XXVIII

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  - Dale, Ruiz. Si nos decís el protocolo antiterrorista te vamos a dejar libre. Ya pasaron once días. ¿No extrañas a tu familia?
  - Te conozco, negro de mierda. No voy a decirte nada -escupí la cara de Emanuel- no intentes persuadirme

Me abofeteó una vez más y con la ayuda de otros dos sujetos tomaron unos látigos caseros hechos con mangueras de jardinería, y me dieron en la espalda una y otra vez durante toda la mañana

El Dr. Juan Pablo Nuñez se acercó con una cámara. Aprovechó que estaba débil, desnuda y cubierta de sangre en posición fetal en el piso luego de la golpiza y tomó varias fotografías

  - Veo veo, Ruiz -susurró en mi oído y levantó mi cara al tirar de mis cabellos- dije veo veo

  - Ah andate a la mierda... -respiré con dificultad, cada molécula de aire que ingresaba dolia intensamente-

  - Oh pensé que podíamos ser amigos -hizo puchero- se me hace que como no vas a cooperar, tendré que dejarte con Emanuel

  - No, por favor no!! Pégame un tiro mejor, cortame el cuello, lo que sea, todo menos eso!! -intenté sujetar su ropa-

  - Jajaja obvio no -se alejó-

Se retiró de la habitación y me dejó a solas con la peor bestia que conocí. Mi histórico agresor me sujetó de las piernas e impune se bajó los pantalones, se acomodó sobre mi, trabó con fuerza mis brazos sobre mi cabeza y, aunque intenté resistirme, su salvajismo supero con creces la poca fuerza que me quedaba en el suelo pelvico

  - Noo!! Basta ahh!!!! Por favor, ya basta!! -llore desconsolada en vano-
 
Las nauseas, el miedo, la desesperación y el dolor inconmensurable me generaron un malestar al que ya me había acostumbrado, no me quedaba ni un miligramo de adrenalina en el cuerpo para intentar luchar y huir

Cuando Emanuel terminó de perpetrarme me dejó en el piso, ese que con el paso de los días comencé a sentirlo como una suave cama de espuma. Me arrastré a una esquina para limpiarme con un poco del agua que me dejaron para beber y que estaba sucia por la sangre y la tierra.















...
















Desperté con dolor en todo el cuerpo aunque mis manos y pies dolían mucho más, sentí una brisa y un leve calor del amanecer que percibí a través de mis párpados; habia un olor muy particular a pasto seco. Abrí los ojos y me encontraba en el exterior, tenía los brazos abiertos y sujetos a una madera y los pies atados uno sobre otro a un poste. Tomé un vistazo alrededor y no había nada ni nadie, solo una casa de paredes verdes con un gran transformador de alta tensión a un lado. Vestía una tela blanca manchada por la sangre que salía de mis heridas. De inmediato entendí la sátira de la cual era parte.

Me tomaron fotografías y me llevaron de nuevo al subsuelo. Descubrí que tenían un grupo de más de veinte personas viviendo hacinadas alli, todos con un distintivo tatuado en la frente, otros en un hombro. Espíe un televisor en una habitación y en las noticias hablaban de una amenaza de bomba y una SIDE desfinanciada; me confundí unos instantes pero seguramente tenía que ver con mi secuestro.


Apoyaron en la pared la cruz de madera en la cual me encontraba atada y me dejaron sola, cerré los ojos para intentar dormir mas y sentí una voz conocida.



- Así que después de tantos días por fin tu novio logró encontrar a uno de nosotros y lo secuestró. No creí verte tan pronto, Julieta. Se me hace que vamos a tener que acelerar las cosas un poco. Llegó el problema final.



Levanté la mirada confundida de lo que oía, la persona a la cual le habia confiado incontables veces mis secretos y mi vida estaba alli, extasiada por verme crucificada en una casa en medio de la nada.

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