nueve

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BESOS DE MIEL

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BESOS DE MIEL

Después de caer desde la habitación hacia la biblioteca la pelinegra se levanta del suelo algo adolorida, mientras tocaba su trasero.

—¿No había una manera más fácil de llegar?—él negó divertido, a lo que la chica rió un poco—y ¿Quién es el individuo?—preguntó al no ver a nadie cerca.

Era una habitación más pequeña que las demás, tenía algunas estanterías llena de libros anticuados y llenos de polvo, junto con alguna que otra cosa extraña. La humedad y el polvo llegaban a las fosas nasales de la pelinegra causando algunos estornudos.

—¿Hola?—preguntó al aire la chica, pues la biblioteca de encontraba sola, se comenzó a adentrar en la habitación, se encontraba más confiada, aparte de saber que la nahuala no estaba cerca, tenía a Tadeo a su lado.

De un momento a otro de una armadura de caballero sale un hombre, o más bien un fantasma. Estaba algo calvo y tenía un tipo chipote en la cabeza, aparte de tener algo de cabello y bigote grisáceo.

—¡Já! Te he pillado, secuaz del mal—apunto a la pelinegra con su espada. El hombre tenía acento español.

—Yo no soy secuaz del mal ¿Acaso tú lo eres?—lo cuestionó, se encontraba cada vez más irritada, quería ir a casa, pero no sé iría sin Leo ni Nando.

—¿A poco es secuaz del mal, Don Andrés?—una tercera voz se hizo presente haciendo que Iris volteé hacia la dirección de la voz. Cuando encontró quien era el responsable abrió los ojos y soltó un fuerte grito, haciendo que el contrario igualmente grite—¿Por qué estamos gritando?—le preguntó a la adolescente a lo que ella paró de gritar.

—E-eres un ¿Demonio?—le preguntó con algo de miedo.

—pero sino estoy tan feo—le contesto—soy un alebrije, un alebrije de biblioteca, yo lo sé todo, todo—recalcó la última palabra el alebrije.

—¿Sabes dónde está Leo?—le pregunto con esperanza, a lo que Tadeo comenzó a reír.

—Muñeca, está mintiendo, no sabe muchas cosas—se puso a lado de la pelinegra y los dos fantasmas se voltearon a ver, algo extrañados.

—¿A poco ya tienes novia?—preguntó el alebrije a lo que Don Andrés le contesta.

—Deja de estar de preguntón, salamandra—antes de que una pelea azotara el lugar habla Iris.

—No somos novios, somos amigos—el chico sonríe mientras asiente, ella lo consideraba un amigo, igual que él a ella.

—¿Quién eres? Nunca te había visto por la casona—pregunta nuevamente el alebrije.

—Me llamo Iris Villanueva y vine a salvar a mis amigos—les sonríe y les estira la mano, ellos la estrechan y Don Andrés habla.

—Pero que muchacha tan educada.

—y valiente—completa la frase el alebrije—¿Por qué no te sientas un momento y platicamos un poco? —ella dudo.

—No se si tengamos mi ho tiempo, alebrije. Estoy buscando a mis amigos—la pelinegra habla pero Tadeo la interrumpe.

—Tu amigo tiene que llegar aquí, lo más probable es que las pruebas de la nahuala lo traigan para acá—Iris sigue dudando, pero al final asiente—¿Qué han hecho estos cincuentas y dos años?—les pregunta el fantasma mientras se sentaba en una mesa de madera podrida y llena de polvo (aunque estuviera sentado no tocaba la mesa, pues era un fantasma).

—¡Mira nada más está decoración única! Esta llena de decoración, todo gracias a mi. Se podría decir que son horas extras, papito. No me pagan desde hace cincuenta y dos años—dijo el alebrije mientras le enseñaba toda la "decoración" pues en realidad todo estaba polvoriento y mal ordenado.

—si con "decoración única" te refieres a la posibilidad de que algo me caiga en la cabeza, entonces sí, es única—dijo mientras observaba todo el lugar con detenimiento desde su lugar.

La chica rió y se sentó en otra mesa, mientras movía sus pies de un lado al otro. El fantasma se quedó observándola un momento y sonrió un poco, era algo parecida a su hermana.

—El lujo está sobrevalorado, en mi época lo importante era el honor, la valentía...—Don Andrés hizo una pose de héroe pues su mirada estaba en alto y su puño estaba en su pecho— y una capa—Iris levanto la ceja desde el otro lado de la sala.

—¿Una capa, Don Andrés? ¿En serio?—se burló el alebrije—Deberíamos conseguirle una capa al señorito, para que se sienta todo un superhéroe—Iris rió ante el comentario del alebrije.

—Ya quisieras, alebrije. Si me ves con una capa, sería edición limitada, de diseñador por supuesto—sus aires de grandeza salieron a la luz y antes que siguiera hablando un fuerte sonido se escuchó el la biblioteca.

Las personas presenten voltearon a ver y lograron observar a un chico alto, castaño y flaco, era Leo.

Iris abre los ojos del asombro y ninguna palabra sale de su boca, su mente estaba en blanco, quería ir corriendo hacia él y abrazarlo, pero se encontraba enojada con él, y mucho, así que se quedó pasmada en su lugar.

Leo, ni siquiera había volteado a ver a ninguno de los presentes, pues se encontraba sacudiendo su vestimenta y maldiciendo un poco.

—tened cuidado. huy, huy, la criatura que aquí se esconde ¡Madre mía!—Don Andrés habla, haciendo que Leo se exlate y grite del miedo que le causó el hombre. El chico observo a todos los presentes y se encontró con la mirada de la pelinegra, la cual estaba completamente seria.

—¿Iris?—Leo se encontraba confundido y algo enojado—¿Qué haces aquí? Te dije que fueras a casa—ahora los presentes estaban mirando a la chica.

—Ella no tiene dueño, patán. Y puede hacer lo que se le plazca—le dio una sonrisa falsa y Leo frunce el ceño.

—¿Quién eres?—le pregunto el castaño a la defensiva.

—No importa quién soy, idiota—Leo se acercó a él y Tadeo siguió hablando—Lo que verdaderamente importa, es que la dejaste en la noche sola y viendo lo hermosa que es, cualquiera pudo hacerle daño—La pelinegra junto los demás presentes sentían una tensión entre los dos chicos, así que Iris se acercó un poco a ellos.

—¿Tú como mierda sabes?—Iris jamás había escuchado a Leo tan a la defensiva.

—Por que yo se lo conté—intervino la pelinegra y Leo dirigió su mirada hacia ella, notandose enojado, celoso y arrepentido.

𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋      | Leo San Juan ˡᵃˢ ˡᵉʸᵉᶰᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora