Capítulo 34.

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Mudarnos a Busan fue una decisión que nunca pensé que tomaríamos tan pronto, incluso parecía impulsiva, pero después de aquel concierto en Busan y de todo lo que habíamos vivido en los últimos meses, parecía lo más natural. Sentía que el tiempo con Jae-min había volado, pero al mismo tiempo, cada momento con él se sentía cada vez más importante, como si finalmente estuviera encontrando mi lugar en el mundo, junto a él.

Estábamos sentados en el pequeño sofá de nuestro departamento en Seúl, nuestras manos entrelazadas, como lo hacíamos casi siempre sin siquiera pensarlo. Una película sonaba de fondo, pero ninguno de los dos prestaba demasiada atención. Llevábamos un buen rato charlando sobre nuestras rutinas, y sobre cómo la vida en Seúl, aunque emocionante, se había vuelto más monótona de lo que esperábamos.

—¿Qué piensas si nos mudamos a Busan? —preguntó Jae-min de repente, rompiendo el silencio con una voz suave pero segura. Giré mi cabeza para mirarlo, y sus ojos brillaban con esa chispa de emoción que siempre me hacía sonreír.

—¿En serio? —le respondí, no del todo sorprendido, pero sí intrigado. Nos habíamos acostumbrado a la vida en la gran ciudad, pero Busan siempre había tenido un significado especial para nosotros. Era más tranquilo, más acogedor, y, sobre todo, estaba cerca de mis padres. Me alegraba la idea de poder verlos con más frecuencia, especialmente porque sabía que les hacía ilusión que estuviera más cerca.

Jae-min asintió, con esa sonrisa traviesa en su rostro. —Sí, lo estuve pensando. Además, podríamos tener un lugar más grande, sin tanto ruido de la ciudad... Sería como empezar de nuevo en otra ciudad.

La idea de empezar de nuevo me llenó de una calidez que no había sentido en mucho tiempo. Habíamos recorrido un largo camino desde esos primeros días de incertidumbre, de dudas y de nervios. Ahora, todo parecía más claro, como si nuestras vidas finalmente estuvieran tomando forma de la manera en que siempre habíamos soñado, aunque a veces ni siquiera sabíamos qué soñábamos.

—Me encanta la idea —dije después de un momento de reflexión—. Además... Mi universidad tiene convenio con una de las mejores universidades de arquitectura en Busan y, podría seguir mis estudios sin problemas.

Jae-min se levantó del sofá y me miró emocionado, tirando de mis manos para que me levantara con él. —¡Perfecto! ¡Mudémonos a Busan entonces!

Ambos comenzamos a reírnos, llenos de esa energía que solo se siente cuando estás a punto de tomar una gran decisión en la vida. Pero era para bien.

Un mes después, ahí estábamos, desempacando cajas en nuestro nuevo departamento en Busan. Era mucho más amplio que nuestro pequeño espacio en Seúl, con una gran ventana que daba una vista increíble de la ciudad. Aunque el espacio era mayor, solo habíamos optado por tener una habitación, con una cama tamaño King en el centro. Esa decisión fue más simbólica que práctica. Era nuestra manera de decirnos a nosotros mismos que este paso lo estábamos dando completamente juntos, como pareja.

Cada rincón del departamento lo habíamos elegido juntos: desde el sofá gris claro que ahora estaba en la sala hasta las cortinas azules que colgaban de la ventana de nuestra habitación. Todo tenía un toque de ambos. La cocina era uno de mis lugares favoritos. No es que fuera un gran cocinero, pero me gustaba la idea de poder hacer el desayuno para Jae-min mientras él trabajaba en su música en el pequeño estudio que habíamos montado al lado de la sala.

—¿Crees que deberíamos comprar algo más para el departamento? —pregunté mientras sacaba un par de libros de una de las cajas y los colocaba en una estantería.

Jae-min estaba revisando algunos cables de sonido que necesitaba para grabar, pero se detuvo para mirarme y sonrió. —Creo que tenemos todo lo que necesitamos. Aunque algo de vida como una mascota no nos haría mal.

Try Again © [BL] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora