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BESOS DE MIEL

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BESOS DE MIEL

—Iris—intento acercarse a la chica, sin embargo está lo detuvo.

—No quiero hablar contigo, Leo—el chico agachó un poco la cabeza, sabía que se encontraba enojada—al menos no por ahorita—los presentes volvieron a sentir la tensión entre los dos adolescentes, sin embargo no dijeron nada.

—hola, niño—le dijo el alebrije acercándose hacia Leo—niño, papi, los dueños de esta casona se trajeron de España una armadura de adorno y venía con fantasmas incluido—se burló de don Andrés al ver qué lo señalaba con su espada—yo soy ¡El alebrije de la biblioteca!—le dijo.

—Yo Leo—dijo algo nervioso y tenso, pues no le gustaba que la pelinegra este enojada con él.

—¿Tú lees? ¡Sublime! —El castaño se confundió—hasta que vino alguien con inquietudes intelectuales por aquí—Iris rió un poco junto con el fantasma, ganándose la atención del chico—¿Oíste? Podemos conversar los versos de Liliana o Cervantes, mira, tengo la obra completa—le aventó unos libros a lo que Leo ágilmente los agarró para que después se le cayeran—no,no, tengo algo más apropiado para ti, los diálogos socráticos de platón con prólogo en latín. No, no—se corrigió emocionado—en latino, a leguas se ve que no le atinas—terminó.

—Me llamo Leo de Leonardo, es decir si leó, pero además soy Leo—le explica detenidamente al alebrije, y se nota confundido.

—Lo que el patán quiere decir, alebrije, es que se llama Leonardo y de apodo le dicen Leo—Iris asintió sentada aún lado de él, haciendo que algo de celos se instalen en el cuerpo de Leo.

—ubícate papi, ubicate. Esta es una biblioteca ¿Lees pero no lees? Eres un analfabeta funcional—de repente llegó un perico extraño, pues la mitad de él era esqueleto.

La chica abre nuevamente los ojos, sin embargo, ya no está tan sorprendida por lo que ha encontrado en esa casona.

—Se llama gasnate—le dijo Tadeo—y repite todo lo que escucha—pues estaba repitiendo lo que había dicho el alebrije.

—Madre mía, pero si es un pterodáctilo prehistórico—don Andrés les decía a todos algo conmocionado—Yo os salvaré—

—¿Y haz recogido todos estos libros con magia?—Iris se metió en la plática, mientras se levantaba de la mesa.

—No, los junte pidiendolos prestados—el alebrije se rió ante la mueca que hizo Iris.

—papi, yo lo sé todo, todo—la pelinegra conocía como la palma de su mano al castaño, y sabía que preguntaría lo mismo que ella.

—¿Sabes dónde está mi hermano?—pregunto con entusiasmo el chico.

—oye no, tampoco ¿Por qué tú y la muchacha preguntan lo mismo? Se conocen—cuando Leo iba a contestar Iris se acerca un poco más, para ponerse al lado de Leo.

—eso pensaba yo, alebrije. Pero me dejo sola a mitad de la noche, ¡en los callejones!—si, se encontraba indignada—Lo podria esperar de su hermano, pero de él ¡Jamás! Ya veo que no lo conozco lo suficiente—si, se parecía a Teodora, pensó el fantasma.

Después de discutir por unos minutos más, el alebrije y don Andrés les dijeron el como llegar hacia donde se encontraba la nahuala, bueno, solo les dijeron que cruzarán la única puerta d ella biblioteca.

—¡Adiós alebrije, adiós Don Andrés!—se despidió Leo, mientras Iris solo se despedía con la mano.

Los dos adolescentes (y el fantasma) se encontraban caminando por un largo pasillo oscuro y de roca (pues era como una cueva. El lugar se encontraba demasiado incómodo para los tres presentes, pero ninguno decía algo.

—¿Tú amigo está enojado?—le susurro en el oído a la chica a lo que ella se volteó a verlo burlona.

—Pues claro, le dijiste patán—se rió un poco, tratando de disimular su nerviosismo e incomodidad.

—Se lo merece, no me cae tan mal, eh—volvió a susurrar.

Leo solo escuchaba los murmullos de los dos chicos detrás de él, sus nudillos se pusieron blancos de la fuerza que ejercía, mientras una vena en el cuello se hacía presente ante como apretaba la mandíbula, a él no le caía para nada bien.

—¿Pueden guardar silencio? Nos puede descubrir gracias a sus murmullos—su voz salió dura y seria.

El fantasma abrió la boca y los ojos sorprendido (y algo burlón), mientras Iris solo carraspeo un poco.

—Esta celoso—se rió en el oído de la pelinegra.

Ella negó y cuando estaba apunto de decir algo Leo se da la vuelta y se encamina hacia ellos.

—¿Viniste a salvar a Nando, no? Pues concéntrate en el puto camino y no estés coqueteando con este imbécil—La mirada de Iris cambio a una totalmente seria.

El fantasma se dio cuenta que se acercaba una discusión, así que simplemente desapareció en el aire, sin embargo nadie lo noto.

—¡¿Qué demonios te sucede?!—y ahí fue cuando Leo estalló—No te entiendo Iris..

—¡Yo soy la que no te entiendo, Leonardo! Me dejaste sola, dándome a entender que no te importó y ahora me demuestras lo contrario—le reclama la pelinegra y el chico cierra los ojos ante la frustración.

—Entinede que te deje sola, porque Nando está en peligro—elevo su tono de voz.

—¿Y soy un estorbo?—se le entrecorto la voz—Dime, Leo ¿Soy un estorbo para ti?—Leo negó rápidamente—Entonces ¿Por qué me hiciste sentir eso? Yo estaba dispuesta a entrar contigo, a encontrarlo juntos. Pero tú,  tú te fuiste—reprimio las lágrimas que tenía acumuladas en sus ojos.

—Pues parece que no te importa salvar a Nando—su voz se volvió más grave y sus venas se saltaron, estaba enojado.

—¿Disculpa?—Iris nunca pensó que eso vendría de él.

—Solo veo como le sonríes y te ríes con ese imbécil, y parece que no te importa ni una mierda en la situación que estamos—la rabia comenzaba a formarse en Iris.

—Leo ¿Te estás escuchando?—dijo incrédula—¡Te importe un mierda y te fuiste! Vine a salvar a Nando y a salvarte  ¡A ti!—su dedo se estampó en el pecho del castaño—Él fue el único que me ayudó, a él no le importó que fuera una puta desconocida y decidió ayudarme, me estaba ayudando a buscarte ¡A ti! Te encuentro y comienzas a reprocharme.

—Nadie te dijo que necesitaba de tu ayuda—el castaño rápidamente se arrepintió de sus palabras.

—Entonces, vete a la mierda, Leonardo.

𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋      | Leo San Juan ˡᵃˢ ˡᵉʸᵉᶰᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora