Veintitrés

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BESOS DE MIEL

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BESOS DE MIEL

-Ahora, pidánse perdón-Les dijo, bueno, más bien, les ordenó a los dos hombres.

Leo miraba con odio al chico, sus mandíbula estaba apretada, sus nudillos estaban con sangre del contrario y de él, su ceja estaba partida al igual que su labios.

El ojo avellana sangraba por la nariz, su mejilla tenía una pequeña rajada gracias a uno de los anillos de Leo, respiraba agitadamente y veía a los ojos al contrario.

-Pidánse perdón-volvió a repetir la pelinegra-¿Están locos? ¿Cómo se les ocurre pelearse cuando unas malditas momias nos están atacando?.

A Leo le hervía la sangre, el enojo no lo dejaba pensar con claridad, ¿acaso su chica estaba defendiendo a Luis? O era solo su imaginación.

-Leo, no debiste golpearlo-y eso fue la gota que derramó el vaso.

-Ya no soy un niño para que me des órdenes-su voz salió dura y áspera, Iris abrió los ojos al igual que el otro chico.

-Como quieras, solo estoy tratando de que arreglen este estupido problema, pero si a ¡Ti! Te parece que esta mierda es más importante que salvar a Xocotl...bien por ti-Iris estaba enojada y dolida-y ¡Tú! No vuelvas a volver a coquetearme, insinuarte o algo parecido, porque tengo novio, lo amo y me doy a respetar. Primera y última vez que pasa esto, porque si vuelve a pasar la que te golpeara soy yo-apunto con el dedo al chico.

El chico asintió avergonzado, mientras Leo los veía, su enojo no disminuyó ningún momento, no sabía porque se estaba comportando de esa manera, él amaba a Iris, y él sabe que ella también lo ama, se lo ha dejado en claro todos los días con sus acciones, pero, verla cerca de otro hombre que no sean sus amigos despierta demasiadas emociones en él.

-¿Cuál es tu nombre verdadero?-soltó de repente. Leo levanto la mirada y salió de sus pensamientos, mientras que el chico se tensaba y tragaba saliva.

-¿Qué?-fue lo único que salió de su boca.

-No tendre la misma fuerza que ustedes, pero, soy observadora-se cruzó de brazos-Cuando llegaste de repente al mercado... Te ví, te ví en uno de los carteles-Leo no sabía de eso-Asi que ¿Valentín?-el chico cerro los ojos con fuerza y asintió.

-Despues del accidente en la mina, me oculte para así poder... Intentar limpiar el nombre de mi padre-su voz se entrecorto un poco y Leo se sintió un poco mal.

-Gaspar era tu papá-dijron Iris y Leo al mismo tiempo, Iris volteo a verlo pero este ni se inmutó.

-¡Es mi papá!-les dijo-¡Esta vivo!-y comenzó a derramar lágrimas.

-te ayudaremos-le dijo serio, a lo que Iris asintió.

-Mi papá, mi papá está en la mina-

Después de la tensa confesión de Valentín, Iris miró a ambos chicos con determinación en los ojos, la decisión ya tomada en su mente.

—Voy a buscar a Xócotl por otro lado —dijo, en un tono firme que no dejaba lugar a discusiones, necesitaba pensar.

Leo se tensó al escucharla y la idea de que Iris decidiera irse sola solo hacía crecer la incomodidad en su pecho. Sin embargo, sabía que ella era fuerte y capaz y que no podía retenerla solo por sus propios temores.

—¿Estás segura? —preguntó, intentando sonar tranquilo aunque el nerviosismo lo delataba, al igual que su voz áspera.

Iris asintió con un leve movimiento de cabeza, y antes de que pudiera dar un paso, Valentín se acercó a ella, con una expresión de arrepentimiento en el rostro.

