" No se trata de merecer, se trata de lo que uno cree. Y yo creo en el amor"
Descendiente de un largo linaje de guerreras, Atenea es una de las últimas amazonas que existen en Britania, acusada injustamente de ser una traidora a su raza, es condena...
— Creo que podemos marcar una diferencia. Pienso que no solamente podemos salvar al mundo, sino también cambiarlo para bien.
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— ¿Está bien majestad? ¿Puerquito? — su voz firme, pero melodiosa era como una caricia al corazón, era como si te susurraran al oido que todo iba a estar bien.
— S-Si, pero ¿Quién es...? — murmuró confusa, mirando embelesada la espalda de la mujer frente a ella.
Portaba un vestido de color azul rey ceñido al cuerpo, llegaba unos cuatro dedos arriba de sus rodillas, de manga larga y espalda descubierta, su largo cabello azabache destacaba por sus ondulaciones naturales que le daban un brillo natural y único, y portaba botas color ocre, con detalles dorados que le llegaban hasta las rodillas y tenían un poco de tacón.
Aún no miraba su rostro pero no dudaba de su belleza por el porte que ella tenía, su delicada y fina figura destacaban mucho y contrastaba con la pose de batalla tan feroz en la que estaba, parecía como si fuera la princesa de todas las guerreras.
— Maravilloso, más molestas interrupciones — dijo Sir Eugene, acercándose a paso lento pero firme — Aunque debo admitir que es gratificante ver a tan hermosa interrupción.
Los brazaletes de la mujer destellaban en una luz plateada, signo de que estos fueron los que recibieron el impacto del ataque, pero lo que más llamaba su atención eran sus brillantes ojos color celeste que brillaban hipnóticos, resaltando sus labios rojos y finos y bellos rasgos enmarcados por sus cabellos negros que bailaban al compás del viento, siendo su único sostén una delicada y coqueta diadema blanca en su cabeza que separaba su flequillo de su sedoso cabello.
— Valor, Defensa, Fe, Humildad, Justicia, Generosidad, Templanza, Lealtad y Nobleza — recito la mujer con porte orgulloso y firme, su voz serena marcada con notable disgusto — Son los requisitos y virtudes que todo Caballero sin importar su rango debe portar con orgullo, pero escorias como ustedes, solo son basura que mancillan nuestro nombre y se regocijan de causar dolor a aquellos que más nos necesitan, me dan asco.
— ¡¿Quien te crees para hablarnos asi maldita perra?! — exclamó con furia la única mujer de la orden.
— Alguien quien a pesar de todo, no olvida su propio juramento — hablo mirando fijamente a sus oponentes.
Más estos desviaron su mirada a los brazaletes de la mujer que comenzarona brillar, el derecho en una cegadora luz dorada y el izquierdo en una brillante luz celeste, para despues proyectar un escudo dorado con un simbolo de sol con ocho picos, y una espada plateada muy bella y fina.
— No puede ser cierto ... — murmuró impactado uno de los de la orden de los coyotes carroñeros.
— Así que la dichosa Diosa de la leyenda resulta ser cierta — hablo con sorna el líder mirando a la mujer. — No tienes idea de lo mucho que voy a disfrutar pelear contigo. — burló mirando con lascivia a la mujer de arriba a abajo, eso solo logro molestarla.