Capítulo 27.

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El sonido del cerrojo girando me sacó de mis pensamientos. La puerta se abrió rápidamente. Tenía razón. Jae-min parecía esperar que yo volviera a su habitación del hotel.

—Jae-min... —murmuré, con la voz algo temblorosa.

Antes de que pudiera decir algo más, lo vi dar un paso hacia mí, cerrando la distancia entre nosotros de manera instintiva. No me dio tiempo de seguir hablando. Me tomó por sorpresa, atrapándome en un beso lleno de desesperación, de una necesidad que había estado reprimida durante demasiado tiempo.

Su boca se movió con fuerza sobre la mía, sin pedir permiso. Un beso que parecía que estaba encontrando agua en medio del desierto, necesitado, urgido. Respondí inmediatamente, devolviendo el beso con la misma intensidad. Mis manos buscaron su rostro, acariciando sus mejillas suaves, sintiendo su piel cálida bajo mis dedos. Había pasado tanto tiempo desde que lo había tocado así, desde que habíamos estado tan cerca.

El mundo alrededor desapareció. Ya no estábamos en el pasillo de un hotel. No me importaban los meses de distancia ni el dolor que habíamos causado. Solo estábamos él y yo, tratando de encontrarnos de nuevo en medio del caos de nuestras emociones.

No sé quién de los dos cerró la puerta, pero lo siguiente que supe fue que estábamos dentro de la habitación, esquivando todo lo que había, hasta que dimos con el borde de la cama mientras seguíamos besándonos con la misma desesperación que antes. Jae-min me empujó hacia la cama, su cuerpo presionando el mío mientras nos dejábamos caer sobre las sábanas. Todo se sentía frenético, como si estuviéramos tratando de recuperar todo el tiempo perdido en cuestión de segundos.

Sentí sus manos deslizándose por mi espalda, tirando de mi camiseta, buscando más contacto, más piel. Su respiración era errática contra mi cuello, y yo apenas podía pensar. No había palabras, solo el sonido de nuestras respiraciones mezclándose, el calor de su cuerpo sobre el mío, la familiaridad de todo lo que éramos.

Me aparté por un segundo, mis ojos buscando los suyos. Sabía que este momento era importante, que había mucho más en juego que solo la necesidad física que ambos sentíamos. Había algo más profundo, algo que necesitaba salir a la superficie.

—Jae... —susurré, tratando de calmarme, aunque mi corazón seguía martilleando en mi pecho.

Jae-min se detuvo, mirándome a los ojos, su respiración aún pesada. Tomé su rostro entre mis manos, acariciando su mandíbula con mis dedos, intentando transmitir con mi toque todo lo que no había podido decirle antes.

Jae-min me levantó ligeramente, sus manos firmes recorriendo mis costados mientras deslizaba la camiseta sobre mi cabeza, tirándola a un lado sin pensarlo. Su mirada me recorrió de arriba abajo, su respiración volviéndose pesada. Antes de que pudiera decir algo, él ya estaba deshaciéndose de la suya, revelando su piel algo sudada, ese cuerpo que conocía demasiado bien, pero que en ese momento me parecía más deseable que nunca. Sentir su calor contra el mío, la firmeza de su pecho, me hizo estremecer. El aire entre nosotros se volvió denso, cargado de electricidad. Nos movimos despacio, en silencio, como si estuviéramos saboreando cada segundo.

El peso de su cuerpo sobre el mío era algo que había extrañado profundamente, una especie de refugio en medio del caos de emociones que habíamos atravesado. Sus caderas se movían con lentitud, sincronizadas con las mías, su pelvis apretándose contra mí. La sensación era intensa, y todo a nuestro alrededor desapareció, dejando solo el contacto de nuestra piel y el ritmo lento que nos envolvía. Era como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros, como si el mundo exterior no importara.

Nuestras manos se deslizaban por los cuerpos del otro, sin prisa, cada toque encendiendo una chispa que recorría mi piel, haciéndome sentir vivo. Cada roce, cada caricia, me llevaba más allá, despertando un deseo que crecía con cada segundo. Me aferré a sus hombros, mis dedos clavándose en la piel de su espalda, necesitando más. El roce de sus labios en mi cuello me arrancó un gemido involuntario, y su boca se movió lentamente, saboreando mi piel. Sentí cómo cada beso encendía un fuego en mi interior, un calor que se extendía por todo mi cuerpo.

Try Again © [BL] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora