando cada rincón de su ser—. He oído muchas cosas sobre ti.
James, tragando saliva, hizo una reverencia torpe.
— Señora Le Fay... es un honor conocerla.
Morgana levantó una ceja, pero una pequeña sonrisa jugaba en las comisuras de sus labios.
— Morgana está bien —Dijo ella, su tono algo más suave—. No necesitas ser tan formal... por ahora.
Morgie soltó una pequeña carcajada, sabiendo que su madre estaba bromeando para aliviar la tensión, aunque a su manera un tanto oscura. James, por otro lado, se relajó un poco, pero no del todo.
— Entonces, James —Continuó Morgana, volviendo a su trono—, ¿cuáles son tus intenciones mi hijo?
James se quedó helado, con el tenedor a medio camino de su boca. Sabía que esa pregunta iba a llegar, pero nunca había imaginado que la voz de Morgana se expresara con tanta intensidad. Pudo sentir la mirada burlona de Morgie clavada en él, claramente disfrutando de su incomodidad.
—Madre, no seas así —Dijo Morgie en voz baja.
—Yo... bueno... quiero decir... —James tartamudeó, tratando desesperadamente de encontrar las palabras adecuadas—. Mis intenciones... son... ¡Buenas! —Dijo finalmente, pero su respuesta salió más como una súplica que como una afirmación segura.
—¿De verdad? —Preguntaron ambos le Fay y eso le ganó a Morgie una mirada enojada de Morgana.
—Bromeaba —Morgie dijo riendo un poco.
—Sí, es verdad. Morgie es... increíble. No solo es poderoso y talentoso, sino que también tiene un gran corazón. Siempre está dispuesto a escuchar a los demás, y es una de las personas más leales que he conocido. Me hace sentir seguro, amado, y... Bueno, mejor de lo que nunca me he sentido.
Morgana lo observó durante unos largos segundos antes de asentir lentamente.
—Buenas respuestas —Dijo ella con una leve sonrisa—. Mi hijo siempre ha tenido un corazón fuerte, y me alegra saber que tiene a alguien que lo aprecia por lo que es.
Morgie sonrió con orgullo y puso un brazo alrededor de los hombros de James.
—¿Ves? Te dije que sería fácil.
Morgana levantó una mano y la mano de Morgie de inmediato se movió casi por sí sola para dejar de tocar a James.
—No tan rápido, Morgie. Hay algunas cosas que me gustaría saber más a fondo —Dijo ella, sus ojos aún fijos en James—. ¿Han usado protección?
Al oír aquello ambos adolescentes se sonrojaron bastante, James casi cae fulminado al suelo.
—¡Mamá! —Gritó Morgie mientras su madre sonreía burlona.
—Bien, bien, Lorelai guiará a James a la habitación donde se quedará, la cena se servirá en dos horas —Morgana explicó mientras una fauno, quien James supuso era Lorelai, se les acercó—. Mientras, Morgie puedes enseñarle el lugar a James, diviertanse cariño.
—Bien, madre —Morgie asintió y él y James empezaron a seguir a la fauno.
—Oh, y James —Morgana les llamó la atención, cuando James la miró, ella sonrió—, bienvenido a la familia Solo recuerda... si alguna vez haces daño a mi hijo, no habrá lugar en este mundo donde puedas esconderte de mí.
James asintió rápidamente, su corazón latiendo con fuerza, pero también sintiendo un poco de alivio. Era una advertencia... pero también, de alguna manera, una aceptación.
Morgie soltó una risa, tomó la mano de James y se lo siguió llevando por el castillo.
—Ya sabía que le caerías bien, amor.
Mientras dejaban el trono para recorrer el castillo, James sintió que una gran carga se le había quitado de encima. Conocer a Morgana le Fay había sido tan intimidante como esperaba, pero al menos, había sobrevivido a su primera reunión con su suegra, y por lo que parecía, ella no lo odiaba... aún.
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SerpentHook
FanfictionUna colección de drabbles románticos sobre Morgie le Fay y James Hook.