Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad

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 Mi confianza a quien se la gane, y mi respeto a quien se lo merece. 

 

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— " Hermosos cabellos negros cual plumaje de cuervo embravecido, que se mueve al compas de su danza letal, y se ilumina con el brillo de su espada recién afilada.

Con ojos azules cual diamante bañado por la luz del amanecer, que juzgan tu alma con la mirada, sedienta de justicia y verdad.

Su piel blanca como la nieve pero llena de valles sangrantes muestra de su valor en batalla, una diosa con escudo y espada que da su vida por los inocentes, una guerrera dotada de gracia y belleza. "



Ese era el misterioso cantar en el pueblo que habían decidido visitar para generar ingresos antes de llegar a su siguiente e incierto destino. 

Los lugareños parecían bastante entusiastas con esa melodía, y a pesar de que los trabajadores de esa humilde taberna no parecían interesados en mitos y cantos de borrachos, había alguien escuchando atento sus palabras arrastradas por el alcohol.

Meliodas, el dragón de la ira, y capitán de la orden de criminales más buscada del reino de Liones,  Los 8 Pecados Capitales, aunque su apariencia de un adolescente dejaba mucho que desear, no quitaba el hecho de que era un adulto maduro y capaz. 

Y los cantos de esa bola de borrachos solo podía generarle una imagen a la cabeza, de una hermosa mujer de cabellos azabaches y ojos azules, que con un gran sentido de la justicia empuñaba una espada lista para atacar y un escudo en posición de defender a quién lo necesitara. 

Podría ser... — pensó mirando el tarro que limpiaba desinteresadamente. 

Giró su cabeza y miro como poco a poco la taberna iba quedando vacía, ya solo había un par de mesas ocupadas, más que nada por borrachos solitarios y despechados. Miró a sus compañeros y los analizo con ojos críticos, Elizabeth la tercera princesa del reino de Liones y mesera de su taberna el Sombrero de Jabalí, limpiando con esmero pero notable cansancio ya lista para dar por terminado su turno, Ban el zorro de la avaricia, guardando los ingredientes usados a lo largo de la jornada con una cerveza en mano ya mas ebrio que lúcido, King el oso de la pereza, lavando los platos y cacerolas usadas en la cocina con Chastiefol en su forma de almohada preparada para recibir a su somnoliento dueño, Hawk dormido en una esquina ya en su quinto sueño, y por ultimó a la gigante, por quien tuvo que inclinar un poco la cabeza para ver por la ventana y mirar a Diane la serpiente de la envidia, profundamente dormida, y no era para menos, habían viajado un buen rato durante la noche y parte del dia.  

Dejo el tarro en su lugar, para despues tomar todas las botellas vacias y la basura del dia para meterlas en un saco y de un movimiento colocarlo en su hombro, caminó tranquilamente a la salida, y si alguien lo vio no dijo nada, pues era obvio que iría a tirar la basura, así que no había de qué preocuparse. 

Silbo tranquilo la pegajosa melodía de esa bola de borrachos mientras caminaba tranquilo a la luz de la luna, fue hasta el vertedero y arrojo la basura .

— A ver, a ver, a ver...— murmuró mientras se sacudía las manos  y miraba a los alrededores — Quizá aún pueda encontrarme a algún amable lengua suelta por ahí. 

Camino por las calles del pueblo por varios minutos hasta que finalmente escuchó los inconfundibles murmullos de un hombre que gozó de una considerable cantidad de alcohol, sonrió ligeramente y se dirigió hasta donde estaba el hombre, no parecía ser muy grande ni fuerte, tal vez un muchacho de unos 22  o 25  a lo mucho, larguirucho y desalineado.

Tarareaba alegre y estuvo a nada de caer de la ebriedad, de no ser por la ayuda del rubio — Wow, cuidado amigo, no te vayas a lastimar.

— ~Oh, te lo agradesco, niño — hipo con una sonrisa risueña — Eres mi héroe. 

— Ya lo creo ¿Gustas que te eche una mano para llegar con bien a tu hogar? — preguntó amablemente.  

— ¡Eso sería espléndido! — exclamó lleno de euforia probablemente por los altos niveles de alcohol. 

— Bueno guíame — a pasos disparejos el borracho camino hasta lo que parecía la zona más adinerada del lugar — Oye no pude evitar escuchar esa canción que cantaban en el bar.

— ¿La leyenda? — murmuró a duras penas, pero escuchado por el más bajo. 

— ¿Leyenda? — cuestionó curioso.

— Es una basura que cantamos para entretenernos mientras nos llenamos de cerveza — contestó con el ceño fruncido. 

— ¿Y de dónde vino esa cancion? Digo si la cantan con tanto fervor de algún lugar debió de provenir. 

— Bueno, lo escuchamos hace rato de un viajero, nos gusto la tonada.

— Ya veo ¿Y sabes de donde venia ese "viajero"?

— No hace mucho que vino, tal vez un par de semanas *hip* . Llegó contando cuentos de una mujer que llegó a su pueblo para bendecirlo, como si una mujer pudiera hacer eso — río amargamente — Lo único que hacen es traer problemas a uno y su cartera ¿ o no amigo?

— Si, algunas son un poco complicadas — murmuró un poco apenado por el muchacho. — ¿Les hablo de la mujer?

See~, la alababa como si fuera una jodida diosa, decia que venia de una aldea costera al este de Britania, se llamaba ¿Tarot, Tibet?  — hablo delirante y confuso.

— Tyrhon — corrigió el rubio haciéndose una idea del lugar al que se refería, y dentro de su conocimiento general, Tyrhon era la única aldea con esas características, solo los temerarios se establecían en ese lugar, pues aunque la pesca de exóticas especies era  algo asegurado por esos lares y muy bien remunerada, también el clima era tan volátil, que un día podría estar soleado y calmado y al siguiente una tormenta que podría llevarse una casa entera podría aparecer de la nada. 

— ¡Esa! Bueno el viejo decía que los monstruos de mar eran un problema, hasta que llegó su diosa de cabellos negros y ojos azules, ella se encargó de eliminar las amenazas de su aldea y de protegerlos, así como también de defenderlos de los caballeros sacros.

— ¿Hace cuanto paso eso?

— Yo que se, 8 o 9 años, no se cuanto dijo, pero decía que ella solo iba y venía, parece que solo va a la aldea cada cierto tiempo, de hecho por eso se marchó hace poco, pues decía tener la intención de cortejar a la diosa y se fue a su pueblo natal, como si ese pobre diablo tuviera oportunidad con cualquiera.  — habló entre risas y murmullos.

El rubio sonrió satisfecho por la información proporcionada, ya tenía un indicio para su búsqueda, se desviarían un poco del camino pero valdría la pena, si era quien creía, ella era una ventaja táctica y un apoyo inconmensurable, la voz de la razón y el corazón de oro, Atenea: el cuervo de la traición

Una caricia en su cabello lo sacó de sus pensamientos — Te agradezco muchacho — habló el borracho de pie frente a una casa bastante bonita, lo miro tomar 4 monedas de oro y al retirar su mano del hombro donde se apoyaba tomo su mano y dejó el dinero en ella — Vuelve con bien a casa, gracias — y sin darle oportunidad de nada él subió a duras penas los escalones de su hogar para adentrarse sin mirar atrás. 

— Bueno, al menos valió la pena — dijo guardando el dinero en su bolsillo, y caminando por las calles solitarias, con sus manos en la nuca y silbando tranquilamente, volvió a la taberna, contento por esa buena noche llena de ganancias. 

ATENEA [Nanatsu no Taizai] [King]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora