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BESOS DE MIEL

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BESOS DE MIEL

Los dos adolescentes se encontraban viendo Xochimilco desde las alturas, tenía un aire tétrico y de tensión, las casas se veían diminutas enfrente de ellos.

Iris estaba recargada en una de las maderas del globo, con su mano en su rostro y su codo apoyado en la madera. Se encontraba pensativa, nerviosa y todos los presentes lo sabían.

Su cabello negro volaba hacia atrás y el aire azotaba su rostro, sin embargo ella no se movía, seguía pensando. Leo que la veía desde el otro lado decidió acercarse, para preguntarle que le sucedía.

—Linda ¿Te encuentras bien?—Iris se asusto un poco, pues no esperaba a Leo.

El castaño se puso a su lado, mientras la observaba fijamente, sus mejillas estaban levemente rojas al igual que sus labios.

—no lo sé...—dijo en voz baja y por un momento Leo pensó que estaba enojada con él, sin embargo vio su rostro y se le notaba asustada.

—¿Qué es lo que te preocupa?—se acercó más a ella y la pelinegra lo abrazo, poniendo su cabeza en su pecho, no dijo nada y siguió pensando, pero ahora aferrada al chico, Leo entendió eso por lo que se quedaron así unos momentos.

—No quiero que nos pase nada—le dijo en voz baja—tengo el presentimiento de que algo malo nos sucederá—el castaño bajo la mirada para verla y ella la subió.

—Tranquila, no pasará nada. Nada malo nos pasará, lo prometo—apreto sus manos con ternura, tranmitiendole toda la confianza que él sentía, aunque muy adentro también se encontraba nervioso, pero tenía todo bajo control (según él).

Iris asintió a lo que Leo se separó de ella y sus dos manos acunaron su rostro, le dio una cálida sonrisa y depósito un casto beso en sus labios.

Los dos adolescentes se hicieron novios hace unos meses, fue un momento muy romántico.

Flashback

Había pasado un mes desde que Leo e Iris se habían enfrentado a la Nahuala. Aquel atardecer, el sol pintaba el cielo de tonos suaves, y el aire estaba fresco mientras caminaban juntos, como de costumbre.

Leo iba un poco más callado de lo normal, jugando nerviosamente con las mangas de su suéter. Iris lo notaba, pero no dijo nada, esperando a que él encontrara las palabras que claramente estaba buscando.

Finalmente, Leo se detuvo bajo uno de los árboles grandes, sus manos temblaban apenas perceptiblemente mientras tomaba las de Iris entre las suyas. Levantó la mirada y la sostuvo en silencio por un momento, como si intentara grabarse cada detalle de ese instante.

—Hace tiempo que quiero decirte algo —comenzó, su voz suave, pero llena de un sentimiento profundo.

Iris lo miraba con curiosidad, sin saber a dónde llevaba todo esto, pero sentía que su corazón latía más rápido.

𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋      | Leo San Juan ˡᵃˢ ˡᵉʸᵉᶰᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora