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BESOS DE MIEL

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BESOS DE MIEL

Los adolescentes caminaron un poco por el centro, mientras platicaban de cualquier tontería, hasta que llegaron al puesto de Santos, un vendedor de dulces.

—Hay, borrachos, jamonsillos, palanquetas, pepitas, alegrías, turrones, mazapanes, camotes, llévelos, llévelos ¿Que le vamos a dar?—ofreció el hombre a las personas que pasaban, hasta que llegaron dos niños de no más de 10 años, así que Iris y Leo se acercaron.

—Hola, Santos ¿Qué tienes?—preguntó el niño mientras observaba la pequeña mesa con los dulces en está.

pos ¿Qué no oíste? Hay, borrachos, jamonsillos, palanquetas, pepitas, alegrías, turrones, mazapanes, camotes, llévelos, llévelos ¿Qué le vamos a dar?—cuando los niños estaban a punto de hablar Iris y Leo llegaron al puesto haciendo que los niños rueden los ojos, algo que no paso desapercibido por Iris.

Ash, ya llegó la lengua de calambre—Leo se sintió avergonzado y algo enojado, pero no dijo nada, en cambio Iris, contesto.

—¿Qué les pasa, niños? ¿En su casa no les enseñaron que a las personas se les respeta? Y  más a las personas que son mayores que ustedes. Así que, si no van a comprar nada, mejor váyanse y dejen de molestar a las personas, niños malcriados—Santos y Leo se quedaron perplejos, quietos en su lugar—Hola, Santos—lo saludó con una sonrisa en el rostro.

—Hola, Iris—vió el rostro desanimado de Leo, así que volvió a hablar—animo, muchachos, no se achicopalen, miren, una alegría, para que se me pongan contentos—les regaló uno de sus dulces, haciendo que los dos adolescentes lo coman con gusto, no sin antes decir un "gracias, Santos".

Oye, Santos ¿Tú crees en la bruja de la vieja casona?—pregunto Leo mientras comía gustosamente su dulce, Iris lo volteo a ver, esperando la respuesta del hombre.

—¡Hay, chamacos! Ya están grandes para creer en esas cosas—comenzo a reírse ante la pregunta.

—Entonces ¿No está embrujada?—Preguntó la única chica mientras terminaba de comer su dulce.

Nombre, no. Esa casona está como la vieja de mi compadre, completamente abandonada, pero, porque hasta ahorita naide ha tenido el dinero pa' comprarla—Iris y Leo se miraron con los ojos abiertos, eso no lo sabían—pero déjenme contarles un secreto, acá entre nos, estoy juntando dinerito y yo mesmo me la voy a comprar. ¡Ansina mero! Y voy a poner la dulcería más grande de Puebla. Y acá entre cuates, tienen que enfrentar sus miedos, chamacos, y como primer paso pa' ser unos chicos valientes, deberían animarse a entrar a la vieja casona—Iris interrumpió al mayor.

𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋      | Leo San Juan ˡᵃˢ ˡᵉʸᵉᶰᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora