Capítulo 7.

40 21 2
                                    

La rutina de la universidad seguía su curso, pero la dinámica entre Min-ah y yo había cambiado drásticamente. Las conversaciones que solían ser naturales y fáciles ahora se sentían forzadas, como si cada palabra estuviera cargada de una tensión que no podía ignorar. La distancia que estaba creando entre nosotros no era solo física, sino también emocional. Me encontraba buscando consuelo en lugares y personas que antes no había considerado, y Jae-min se había convertido en mi refugio inesperado.

Cada vez que estaba con Min-ah, me sentía atrapado entre la necesidad de ser honesto y el miedo de herirla. Ella, al parecer, había notado el cambio en mi actitud, y nuestras interacciones se volvían cada vez más cortantes. Pasé a dedicarme más a mis estudios y, en mis ratos libres, a estar con Jae-min, buscando una distracción que, aunque momentánea, me proporcionaba algo de alivio.

Una noche, mientras el cielo de Seúl se oscurecía y el frío comenzaba a instalarse, Jae-min me invitó a ver una película en el departamento. El plan era sencillo: una noche tranquila con algunas palomitas y una película que nos hiciera reír. Sin embargo, a medida que la noche avanzaba, supe que la tensión que había entre nosotros iba a estar presente, incluso en una noche tan aparentemente inofensiva.

—¿Qué película vamos a ver hoy? —preguntó Jae-min, rebuscando en todas las películas del canal streaming mientras yo me acomodaba en el sofá.

—No sé, elige tú —respondí, mi voz un poco más fría de lo que hubiera querido. La verdad es que no me importaba la película, lo que me importaba era la compañía y cómo eso me hacía sentir.

Jae-min eligió una comedia romántica que, aunque no era particularmente interesante, tenía el efecto deseado de distraernos de nuestras propias preocupaciones. Nos acomodamos en el sofá, y al principio, la conversación fluyó con facilidad. Hablábamos de trivialidades y hacíamos bromas, intentando recuperar algo de la ligereza que solíamos compartir. Pero a medida que la película avanzaba, noté que los roces entre nosotros se volvían más frecuentes, más intencionales.

—¿Recuerdas cuando intentamos hacer una película en la escuela secundaria? —preguntó Jae-min, su tono ligero y divertido mientras se recostaba más cerca de mí en el sofá.

—Sí, fue un desastre total —respondí, sonriendo a pesar de mí mismo—. Nos olvidamos de la mayoría de las líneas.

Ambos nos reímos, y por un momento, la tensión se desvaneció. Sin embargo, a medida que la película llegaba a sus momentos más sentimentales, no pude evitar notar cómo la proximidad física entre Jae-min y yo se sentía diferente. Nuestros brazos se rozaban constantemente, y cada vez que sus dedos tocaban accidentalmente los míos, sentía una chispa de electricidad que no podía ignorar.

—¿Te gustan este tipo de películas? —pregunté, tratando de romper el silencio incómodo que se había instalado.

—Más o menos —dijo Jae-min, su voz más suave de lo habitual—. Pero creo que es un buen escape.

Levanté la vista para mirarlo, y noté que su mirada se había suavizado, sus ojos fijos en la pantalla, pero sin realmente verla. Era como si también estuviera distraído, atrapado en sus propios pensamientos.

—Sí, un escape —repetí, sintiendo que esas palabras resonaban en mi mente. A veces, el escape que buscábamos no era solo de las películas, sino de lo que realmente nos preocupaba.

Sin darme cuenta, me acerqué un poco más a él, y Jae-min no se apartó. El contacto entre nuestros cuerpos se volvió más evidente, y aunque no había un beso ni un abrazo, la cercanía era palpable. A veces, sentía su respiración cerca de mi rostro, y me sorprendí deseando que esos pequeños roces se convirtieran en algo más.

La película llegó a su clímax romántico, y un abrazo entre los protagonistas en la pantalla hizo que me sintiera incómodo. No era solo la película, sino el reflejo de lo que estaba sucediendo entre Jae-min y yo. El deseo de acercarnos más, de cruzar esa línea que nunca antes habíamos considerado, estaba creciendo, pero la confusión seguía siendo una barrera.

—No puedo creer que se haya acabado —dijo Jae-min, levantándose del sofá mientras la película llegaba a su fin—. ¿Quieres ver otra o prefieres hacer otra cosa?

—Podemos hacer otra cosa —dije, sintiendo que la noche necesitaba un cambio de ritmo—. ¿Qué te parece si nos preparamos un té?

Jae-min asintió, y ambos nos dirigimos a la cocina, él se dirigió a conseguir las tazas y a llenar el hervidor con agua, y yo a buscar las bolsas de té. Jae se apoyó en la cocina y se me quedó viendo un instante.

—A veces, la mejor manera de aclarar las cosas es alejarse un poco —dijo Jae-min, su tono pensativo mientras caminábamos—. ¿Cómo te has estado sintiendo últimamente?

La pregunta, aunque aparentemente casual, hizo que mi corazón se acelerara. Sabía que no podía evitar hablar sobre lo que sentía, pero también sabía que no estaba listo para revelar todo. El dolor y la confusión que sentía eran demasiado profundos para compartirlos sin preparación.

—No sé, supongo que estoy... confundido —respondí, finalmente, mi voz cargada de pesar—. Todo ha cambiado y no sé cómo manejarlo.

Jae-min me miró con una mezcla de preocupación y comprensión. —A veces, la confusión es solo una señal de que necesitamos tomarnos un tiempo para entender lo que queremos.

—Sí, tal vez tengas razón —dije, suspirando—. Pero ¿y si nunca llego a entenderlo?

—Nunca se sabe hasta que lo intentas —respondió él, dándome un ligero codazo en las costillas—. Y mientras tanto, siempre puedes contar conmigo.

Agradecí su apoyo, pero la verdad era que las palabras eran solo una pequeña parte de la solución. Lo que realmente necesitaba era tiempo para ordenar mis sentimientos, para entender lo que realmente quería y lo que significaba para mí. La cercanía entre Jae-min y yo seguía creciendo, pero la falta de comunicación clara mantenía nuestras emociones en una especie de limbo, sin resolución.

Cuando el agua ya había hervido, nos preparamos nuestros tés cada uno, y lo tomamos mientras conversábamos en la cocina. Jae-min y yo compartimos un último saludo antes de que nos separáramos para dormir. Me recosté en mi cama, sintiendo el peso de la incertidumbre y la confusión.

La relación que compartía con Jae-min estaba en un punto crítico. La cercanía física y emocional entre nosotros era innegable, pero también lo era el hecho de que ninguno de nosotros estaba dispuesto a dar el paso final. La tensión que se había acumulado no solo era entre nosotros, sino también dentro de mí. Mis sentimientos por él estaban creciendo, pero el miedo a lo desconocido y la preocupación de cómo podría afectar nuestra amistad me mantenían en un estado de indecisión constante.

Me giré en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda, pero el pensamiento de lo que había sucedido entre Jae-min y yo seguía rondando en mi mente. La necesidad de resolver mis propios sentimientos se mezclaba con el deseo de mantener la amistad intacta, y en ese momento, sentí que estaba atrapado entre dos mundos que no podía reconciliar.

La noche se alargó, y mientras me adentraba en un sueño inquieto, sabía que el próximo paso sería crucial. La amistad con Jae-min estaba en juego, y lo que sucediera a continuación dependería de nuestra capacidad para enfrentar nuestras emociones y decidir qué camino seguir.

 La amistad con Jae-min estaba en juego, y lo que sucediera a continuación dependería de nuestra capacidad para enfrentar nuestras emociones y decidir qué camino seguir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Try Again © [BL] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora