¿Puede una amistad de toda la vida transformarse en algo más profundo?
Jae-min y Do-hyun han sido amigos desde la infancia, compartiendo secretos y sueños en las vibrantes calles de Seúl. Mientras Jae-min busca inspiración para su música y Do-hyun...
Las luces de la tarde filtraban rayos cálidos a través de las cortinas de nuestro apartamento, creando un mosaico de sombras y destellos en el suelo del salón. Los libros y planos estaban esparcidos por la mesa, y me encontraba frente a mi computadora, tratando de concentrarme en una presentación para un proyecto que debía entregar la próxima semana. La dificultad del trabajo parecía amplificada por la sensación de desasosiego que me acompañaba desde que Min-ah se fue. La ausencia de su sonrisa y la distancia entre nosotros me dejaron con una sensación de insatisfacción que no podía ignorar.
De repente, el sonido de una guitarra comenzó a llenar el apartamento. Jae-min había decidido que era el momento perfecto para practicar. Sus acordes flotaban a través del pasillo, arrastrando consigo un aire de despreocupación que contrastaba con mi estado mental agitado. Cada nota y rasgueo parecían tener un ritmo propio, una especie de rebelión contra la seriedad de mi mundo.
—¡Oye, Do-hyun!— la voz de Jae-min llegó desde la sala, cargada de su habitual tono despreocupado. Siguió tocando acordes en la guitarra, como si se tratara de la banda sonora de mi agonía académica. —¿No es hora de que tomes un descanso?
Miré el reloj. Habían pasado apenas dos horas desde que Min-ah se fue, y ya sentía que el peso de la jornada se estaba acumulando. Mi concentración se tambaleaba, y mi frustración aumentaba. —¿No puedes esperar a que termine al menos un capítulo?— respondí, tratando de mantener mi voz lo más neutral posible.
Jae-min apareció en la puerta del estudio, con su guitarra en la mano y su cabello negro desordenado cayendo sobre su frente. Llevaba una camiseta blanca ancha y unos pantalones cortos, y los aros que de vez en cuando se ponía en su oreja y labio relucían a la luz tenue. Era la imagen perfecta de alguien que vivía al margen de las preocupaciones diarias. —¿En serio estás tan absorto en eso? Vamos Hyun, no puedes estar estudiando todo el tiempo.
Me obligué a dejar a un lado el boceto y me giré hacia él. —Sabes que tengo un montón de trabajo. No puedo simplemente dejarlo y hacer lo que sea que hagas.
Jae-min se acercó y se sentó en el borde del escritorio, mirando los dibujos con curiosidad.
—¿Es todo esto lo que haces durante el día? ¿Dibujar y estudiar? Tienes que divertirte un poco. La vida no es solo trabajo.
—Estoy seguro de que el futuro de mi carrera no se construye con tus acordes de guitarra— le respondí, intentando mantener el tono serio a pesar de que su actitud despreocupada me sacaba un poco de quicio. —Además, Min-ah me dijo que este trabajo era más difícil de lo que parecía.
Jae-min levantó una ceja, claramente divertido por mi incomodidad. —Ah, Min-ah. La chica que has estado tratando de impresionar durante meses. ¿Sabes que suena a que estás haciendo todo esto solo por ella?
Me sentí algo avergonzado, aunque traté de no mostrarlo. —No es por ella. Es por mi futuro también.
—Claro, claro — dijo Jae-min con una sonrisa, mientras comenzaba a tocar un riff de guitarra suave —Pero no puedes negar que también estás tratando de ser el "novio perfecto". Te veo. La preocupación en tu rostro cuando ella está aquí, el esfuerzo por hacer todo bien.
Me incliné hacia adelante, tratando de bloquear el sonido de la guitarra con mis manos. —Tú no entiendes. Es... Más complicado que eso.
—Es decir — continuó Jae-min sin detenerse — ¿es complicado porque estás más preocupado por no fallar con Min-ah que con tus estudios? O tal vez es complicado porque en el fondo sabes que hay algo más.
—¿De qué estás hablando?— pregunté, intentando no dejarme llevar por la conversación. Jae-min siempre tenía una manera de hacer que incluso las conversaciones triviales se sintieran como un interrogatorio.
—Vamos, no tienes que ser un genio para ver que algo no está bien— dijo Jae-min, ahora tocando acordes más suaves, como si intentara ser más comprensivo de lo que su actitud despreocupada dejaba ver—. No puedes engañarme. Siempre estás en una especie de lucha interna cuando estás con ella.
Solté un suspiro exasperado. —Es difícil explicar. Min-ah es genial, pero a veces siento que... no sé, que no encajamos del todo. Como si hubiera algo faltante entre nosotros.
Jae-min dejó la guitarra a un lado y se sentó en la silla frente a mí, mirándome con una seriedad inusual para él. —Tal vez lo que sientes que falta es lo que realmente necesitas. A veces, la gente busca llenar un vacío con lo que cree que debería tener, en lugar de lo que realmente quiere.
Sus palabras resonaban en mi mente, haciéndome cuestionar todo lo que había estado aceptando como verdad. —¿Y qué es lo que realmente quiero?— pregunté en voz baja, más para mí mismo que para él.
Jae-min se encogió de hombros, su expresión mezclando comprensión y complicidad —. No sé, pero creo que deberías empezar por averiguarlo. A veces, lo que necesitamos es dar un paso atrás y ver las cosas desde una perspectiva diferente.
Su consejo, aunque entregado con una actitud casual, llevaba una verdad que me incomodaba. En lugar de sentirme aliviado, me sentía más atrapado en mi propia confusión. Miré los bocetos esparcidos sobre el escritorio y traté de concentrarme en ellos, pero las palabras de Jae-min seguían resonando en mi mente.
Unos minutos después, Jae-min comenzó a tocar otra melodía en la guitarra, más suave y melancólica. El sonido llenaba el espacio de una manera que parecía tanto un consuelo como una distracción. Cerré los ojos por un momento, permitiéndome sumergirme en la música, aunque mi mente seguía divagando en las preguntas sin respuesta que había estado evitando.
—¿Qué estás tocando ahora?— pregunté, tratando de desviar la conversación hacia algo menos personal.
Jae-min sonrió, dejando que el sonido se desvaneciera lentamente. —Una composición nueva. Estoy tratando de capturar ese sentimiento de incertidumbre. No sé si lo estoy logrando, pero al menos intento ponerle algo de mi corazón.
—Está bien— admití, aunque no estaba completamente seguro de si me refería a la música o a la manera en que Jae-min lograba ponerle un freno a mi mente.
Jae-min se levantó y comenzó a recoger su guitarra —. Bueno, si no quieres escucharme más, al menos déjame distraerte un poco más. Quizás te ayude a despejar la mente.
No pude evitar sonreír ante su entusiasmo. —No estoy seguro de que sea lo que necesito, pero supongo que no puede hacerme daño.
La mañana avanzó mientras Jae seguía tocando la guitarra. Yo solo me concentraba en mi proyecto mientras él ambientaba con su cálida música, llegó un momento en que sacó su teléfono y se fue a su habitación sin molestarme. Aunque la mayoría del tiempo él intentaba fastidiarme, también sabía cuando necesitaba mi espacio.
Se acercó y tocó la puerta de mi habitación —Oye Hyun, voy a salir... ¿Vas a querer que te traiga algo?
—Solo trae alguna energizante que encuentres de camino.
Mientras se alejaba, me sumergí de nuevo en los bocetos y los libros, aunque mi mente seguía pensando en la conversación que había tenido. La música de Jae-min seguía resonando en mis oídos, me preguntaba si alguna vez encontraría una forma de equilibrar mis responsabilidades con mis sentimientos, o si la confusión que sentía era algo con lo que tendría que aprender a manejar, tarde o temprano.
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