1. Ecos de desesperanza

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La ciudad  brillaba con las luces de sus rascacielos y el ruido constante del tráfico, pero para Izuku Midoriya, el mundo exterior parecía ser un lugar lejano e inaccesible. Su vida diaria estaba marcada por el dolor y el rechazo, especialmente desde que Katsuki Bakugou, su antiguo amigo, había transformado la escuela en un campo de batalla emocional.

Era un día como cualquier otro en el instituto de secundaria donde Izuku asistía. Las aulas estaban llenas de risas y conversaciones animadas, pero en un rincón apartado del patio de la escuela, Izuku estaba sentado solo en un banco, con la vista fija en el suelo. Había intentado mezclarse con los demás, pero siempre se sentía como un paria en su propio entorno. Katsuki Bakugou y sus amigos se habían encargado de hacer que Izuku se sintiera aún más aislado.

De repente, la voz desafiante de Katsuki resonó en el aire, una tormenta de arrogancia y desdén. Katsuki y su grupo se acercaron a Izuku, quienes llevaban expresiones que variaban entre la burla y la indiferencia. Izuku levantó la vista con un nudo en el estómago, sintiendo que el peso de las palabras de Katsuki era casi tangible.

—¿Qué haces aquí, Deku? —preguntó Katsuki, su tono cargado de desdén. —¿Todavía intentando encajar? ¿No te has dado cuenta de que nunca serás uno de nosotros?

Las palabras de Katsuki eran como cuchillos afilados, hiriendo no solo su autoestima, sino también su esperanza de ser aceptado. Izuku trató de responder, pero la voz le falló y sus palabras se ahogaron en su garganta.

Katsuki, disfrutando de la humillación, hizo un gesto a sus amigos, quienes comenzaron a reírse y a imitar los movimientos de Izuku de una manera cruel. La risa resonaba en sus oídos, mezclándose con sus pensamientos autocríticos. La sensación de ser una broma viviente era abrumadora.

—Vamos, Deku, ¿no te vas a defender? —dijo Katsuki con una sonrisa cruel. —Oh, claro, olvidaba que no tienes nada con qué defenderte. Solo eres una carga, ¿verdad?

El dolor en los ojos de Izuku era evidente. En lugar de defenderse, se encogió más, sus manos temblando mientras intentaba controlar el torrente de emociones que lo inundaba. La desesperación de no poder cambiar su situación y el continuo abuso se estaban volviendo insoportables.

Finalmente, el grupo se alejó, dejando a Izuku en un estado de humillación y tristeza profunda. Se quedó allí, sentado solo, con lágrimas que amenazaban con desbordarse. La gente pasaba sin mirar, ajena al tormento que estaba sufriendo.

Esa noche, mientras las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, Izuku se encontraba en su habitación, aislado en su pequeño apartamento. Su habitación estaba desordenada, un reflejo de su estado mental. En el silencio de la noche, el peso de las palabras de Katsuki y la sensación de desesperanza se hacían más intensos.

Izuku se tumbó en la cama, mirando al techo con ojos vacíos. Su corazón estaba pesado, y el dolor que sentía parecía ser una parte inseparable de él. No podía dejar de preguntarse si alguna vez podría encontrar un camino para salir de esta oscuridad.

En medio de sus pensamientos, un sonido sutil, casi imperceptible, llamó su atención. Miró hacia la ventana y vio a un hombre de aspecto extraño que lo observaba desde la calle. La figura, encapuchada y con una presencia inquietante, parecía estar esperando algo. El hombre levantó una mano en señal de saludo, y algo en su postura hizo que Izuku sintiera una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Esa noche, después de la confrontación con Katsuki y el dolor que lo acompañaba, Izuku tomó una decisión desesperada. Salió de su apartamento y se acercó al hombre en la esquina de la calle. La atmósfera estaba cargada de una tensión palpable.

—¿Qué quieres? —preguntó Izuku, su voz temblando pero llena de determinación.

El hombre lo miró con una expresión de comprensión casi siniestra. —He visto el sufrimiento que llevas contigo —dijo con una voz grave y calmada. —No tienes que seguir sufriendo. Hay un camino diferente, una manera de tomar el control que nunca has tenido.

Izuku, con el corazón pesado y la mente confundida, escuchó las palabras del hombre. La desesperación lo había llevado a un punto en el que estaba dispuesto a considerar cualquier cosa que le ofreciera una salida. El dolor de su vida actual parecía ser una prisión de la que no podía escapar, y la promesa de poder y cambio era una tentadora fuga.

—¿Qué tipo de camino? —preguntó Izuku, su voz un susurro lleno de esperanza y desesperanza.

El hombre sonrió, una sonrisa que mezclaba promesa y oscuridad. —Un camino donde puedes tomar el poder que siempre has deseado, un poder que te permitirá cambiar tu vida. Te ofreceremos una oportunidad para ser visto y respetado, incluso si eso significa tomar decisiones difíciles.

Izuku miró al hombre, sintiendo cómo la desesperación y la esperanza se entrelazaban en su mente. La idea de escapar del sufrimiento y el rechazo era tentadora, y aunque sabía que el camino que le ofrecían no era el más noble, la promesa de una nueva oportunidad lo atrajo con una fuerza abrumadora.

Con una mezcla de temor y resolución, Izuku extendió la mano hacia el hombre, aceptando la oferta y dando el primer paso hacia un futuro incierto, donde el dolor del pasado lo había llevado a un nuevo comienzo en las sombras.

















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Espero que el primer capitulo les guste!

El laberinto de la Culpa - Katsudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora