En el rincón más apartado de la base subterránea de la Liga de Villanos, la habitación de Izuku estaba iluminada por una luz cálida que emanaba de una lámpara de escritorio. Los muros estaban adornados con mapas, planos y notas esparcidas, un reflejo de su concentración en la tarea que Shigaraki le había asignado.
Izuku estaba sentado frente a una mesa llena de documentos y esquemas, su mente trabajando a toda máquina para perfeccionar el plan que demostraría su valía. Esta era su oportunidad para destacarse, para mostrar al mundo quién era realmente y qué tan capaz podía ser. Sabía que tenía que hacer algo impresionante para ganarse el respeto absoluto de Shigaraki y de la Liga, y para dejar claro que, aunque no tuviera un Quirk, su ingenio y determinación eran armas poderosas por sí mismas.
¿Cómo podría garantizar que los héroes estuvieran distraídos y desorientados durante el ataque a Hosu? Pensaba en formas de manipular los sistemas de comunicación, en técnicas para coordinar el caos y en tácticas para sacar el máximo provecho a su posición. Su objetivo no era solo causar caos; debía ser la pieza clave en el rompecabezas del plan, asegurando que el ataque tuviera el impacto máximo.
En medio de sus pensamientos, escuchó un suave golpeteo en la puerta, seguido de una voz animada.
—¿Izuku? ¿Puedo entrar?
Era Toga, su tono lleno de entusiasmo contagioso. Izuku miró hacia la puerta y le hizo una señal para que entrara. Toga apareció con una amplia sonrisa y un par de cajas en las manos.
—¡Hola! —dijo con un brillo en los ojos—. Te traigo algo.
Izuku se levantó de la silla, curioso. Toga se acercó con una gracia juguetona, colocando las cajas sobre la mesa. Su expresión era una mezcla de emoción y anticipación, claramente ansiosa por ver la reacción de Izuku.
—¿Qué es esto? —preguntó Izuku, abriendo una de las cajas con cautela. Dentro encontró una variedad de armas sofisticadas: cuchillos de precisión, una pequeña pistola de energía y varios dispositivos de comunicación encriptados. Los detalles de las armas eran impresionantes, y parecían diseñadas para ser tanto funcionales como letales.
—Pensé que te vendrían bien —explicó Toga, mirando con atención mientras Izuku examinaba el contenido de las cajas—. Sabía que te estaban dando una tarea importante y quería asegurarme de que tu trabajo fuera más fácil y efectivo. ¡No quise que te faltara nada!
Izuku se sorprendió gratamente. Sabía que Toga había hecho un gran esfuerzo para obtener estas armas, y no era algo que pasaría por alto. Sin poder contener su gratitud, se acercó a Toga y la abrazó con sinceridad.
—Gracias, Toga. Esto es más de lo que esperaba —dijo Izuku, su voz cargada de emoción genuina. No era solo un regalo; era un gesto de apoyo y confianza en él.
Toga se sonrojó ligeramente, sorprendida pero complacida por el abrazo. Se abrazó de vuelta a Izuku con una risa ligera y contagiosa.
—¡No es nada! Me alegra que te guste. ¡Quiero ver qué tan impresionante te vuelves con estas! —dijo, separándose un poco, aún con una sonrisa en el rostro.
Izuku asintió, sintiéndose renovado por el gesto de Toga. Este apoyo, esta aceptación, era algo que realmente apreciaba. A pesar de la vida que había elegido, seguía siendo humano, y estos momentos de amabilidad y compañerismo eran preciosos para él.
—Voy a asegurarme de que no solo el plan funcione, sino que también sea algo que todos recuerden —dijo Izuku, determinación en sus ojos.
—¡Eso espero! —dijo Toga con una sonrisa animada—. ¡Estoy segura de que lo harás increíblemente bien!
Con las nuevas armas en mano y una renovada sensación de propósito, Izuku volvió a sentarse frente a su mesa. Toga se despidió con un guiño y salió de la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos y planes.
Izuku pasó el resto de la noche afinando su estrategia. Cada pieza encajaba en su mente con una claridad nueva, y el reconocimiento de Toga le había dado un impulso adicional. Sabía que este ataque a Hosu sería su momento para brillar, para demostrar que no solo era un villano más en la Liga, sino alguien que podía hacer una verdadera diferencia.
Con las armas adecuadas y el apoyo de sus compañeros, estaba listo para lo que vendría. El plan estaba en marcha y su papel en él estaba más claro que nunca.
Cuando amaneció, Izuku estaba listo. La ciudad de Hosu no sabía lo que le esperaba, y él estaba preparado para hacer que el mundo supiera su nombre.
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El laberinto de la Culpa - Katsudeku
Science-FictionIzuku, atormentado por el maltrato de Katsuki y su propia sensación de insuficiencia, se encuentra atrapado en un ciclo de autodesprecio y culpa. Al no recibir la ayuda que necesita, comienza a perder la fe en sí mismo y en su sueño de convertirse e...