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BESOS DE MIEL

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BESOS DE MIEL

La habitación estaba completamente abandonada, una capa de polvo cubría todo lo que había en esta, tenía una decoración antigua como si fuera un cuarto de la realeza, cortinas rojas (casi cafés) rotas y arañadas, un enorme ventanal que estaba totalmente cubierto por ladrillos y un colchón viejo.

La pelinegra con pasos tímidos se adentro más en la habitación y mientras lo observaba habló.

—¿L-leo? ¿Fernando? ¿Están aquí?—su voz salió un poco baja y entrecortada por el miedo.

Se paró enfrente del colchón y un enorme cuadro le llamo la atención, era de un chico, no lo conocía. Nando no había hablado de él en su leyenda. El chico era atractivo, mucho a decir verdad.

En la pintura se podía observar su cabello castaño oscuro (lo más probable es que el polvo lo haya deteriorado) parecía estar alto y esbelto, su peinado algo despeinado, sus ojos resaltaban en la pintura, un azul profundo lo que hacía que su mirada fuera penetrante e intensa, su piel es clara y tiene facciones definidas, con una mandíbula marcada y labios delgados.

La pintura era hipnotizante para la pelinegra, no la podía dejar de ver, le transmitía miedo y curiosidad.

Su mirada se alejo de la pintura al sentir una respiración en su cuello, su cuerpo se tenso y rápidamente salto un poco de su lugar, cuando intento retroceder choco con algo, exaltada se dio vuelta, encontrándose con un piano. Era grandísimo, negro y con unos toques dorados, aunque estaba lleno de polvo parecía que alguien lo había estando tocando. Un jarrón azul contenía dos flores marchitas, sus pétalos de un verde pálido con bordes teñidos en tonos rosados y secos, sus tallos delgados y sus hojas marchitas le daban un toque desvanecido.

—Veo que te gustan mis rosas—el mismo chico de la pintura estaba frente a la pelinegra.

Lleva una chaqueta azul marino combinado con una camisa blanca de cuello, sus pantalones son blancos y rectos, junto un cinturón negro, dándole un toque elegante.

Iris tenía los ojos abiertos, su piel más pálida de lo normal y la piel erizada. No podía creerlo, el chico parecía aparentemente normal, sin embargo su piel era transparentosa y parecía no estar tocando el suelo.

—¿E-eres un fan-fantasma?—su voz salió chillona y bajita, aparte de tartamudear.

—Eso creo—se sentía el ambiente algo tenso, aparte que el joven irradiaba superioridad por todas partes—Dime, muñeca  ¿Que haces por aquí? ¿No te advirtieron de la nahuala?—le dio vueltas a la pelinegra viéndola de arriba a bajo.

—vengo a sal-salvar a mis amigos—el joven paro en seco y hablo.

—Asi que ¿Una niña valiente?—pregunto coqueto—tu amigo es un tal ¿Chisguete?—tomo la rosa marchita entre sus dedos y la olfateo—algo vieja, pero sirve. Permíteme presentarme, soy Tadeo Villavicencio—tomo la mano de la chica y dejo un casto beso en ella.

—Soy Iris, Iris Villanueva—con algo de miedo contesto, pero el chico podría ser de ayuda—¿Haz visto a Leo?—él negó.

—puedo ayudarte a buscarlo, pero a cambio quiero algo, muñeca. Quiero que toques el piano para mí—ella asintió rápidamente, aunque olvidó que ella no sabía tocar ese instrumento. Quitó el tallo de la rosa cuidadosamente para después depositarla suavemente en su cabello.

—¿Qué pasó en esta casona?—preguntó la pelinegra mientras observaba al chico.

—Era día de muertos, mi padre había invitado a personas de nuestra clase a una ceremonia, la cocinera se convirtió en la nahuala y los asesinó. Mi hermana salió de su habitación al escuchar gritos y al ver la escena rápidamente vino conmigo, la nahuala nos encontró y al querer defenderla me  asesinó al igual que a Teodora—su voz era de tristeza al igual que el relato.

—Lo lamento mucho—con un poco más de confianza se atrevió a hablarle.

—Eres muy valiente al entrar a la casona sola. Y para que no te dé miedo te acompañaré—el joven puso una excusa.

Antes de que pudieran seguir hablando el piano comenzó a moverse de un lado a otro, como si estuvieran en un sismo.

—¿E-eso es normal?—preguntó la pelinegra a lo que Tadeo negó algo serio.

—Es la nahuala, sabe que estás aquí—tomó su muñeca y se encaminaron hacia la puerta—hay que salir de aquí—las patas del instrumento se movían de un lado a otro, con violencia golpeaban el suelo de madera.

Parecía como si una fuerza sobrenatural lo empujara, las teclas emitían un lamento disonante, cuando el castaño estaba apunto de abrir la puerta el suelo tembló bajo sus pies y una enorme grieta se abrió de repente extendiéndose como un rayo, en un instante el suelo se partió en dos, revelando un profundo abismo oscuro del que amenaba un calor sofocante y un Resplandor rojo.

A través de la grieta llamas danzantes comenzaron a surgir, iluminando las paredes  con un brillo macabro. Los dos chicos dieron un grito de desesperación, Iris dio un paso atrás, consiente de que cualquier paso en falso podía terminar fatal.

El horror se apoderó de Iris al darse cuenta que Tadeo ya no estaba a su lado, su cuerpo yacía en el suelo, sin vida. La imagen era terrorífica, su cuello tenía una gran abertura y sangre brotaba de está, dándose cuenta que realmente así había fallecido.

Un escalofrío recorrió su espalda y un grito ahogado salió de sus labios (probablemente se había escuchado en toda la casona). Un murmullo suave emergió del aire y varios fantasmas comenzaron a aparecer a su alrededor flotando, con miradas tristes y vacías.

La pelinegra con el corazón apunto de salirse de su pecho, vio como el castaño comenzaba a flotar, con las gotas de sangre cayendo en su rostro.

El chico sonrió débilmente y señalo el piano que aún se sacudía violentamente.

—Tú puedes hacerlo—el castaño murmuró en lo bajo y con voz quebrada—usa su música—Iris recordó las melodías que había oído cuando el piano tocaba, se acercó con mucho cuidado, los pequeños escombros que tenía el suelo parecía que en cualquier momento se derrumbarian.

Rápidamente se sentó en un banco y alzo su voz, cantando una suave melodía que resonaba, poco a poco su canto comenzó a transformar el ambiente, los fantasmas siguieron el coro transformando la habitación en una armonía mágica.

El piano se detuvo en seco y sus teclas comenzaron a brillar, las llamas del abismo se atenuaron y el suelo tembloroso comenzó a estabilizarse. Con cada nota los fantasmas se unían a su causa, su energía aumentando creando una barrera que protegía a Iris del fuego que la rodeaba. El piano ahora sumido en el aura de luz, iba cerrando el abismo que se había creado, llevándose consigo a los fantasmas, los cuales parecían gustosos de ir a la luz.

La melodía termino y la pelinegra rápidamente se levantó del banco, con su corazón latiendo a mil y sus manos temblorosas, busco a Tadeo con la mirada y después de unos segundos lo encontró todavía en el aire.

—¡Tadeo!—gritó de terror pero noto como la sangre había desaparecido de él y del suelo, poco a poco fue bajando y la chica tomo si cabeza cuando su cuerpo se encontraba en el suelo.

Abrió sus ojos lentamente y sonrió.

—cantas hermoso, mon amour—la chica se sonrojo un poco por el cumplido y quitó lentamente su cabeza de sus piernas—continuemos con la búsqueda de tus amigos.

𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋      | Leo San Juan ˡᵃˢ ˡᵉʸᵉᶰᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora