Capítulo 10.

45 18 3
                                    

El eco de la puerta cerrándose tras de mí aún resonaba en mi mente, un sonido agudo que parecía no querer abandonarme, mientras caminaba por las calles de Seúl, bajo un cielo encapotado y gris. Las nubes densas colgaban bajas, como si fueran una extensión de mi propio estado de ánimo, opresivas y pesadas, cargadas de algo que estaba a punto de desatarse. No era una tormenta lo que sentía, era algo más profundo y personal, como si la tempestad estuviera gestándose dentro de mí, mucho más allá de la atmósfera exterior.

El aire estaba frío, y el viento cortaba como una cuchilla, pero lo que me molestaba no era el clima. Mi mente no podía dejar de pensar en la nota que había dejado para Do-hyun en la nevera, pegada junto a todas esas pequeñas anotaciones que a veces nos dejábamos, como recordatorios triviales de las cosas cotidianas. Sin embargo, esta nota no era una más. Era una salida cobarde, una excusa barata, una forma de evitar el inevitable enfrentamiento que sabía que tendría que llegar tarde o temprano. Pero no podía quedarme allí, en ese apartamento, no después de lo que había ocurrido la noche anterior.

"Hyun, tuve que salir. No quería distraerte mientras trabajabas. Nos vemos más tarde."

Esas palabras simples y desprovistas de emoción me habían parecido la forma más adecuada de huir sin causar demasiado alboroto. Sabía que él no sospecharía, al menos no de inmediato. Nos conocíamos lo suficientemente bien como para que una nota de ese tipo pareciera algo rutinario. Pero yo sabía la verdad. Era una forma de aplazar lo inevitable, de postergar lo que sentía venir desde hace tiempo. Me sentía atrapado, enredado en una maraña de emociones confusas, contradictorias, y aunque había salido con la intención de distraerme, de desconectarme de todo, la realidad es que no podía dejar de pensar en él.

Mis pasos eran erráticos, pero mi destino estaba claro: perderme en la ciudad, como si de alguna manera las calles pudieran absorber mi confusión y darme el consuelo que buscaba. El bullicio de Seúl en la mañana era algo casi reconfortante, una especie de ruido blanco que intentaba cubrir el caos en mi interior. El tráfico, las voces, los vendedores ambulantes, todo aquello formaba parte del paisaje sonoro que intentaba usar como una manta para ocultar lo que me consumía por dentro.

La noche anterior había sido un desastre. Había intentado, sin éxito, huir de la confusión que me provocaba mi relación con Hyun. No era la primera vez que intentaba entender lo que me ocurría cuando estaba con él, pero era la primera vez que, en lugar de enfrentarlo, decidí simplemente escapar. Y huir me había llevado hasta allí, caminando por las calles de una ciudad que conocía de memoria, pero que de alguna manera se sentía ajena en ese momento. Sabía que al final tendría que enfrentarme a esa tormenta emocional, pero en ese instante lo único que quería era apagar esos sentimientos, ponerles una pausa.

Por eso, como tantas otras veces, busqué una distracción, algo o alguien que me ayudara a desconectar de esa vorágine interna. Sabía que no era la solución, pero en el fondo siempre había creído que un poco de compañía física, aunque vacía de significado real, me ayudaría a despejar mi mente, aunque fuera temporalmente. Y así, terminé buscando consuelo en la compañía de una mujer. Su nombre, su historia, incluso sus ojos y su voz, todo eso era irrelevante. Solo quería algo que me alejara de mis pensamientos.

Mientras la besaba, mientras sus manos recorrían mi piel con una urgencia que en otro momento podría haber disfrutado, mi mente no podía dejar de volver a Do-hyun. Era como si, en ese acto íntimo, su imagen se hubiera vuelto aún más vívida, más presente. Cada vez que cerraba los ojos, no imaginaba a la chica frente a mí, sino a él. Su rostro, sus gestos, incluso la forma en que respiraba cuando estábamos cerca, todo eso se había grabado en mi memoria como una especie de marca indeleble que no podía borrar por más que lo intentara.

Recordaba con una claridad dolorosa las tardes de nuestra infancia, cuando no había nada más en el mundo que nosotros dos, cuando todo era sencillo y las emociones no eran tan complejas como ahora. Jugábamos en el parque, construíamos fuertes imaginarios, soñábamos con el futuro como si todo estuviera a nuestro alcance. Do-hyun siempre había sido mi compañero de aventuras, mi mejor amigo, mi hermano del alma. Pero ahora, lo que sentía por él había evolucionado de una forma que nunca hubiera anticipado.

Try Again © [BL] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora