13. Tormenta de sentimientos

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La noche había dejado una marca indeleble en Izuku Midoriya. Tras su inesperado encuentro con Katsuki Bakugou, se había apresurado a regresar a la bodega abandonada donde la Liga de Villanos tenía su base. La tensión del encuentro y la carga emocional de la noche lo habían dejado en un estado de agitación profunda.

Al llegar a su habitación, Izuku se desplomó en su cama, su mente llena de una explosión de sentimientos. El cuarto estaba en calma, pero en el interior de Izuku, una tormenta de nostalgia y tristeza rugía sin control. La visión de Katsuki, tan diferente y distante, le había removido viejos recuerdos y emociones que creía haber dejado atrás.

Con los ojos cerrados, Izuku intentó procesar el encuentro. Recordaba a Katsuki de la secundaria, lleno de arrogancia y desprecio, pero también un reflejo de un pasado lleno de sueños y aspiraciones. La imagen de su antiguo compañero patrullando la noche, con una expresión cargada de sorpresa y confusión, lo hizo sentir una mezcla de dolor y añoranza.

—¿Qué ha pasado con nosotros? —murmuró Izuku, sintiendo el peso de sus palabras. El contraste entre su pasado y su presente se sentía abrumador. Sin embargo, a pesar de la tristeza, no sentía arrepentimiento por la vida que había elegido ahora.

Miró alrededor de su habitación, observando los mapas y documentos que representaban su trabajo con la Liga de Villanos. Había pasado años construyendo una nueva vida, forjando una identidad que ahora era parte fundamental de su existencia. La Liga de Villanos, con todos sus defectos y sombras, había llegado a ser su familia, su refugio en un mundo que lo había rechazado.

Izuku se levantó de la cama y se acercó a un estante donde guardaba sus recuerdos y herramientas. Entre los objetos había una figura de acción que representaba un héroe que una vez admiró, ahora cubierta de polvo y nostalgia. Cada pieza de su habitación era un recordatorio de la vida que había dejado atrás, pero también de la vida que había creado para sí mismo.

—No, no me arrepiento —se dijo a sí mismo, con una determinación creciente en su voz. La Liga de Villanos le había dado un propósito, un lugar donde finalmente se sentía aceptado. Aunque su camino había sido oscuro y lleno de desafíos, era el único camino que le había permitido encontrar un sentido de pertenencia.

Se sentó frente a un espejo, el reflejo de su rostro mostrando el desgaste emocional de la noche. Las lágrimas asomaron a sus ojos, pero no eran lágrimas de arrepentimiento. Eran lágrimas de tristeza por el pasado y de aceptación por el presente.

—Tal vez nunca entendamos lo que nos llevó a este punto —pensó Izuku—, pero este es mi camino ahora. La Liga es mi familia, mi lugar. No voy a dejar que un encuentro del pasado cambie lo que he construido.

Con un suspiro profundo, Izuku se levantó y se acercó a su escritorio, donde había una bola de humo que había utilizado para escapar de Katsuki. Recordó cómo Toga le había sugerido su uso para situaciones como esta, y sintió una pequeña sonrisa en sus labios al pensar en su apoyo constante.

Se tumbó nuevamente en la cama, el cansancio físico y emocional envolviéndolo. Aunque la noche había traído consigo una avalancha de sentimientos, Izuku sabía que su decisión de unirse a la Liga de Villanos era irrevocable. La vida que había elegido le había dado una familia que nunca había tenido, y esa realidad era lo que le daba fuerzas para seguir adelante.

Con los pensamientos de Katsuki y el peso del pasado aún presentes, Izuku trató de encontrar algo de paz. Cerró los ojos y se sumergió en un sueño inquieto, su mente aún agitada pero su corazón firmemente arraigado en la realidad que había elegido

El laberinto de la Culpa - Katsudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora