diecinueve

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BESOS DE MIEL

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BESOS DE MIEL

—Mierda—Leo golpeó el piso pues su camafeo había quedado atrapado debajo de unas rocas.

Con algo de dificultad se levantó del suelo, mientras Iris quitaba las rocas para tomar el camafeo.

—Hay algo aquí—le dice la pelinegra, mientras que con su mano tocaba el objeto y el colgije.

Le pasó el colgije a Leo y se inclino un poco más para sacar el objeto, haciendo que su blusa (todavía mojada) revelará un poco de sus pechos.

—¡Este es!—saco del trance al chico y despegó la mirada—hay que buscar la tumba, Leo—comenzo a ver por todas partes.

Mientras buscaban un lamento profundo y doloroso resonó en el aire. Iris y Leo giraron sobre su mismos y fue cuando la vieron.

La llorona con un movimiento abrupto extendió sus batiz y se abalanzó sobre ella con una fuerza descomunal haciendo que se levante del suelo.

La pelinegra sintió como el aire se le escapaba de los pulmones mientras era elevada hacia la oscuridad.

—¡Sueltala!—la llorona volteo hacia Leo y una mirada llena de ira inundó su rostro.

Soltó a Iris dejándola caer en el vacío, haciendo que cierre los ojos y espere el impacto, cosa que segundos después sucedió. Su nariz comenzó a sangrar y tenía varias heridas.

Ahora se abalanzo contra Leo, haciendo que suelte el nombre de la tumba, Iris se levantó del suelo como pudo y fue por el pedazo de tumba.

—¡Chillona! Suelta a los San Juanitos o se te va a secar la mano—apareció Kika con un palo en su mano. La mirada de la llorona se suavizó y se acercó lentamente hacia ella, a lo que Iris aprovecho y corrió a ayudar al castaño—¡Atrás, atrás demonio!—Kika la amenazaba con el palo.

Mientras Kika se defendía Iris habló.

—Ayuda a Kika, yo buscaré la tumba—corrio hacia una de las paredes y comenzaba a buscar los nombres de los niños.

Al no encontrar nada voltea con Leo y lo veo tumbado en el suelo junto con Kika, mientras se quejaba. Iris al ver las intenciones de la llorona le habla.

—¡Llorona! ¡Ven por mi!—el espectro voltea con los ojos inyectados en sangre y la ira—tengo tu marca—con miedo enseñó la muñeca y está seguía igual de roja que antes.

La llorona se acercó rápidamente hacia ella y la aventó contra una de las tumbas haciendo que se golpeé la cabeza, aventó con su mayor fuerza el nombre y Leo lo tomo para correr como pudo hacia la tumba.

La llorona ahora fue hacia Leo.

—Aqui está la tumba de tus hijos...—guardo silencio al verla igualmente enojada, lo tomó y subió en el aire, lo más alto que pudo, hasta que rompió la parte de arriba de la iglesia y subió al cielo.

𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋      | Leo San Juan ˡᵃˢ ˡᵉʸᵉᶰᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora