Capítulo 25.

25 10 1
                                    

Habían pasado dos meses desde que me fui de Seúl.

Dos meses que, a pesar de haber estado rodeado de mi familia, se sintieron extraños, como si algo faltara todo el tiempo. No era la distancia de la ciudad lo que me incomodaba, ni siquiera el hecho de estar lejos de mis amigos. Era Jae-min. La ausencia de su presencia era un vacío constante, un eco silencioso que me perseguía en cada conversación, en cada risa, en cada momento en que mi mente se quedaba quieta.

Habíamos hablado poco desde que me fui. Las primeras semanas intercambiamos algunos mensajes, tratando de mantener una fachada de normalidad, pero con el paso de los días, las respuestas se hicieron más esporádicas, más distantes. No había discusiones ni peleas, simplemente el espacio entre nosotros había crecido, como si ambos tuviéramos miedo de lo que podía salir si realmente hablábamos de lo que estaba pasando. Y en esos silencios, empecé a darme cuenta de algo que me aterrorizaba.

Tenía miedo de no volver a verlo.

Era un pensamiento que surgía en momentos de quietud, cuando mis padres hablaban y yo me perdía en mis pensamientos, o cuando me encontraba mirando el mar, recordando nuestros paseos en Jeju. Me asaltaba la idea de que tal vez, después de estos meses, ya no habría un "nosotros". Que tal vez habíamos dejado que el espacio entre ambos se volviera irreparable.

Recuerdo cómo todo comenzó a tener sentido en medio de una conversación casual con mis padres. Estábamos sentados en la sala, el sol de la tarde llenando el lugar de una luz cálida y tranquila. Hablábamos de cosas triviales, el clima, el trabajo de mi madre, las últimas noticias de la familia. Pero en mi mente, había algo más. Mi mente estaba en otra parte, pensando en Jae-min, en cómo estarían las cosas en Seúl, en cómo se sentiría él estando solo.

—Do-hyun —dijo mi padre, interrumpiendo mis pensamientos—. ¿Estás bien?

Lo miré, sobresaltado, como si me hubieran arrancado de un sueño. Había una expresión de preocupación en su rostro, algo que había visto antes pero que nunca había abordado directamente.

—Sí... estoy bien —mentí, sabiendo que era una respuesta automática. En realidad, no estaba bien. Mi mente había estado en una espiral constante, dando vueltas sobre la misma pregunta: ¿qué sentía realmente por Jae-min?

Mi madre, que estaba sentada junto a mí, me observó con una mirada comprensiva. Siempre había sido buena leyendo mis emociones, incluso cuando intentaba ocultarlas.

—No tienes que fingir que estás bien si no lo estás, hijo —dijo en voz baja, su mano apoyándose en mi brazo—. Sabemos que has tenido muchas cosas en la cabeza últimamente.

Suspiré, dejándome caer un poco más en el sofá. No quería preocuparlos, no quería hacer que se sintieran responsables de lo que estaba pasando entre Jae-min y yo, pero tampoco podía seguir guardando todo para mí.

—Es sobre Jae-min, ¿verdad? —preguntó mi madre, su tono suave pero directo.

Asentí lentamente, sin decir una palabra al principio. No había necesidad de ocultarlo más. Sabían sobre nosotros, sobre la relación que habíamos construido y las tensiones que habíamos enfrentado. Desde el principio, mis padres habían sido comprensivos, incluso cuando no entendían todo del todo. Y por eso, sentí que debía ser honesto.

—No hemos hablado mucho desde que me fui —admití, sintiendo el peso de mis propias palabras—. Al principio todo parecía estar bien, pero... ahora siento que nos estamos alejando cada vez más.

Mi padre se cruzó de brazos, pensativo. No era del tipo de persona que daba consejos a la ligera, pero cuando hablaba, sus palabras siempre tenían un peso significativo.

—Las relaciones son complicadas, hijo —dijo, con su tono calmado y medido—. No siempre es fácil mantenerlas, especialmente cuando hay distancia de por medio. Pero si realmente quieres estar con él, tienes que luchar por eso.

Mis ojos se encontraron con los de mi madre, buscando algo, alguna señal de apoyo o comprensión. Ella me sonrió, pero había tristeza en su mirada.

—¿Todavía lo amas? —preguntó suavemente, sin rodeos.

La pregunta me golpeó como un rayo. El "amor" siempre había sido una palabra que evitábamos. Incluso con Jae-min, nunca lo habíamos dicho en voz alta. Habíamos hablado de cariño, de afecto, pero el amor... esa palabra había quedado al margen, esperando a que ambos nos sintiéramos lo suficientemente seguros para decirla. Pero en ese momento, mientras mi madre me miraba con esa pregunta en los labios, me di cuenta de que el amor no era algo que se pudiera esconder más. Lo sentía. Siempre lo había sentido.

—Sí —respondí, mi voz más firme de lo que esperaba—. Lo amo. Pero tengo miedo de que él no sienta lo mismo.

Era la primera vez que decía esas palabras en voz alta, y al mismo tiempo, sentía un alivio y un miedo abrumador. Mi pecho se apretaba con la posibilidad de que Jae-min ya no me quisiera, de que estos meses de silencio hubieran sido suficientes para que él decidiera que ya no había nada entre nosotros.

—Do-hyun, no puedes dejar que el miedo te paralice —dijo mi madre, su voz llena de sabiduría—. Si realmente sientes algo por él, si lo amas, tienes que decirlo. Tienes que hablar con él, enfrentarlo. De lo contrario, podrías perderlo sin ni siquiera intentarlo.

Sus palabras resonaron en mi mente, y me di cuenta de que había estado dejando que el miedo me consumiera. Había dejado que las inseguridades, los silencios, y la distancia se interpusieran entre nosotros, cuando lo único que realmente necesitaba hacer era hablar con él. Decirle lo que sentía. Decirle que, a pesar de todo, lo amaba.

 Decirle que, a pesar de todo, lo amaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Try Again © [BL] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora