POV SANTI
Decidí dejar el auto en casa y tratar de dormir aunque el reloj robó mi atención interrumpida mientras marcaba las 2 de la mañana. Me di cuenta de que a medida que pasaba el tiempo me era cada vez más imposible el hecho de haberla conocido hace diez años. Parecían apenas meses desde aquellos días cálidos y soleados en que mi alma conoció la suya y mi vida cobro sentido... Cuánto tiempo perdido. Cuántos errores. Me pregunté si al envejecer y volverme gris y apagado, ella estaría ahí.
Me levanté y en un impulso me puse un pantalón largo, zapatillas y un buzo. La ventana de la habitación tenía rastros de una llovizna pasajera. Tomé el juego de llaves y salí en la fría y solitaria niebla.
Doblé a la esquina de mi casa a la derecha y luego a la izquierda.
Deambulé respirando a través de los cigarros llenando el vacío en dónde repetía y hacia eco en mí, una y otra vez su nombre.
Recordé todos los lugares donde la busqué en el principio. Ninguno era tan hermoso como Roma. Intenté llevar la cuenta de los ojos en donde traté de encontrarme a mi mismo, pero solamente los suyos eran mi hogar ... Su mano no era la única que había sostenido todo este tiempo, sin embargo ninguna otra encajaba con la mía. Tenía muchas mujeres en mi historial pero solo ella me hacía sentir este amor verdadero, después de tantos años, desde la primera vez que me habló.
Estaba dispuesto a esperar mil años más para estar a su lado, y si esto era todo el tiempo que teníamos predestinado, todo habría valido la pena. Incluso las peleas, la distancia, los desencuentros, la violencia, el abandono al cual la sometí incontables veces. Una parte de mí se aferraba a ella. No quería perderla.
Extrañaba a nuestro hijo, a pesar de que lamentablemente no lo conocimos. De alguna forma estaba con nosotros, supongo. Me perdí mirando las rejas del barrio tratando de adivinar qué nombre le hubiéramos puesto. Ella me insistía en aquel tiempo instaurar una tradición y ponerles nombres como Julio César, Marco Aurelio , Augusto... Su favorito era Lucio, por cómo sonaba al decirlo. Todo porque la idea de tener mi descendencia con esos nombres me hacía feliz, claro que había otros nombres que igualmente me agradaban y eran más convencionales.
Sonreí ante la nostalgia y descubrí que deseaba una hija... Ya tenía a Sebastián y lo amaba con todo mi ser. Mi alma anhelaba y necesitaba una niña con el mismo corazón inquieto y el temperamento terco e incansable de Julieta . Imaginé a nuestros hijos con sus ojos oscuros y brillantes y su encantadora sonrisa.
Quería sus hijos para que, una vez nos hayamos ido los dos, el mundo pueda encontrar en ellos todas las razones por las cuales la amé... La amo.
Di la vuelta en la casa de la amiga de Sofía y crucé la calle refugiándome en las sombras. Me detuve a la altura del balcón del cuarto donde descansaba la razón de mi obsesión, mi amor y mi existir. Había una luz tenue prendida, sólo cuando se sentía mal o insegura dormía con la lámpara de noche.
La imaginé durmiendo con lágrimas en la cara y murmuré, un poco triste, y mi plegaria viajó con el viento y reposó entre las montañas del oeste, de dónde ella salió para acabar aquí, presa de mi inconsciencia y mi cobardía.
Revisé las cámaras en mi celular y estaban desconectadas. Sin dudas iba a reconectar todo el sistema.
Salté la reja de la casa de Julieta y entré con la copia de su llave aún en mi posesión. Todo estaba limpio y acomodado, Marta una vez más hizo un excelente trabajo.
Subí las escaleras con cuidado de no asustarla con mi figura espectral en medio de la la noche y algo me hizo abrir la puerta del cuarto que era para el bebé. Tenía llave.
Volteé y entré en su habitación desordenada a causa de la tristeza y depresión que era evidente, sufría.

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Contratiempos
Mystery / ThrillerEn medio del bullicio político y los desafíos de la vida cotidiana, Santiago y Julieta, profesora de ciencias jurídicas se ven atrapados en un torbellino de destinos entrelazados. Aunque el amor es evidente entre ellos desde el primer encuentro, su...