Capítulo 35.

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Mudarnos a Busan no solo había sido un cambio físico, sino también emocional. El ritmo de vida era diferente, más relajado, más acorde a lo que Do-hyun y yo necesitábamos en esta etapa. Me encantaba la ciudad, pero sobre todo, me encantaba cómo ambos nos estábamos ajustando a esta nueva vida juntos. Sentía que cada día me hacía un poco más fuerte, más consciente de quién era y lo que quería, tanto en mi carrera como en mi relación con Do-hyun. Y él, por su parte, parecía estar floreciendo en su nueva universidad.

Do-hyun siempre había sido brillante. Eso lo sabía desde que éramos pequeños. Pero ahora, aquí en Busan, veía una versión aún más segura de él. Estaba en su elemento, inmerso en su carrera de arquitectura, integrándose de manera natural entre sus nuevos compañeros. Recuerdo la primera vez que me habló de su nuevo grupo de estudio; parecía tan emocionado, y esa chispa en sus ojos me decía que había encontrado un buen equilibrio.

—Me encanta esta universidad —me había dicho una tarde mientras preparábamos la cena juntos—. El ambiente es tan diferente. Es más relajado, más... libre.

Asentí mientras lo observaba. Sabía que el cambio de ambiente era exactamente lo que él necesitaba. En Seúl, con toda la atención mediática que recibíamos, especialmente por mi carrera musical, Do-hyun a veces se sentía atrapado. Los rumores eran inevitables, y aunque habíamos aprendido a ignorarlos, el daño a veces era profundo. Ahora, en Busan, lejos de las miradas curiosas, ambos respirábamos con más libertad.

Do-hyun se movía con naturalidad entre sus clases y sus proyectos. A menudo me hablaba de las estructuras que diseñaba, de los cálculos y las maquetas, y aunque no entendía todos los detalles técnicos, me encantaba escucharlo. Verlo tan apasionado por lo que hacía me llenaba de orgullo. Había encontrado su camino, y me hacía feliz saber que yo también formaba parte de su vida, de ese viaje personal que estaba emprendiendo.

Por mi parte, mi carrera musical seguía en movimiento. Después del concierto en Busan, las cosas habían ido a toda velocidad, aunque a mi ritmo. Mi equipo y yo estábamos trabajando en un nuevo proyecto, inspirado en esta nueva etapa de mi vida. La música, como siempre, había sido mi refugio, mi forma de procesar las emociones y los cambios. Sin embargo, sabía que necesitaba mantener un equilibrio.

Mi terapia con Seong-hee era fundamental para eso. Sabía lo fácil que era perderse en medio del caos de la industria, y no quería volver a cometer errores del pasado. Quería mantenerme sano, no solo física, sino también mental y emocionalmente. Había aprendido que la música no era lo único importante en mi vida; lo considerable era cómo me sentía yo, cómo cuidaba mi bienestar, para poder ser la mejor versión de mí mismo, tanto para mi carrera como para Do-hyun.

Una tarde, después de una sesión de composición en mi pequeño estudio en casa, me conecté a una sesión online con Seong-hee. Desde que me había mudado a Busan, nuestras sesiones eran virtuales, pero eso no hacía que fueran menos significativas. De hecho, sentía que, en cada conversación, mi crecimiento se hacía más evidente.

—Jae-min, has hecho un progreso increíble —me dijo Seong-hee con una sonrisa cálida, mientras tomaba algunas notas en su libreta—. No solo en tu carrera, sino también en tu relación. Puedo notar cómo te sientes más equilibrado.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Había aprendido a reconocer mis emociones, a entenderlas y procesarlas de manera más sana. Ya no me sentía tan abrumado por las expectativas externas, ni por la presión que a veces sentía sobre mis hombros.

—Gracias, Seong-hee. Creo que todo ha mejorado mucho desde que me mudé a Busan. Estar aquí, con Do-hyun, me ha dado una nueva perspectiva. Todo es... más tranquilo.

—¿Y cómo va tu relación con Do-hyun? —preguntó, inclinándose un poco hacia adelante.

Sonreí, recordando los últimos meses. Las pequeñas rutinas que habíamos construido juntos, desde desayunar en nuestra cocina hasta ver películas en el sofá por la noche. Todo se sentía tan natural, tan... bien.

—Va muy bien. Nos hemos adaptado rápido a la vida aquí, y siento que estamos más conectados que nunca. Busan nos ha dado esa tranquilidad que necesitábamos.

Seong-hee sonrió, claramente complacida con lo que escuchaba. —Es maravilloso escuchar eso, Jae-min. Mudarse y hacer tantos cambios no es fácil, pero veo que ambos están comprometidos con su relación. Eso es lo más importante.

—Sí, lo estamos. —Sentí una calidez en mi pecho al decir esas palabras, porque eran ciertas. Tanto Do-hyun como yo habíamos trabajado duro para llegar a este punto. La confianza entre nosotros, la comunicación abierta, todo eso había sido clave para superar los desafíos que enfrentamos en el pasado.

—Recuerda, Jae-min, que siempre es importante seguir trabajando en uno mismo, incluso cuando las cosas van bien. No dejes de lado tu bienestar emocional —dijo Seong-hee, como recordándome que el crecimiento nunca se detiene.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Había aprendido mucho en mis sesiones con ella, y uno de los mayores aprendizajes había sido que siempre habría algo en lo que trabajar, algo que mejorar, tanto en mí mismo como en mis relaciones.

—Lo sé, Seong-hee. Y te agradezco por estar conmigo en este camino. Realmente he sentido una gran diferencia en cómo manejo las cosas ahora.

—Es todo mérito tuyo, Jae-min. Has sido muy valiente al enfrentar tus emociones y trabajar en ellas. No todos tienen esa disposición, yo solo te he orientado un poco. Estoy muy orgullosa de ti.

Esas palabras resonaron en mí. Sentirme orgulloso de mí mismo no siempre había sido fácil, pero escuchar que alguien más, alguien como Seong-hee, reconocía mi esfuerzo, me dio una sensación de logro. Me había esforzado mucho por mantener el equilibrio, por no perderme en medio de todo lo que sucedía a mi alrededor, y saber que lo estaba logrando me dio un impulso extra.

Cuando terminamos la sesión, me quedé sentado en mi escritorio, reflexionando sobre lo que habíamos hablado. Estaba orgulloso de cómo había manejado mi carrera, mi salud mental y mi relación con Do-hyun. Estaba construyendo algo sólido, algo real, y eso me llenaba de una felicidad que no podía describir con palabras.

Después de la sesión, decidí salir al balcón. El aire fresco de Busan me ayudaba a despejarme, a pensar con claridad. A lo lejos, podía escuchar el sonido de las olas, y eso me calmaba de una manera que solo el mar podía hacerlo. Me apoyé en la barandilla, observando cómo el cielo comenzaba a teñirse de colores cálidos mientras el sol se ponía lentamente.

Minutos después, sentí los brazos de Do-hyun rodeándome por detrás. Me relajé instantáneamente, apoyando mi cabeza en su pecho.

—¿Cómo te fue en la sesión con Seong-hee? —me preguntó en un susurro.

—Bien. Ella está orgullosa de mí, y eso me hace sentir bien. Hemos hablado de cuánto he crecido en los últimos meses.

Do-hyun sonrió y me dio un suave beso en la cabeza. — Has trabajado mucho para llegar hasta aquí, Jae.

Cerré los ojos, disfrutando de ese momento con él. — Hemos hecho todo esto juntos, cada uno poniendo de su parte Hyun.

Nos quedamos en silencio por un rato, simplemente disfrutando de la compañía del otro, del sonido del mar y de la tranquilidad que habíamos encontrado en esta nueva etapa de nuestras vidas. Sabía que no todo sería perfecto, que aún habría momentos difíciles, pero en ese momento, con Do-hyun a mi lado y mi música fluyendo de manera tan natural, me sentía listo para lo que viniera.

La vida en Busan, con todas sus pequeñas alegrías, me había dado un nuevo comienzo. Y estaba emocionado por todo lo que aún quedaba por vivir.

 Y estaba emocionado por todo lo que aún quedaba por vivir

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