— Tantas estrellas en el universo, y ninguna brilla como tu.
Con la gracia de una diosa y la fuerza de un guerrero, Atenea era una figura imponente. Su piel, blanca como la espuma del mar, y sus ojos azules, brillantes como el cielo despejado, la hacían resplandecer.
Su cabello oscuro, como la noche más profunda, caía en suaves ondas sobre sus hombros. Era la encarnación de la belleza y la inteligencia, una mujer que inspiraba tanto admiración como respeto.
Aun sabiendo eso, King no podía creer la imagen sensual que tenía ante sí. A petición de la amazona, para ahorrar tiempo, habían decidido bañarse juntos. Creyendo que sería una repetición de su experiencia en la cascada, accedió sin dudarlo. Sin embargo, no estaba preparado para los inesperados encantos que esta nueva situación le deparaba
—¡Piensa en otra cosa! —se repetía una y otra vez, pero la imagen de Atenea bajo el agua era demasiado vívida.
El vapor que se elevaba creaba una neblina que distorsionaba su figura, convirtiéndola en una visión etérea y sensual. El agua deslizándose por sus curvas lo hipnotizaba, y la cercanía de su cuerpo lo volvía loco. Con la respiración entrecortada, intentaba concentrarse en cualquier otra cosa, pero era inútil.
— Sigo sintiéndome como un adolescente en plena crisis existencial, aunque técnicamente soy uno sin sus alas — pensó algo inquieto y deprimido por ello.
Por un momento, su mirada se posó en su amante. Ella era la mismísima definición de mujer: elegante, madura y cautivadora. No comprendía cómo alguien tan joven e inocente como él había logrado conquistar el corazón de una mujer tan sofisticada
¡Por todos los dioses! Ella le llevaba mil setecientos trece años, una diferencia abismal. Sin embargo, parecía feliz a su lado y no quería complicarse con pensamientos que pudieran dañarla. Después de todo, ya le había demostrado cuánto lo quería
—¿Estás bien, amor? — Al escucharla, King salió de su burbuja y miró a la amazona que lo observaba con atención.
—Sí, solo quería darte un poco de espacio — respondió, ocultando sus verdaderos pensamientos tras una pequeña mentira.
Ella sonrió y dejó un beso en la punta de su nariz. — Tranquilo, me siento muy a gusto contigo.
Esa sencilla frase fue suficiente para llenar de calidez el corazón y reconfortó al hada, quien tomó suavemente la cadera de su pareja y la besó en la mejilla. Con un ligero movimiento, indicó que ahora le tocaba a él disfrutar del agua para terminar de ducharse.
Al finalizar, ambos se dirigieron al dormitorio para prepararse. King, con una sonrisa anticipada, deslizó una caja de madera de debajo de la cama. Al abrirla, contempló las dos prendas de telas tan distintas. La blanca, aún inconclusa, aguardaba pacientemente. Sin embargo, fue la roja la que capturó toda su atención. A pesar de su aparente sencillez, sabía que Atenea la luciría con una belleza inigualable.
— Tiny, tengo algo para ti — dijo King, extendiendo la prenda con una sonrisa.
Ella tomó la tela entre sus manos y la examinó con ojos brillantes. Era un vestido carmesí, sencillo pero elegante. — ¡King, es precioso! ¿Tú lo hiciste?
— Sí, después de la batalla me di cuenta de que tu vestido azul estaba arruinado. Así que te hice uno nuevo. Espero que te guste — confesó tímidamente.
— Me encanta, amor. Muchas gracias — dijo ella, acercándose para besarlo apasionadamente.
King correspondió al beso, sintiendo su corazón latir con fuerza. — No hay de qué...
Atenea se arregló bajo la atenta mirada de su pareja. Cuando acomodó el escote, notó cómo la atención de él se concentraba en ese punto, King no sabia porque pero esa acción en particular le pareció muy atractiva.
— ¿Te gusta cómo me queda? — preguntó, sonriendo al ver su reflejo.
Su pareja no respondió de inmediato. Sus ojos recorrían las curvas de su cuerpo con una intensidad que la hizo sonrojar. Al fin, se acercó hasta donde estaba y lo atrajo hacia ella, abrazandolo por los hombros, sorprendiéndole con la cercanía.
— Mmm... sí, muy bien — murmuró, su voz ronca por la emoción.
Atenea se acercó a su oído y susurró:
— ¿Seguro que solo te gusta cómo me queda?
— ¿C-como...?
Ella deslizó suavemente su mano para sostener su rostro, ejerciendo una ligera presión para inclinarlo hacia un lado. Sumergió su rostro en el cuello del hada, quien jadeó sorprendido al sentir la suave mordida de la chica, que seguramente dejaría una marca.
—Me alegra... —murmuró ella con una sonrisa enigmática, antes de salir del cuarto y dedicarle una mirada que invitaba a seguirla. Él, fiel y enamorado como siempre, no lo dudó un instante.
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ATENEA [Nanatsu no Taizai] [King]
Fanfiction" No se trata de merecer, se trata de lo que uno cree. Y yo creo en el amor" Descendiente de un largo linaje de guerreras, Atenea es una de las últimas amazonas que existen en Britania, acusada injustamente de ser una traidora a su raza, es condena...