—Iris, lamento mucho si te hice sentir incómoda —comenzó, su tono sincero—. Solo quiero que sepas que eres una mujer increíble… tan valiente, inteligente y hermosa. Tienes algo especial que no muchas personas tienen—Leo escuchó cada palabra y sintió cómo su corazón se apretaba.

Iris, percibiendo el malestar en Leo, le lanzó una última mirada antes de girarse y dirigirse hacia el otro camino en su búsqueda de Xócotl, sin darle a Leo la oportunidad de responder. Valentín la observó marcharse, con una leve sonrisa, y luego dirigió la mirada hacia Leo.

—Busquemos a tu amiga y a mi padre—Leo se sentía inquieto. Sabía que Iris lo amaba, pero las palabras de Valentín le hicieron preguntarse si ella realmente se daba cuenta de lo especial que era para él, o si él había hecho lo suficiente para demostrárselo.

Todo esto era demasiado para Leo, lidiar con las momias, la búsqueda de Xocolt, los malditos celos que sentía, su inseguridad.



















































Iris caminaba a paso rápido, aunque el peso en su pecho la hacía sentir cada vez más lenta. Los recuerdos de la mirada de Leo se repetían en su mente, como una espina que se clavaba más profundo con cada paso.

Había visto el enojo en sus ojos, esa mezcla de dolor y furia que nunca había visto, jamás imagino que golpearía a algujen, y aunque intentaba convencerse de que todo estaría bien, una duda crecía en su interior.

¿Soy una buena novia? pensó, sintiendo que esa pregunta le apretaba el corazón. ¿Acaso había hecho algo mal? Valentín había coqueteado con ella, sí, pero ¿eso era su culpa? Sus pensamientos empezaron a correr en círculos, atrapándola en una espiral de culpa e inseguridad.

Leo era lo más importante para ella, y la sola idea de que pudiera estar decepcionado le dolía más de lo que quería admitir. Quería que él confiara en ella, que supiera que lo amaba, pero ahora, ahora sentía como si cada cosa que hacía solo empeorara las cosas.

Sin darse cuenta, se había adentrado más en los pasadizos oscuros del lugar. Las sombras parecían moverse a su alrededor, y el silencio era tan denso que solo podía escuchar su propia respiración entrecortada.

La pelinegra se detuvo un momento, intentando calmar su mente, pero algo en el aire hizo que su piel se erizara. Un olor rancio, como de tierra y moho.

De repente, escuchó un crujido detrás de ella. Se giró rápidamente y vio  tres figuras oscurecidas, moviéndose torpemente hacia ella.

Iris retrocedió, su respiración acelerándose mientras buscaba una salida. Ahora su instinto de supervivencia tomaba el control.

La primera momia se lanzó hacia ella, extendiendo sus manos como garras. Iris dio un paso atrás y esquivó el ataque, su cuerpo reaccionando casi por instinto.

Agarró una piedra del suelo y la lanzó con todas sus fuerzas, impactando en el cráneo de la momia, que se tambaleó hacia atrás,  pero eso solo pareció enfurecer a las otras dos, que avanzaron con más rapidez, cerrándole el paso.

—Piensa, Iris, piensa—se dijo, mirando a su alrededor en busca de algo, cualquier cosa que pudiera ayudarla. Sus ojos se posaron en un pilar a medio derrumbar justo a su derecha.

Con un movimiento rápido, corrió hacia el pilar, saltando por encima de una roca suelta y esquivando otra de las manos putrefactas que intentaba atraparla. Llegó al pilar y con un esfuerzo, empujó una piedra suelta de la base, logrando que el pilar comenzara a tambalearse.

Las momias avanzaron tras ella, y justo en el momento en que una de ellas estaba por atraparla, el pilar cedió y se desplomó, levantando una nube de polvo y piedras. Las momias quedaron atrapadas debajo, sus cuerpos aplastados y sus gruñidos amortiguados por los escombros.








𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋      | Leo San Juan ˡᵃˢ ˡᵉʸᵉᶰᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora