Capítulo 2: Encuentro en la Oscuridad

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La oscuridad parecía tener vida propia. Cada vez que Aiden cerraba los ojos, podía sentirla, como si fuera algo tangible que envolvía su cuerpo y se infiltraba en su mente. Las imágenes de su sueño persistían, tan vívidas como si fueran reales: el campo cubierto de niebla, la silueta alada, y la voz profunda que resonaba con un eco eterno en su cabeza.

Era un susurro constante, un zumbido en los rincones de su conciencia que no podía ignorar, por mucho que lo intentara.

Habían pasado solo unos días desde su encuentro con el misterioso anticuario, pero para Aiden, parecía que el tiempo se había detenido. El libro que el anciano le había entregado descansaba sobre la mesa de su pequeño estudio, atrayendo su mirada constantemente, como si fuera un imán. Intentó concentrarse en su trabajo, en sus pinturas, pero la atracción era demasiado fuerte. Cada vez que se apartaba de él, algo la empujaba a volver, a abrir sus páginas amarillentas por el tiempo.

Esa noche, después de horas de intentarlo, cedió.

El libro estaba cubierto por una fina capa de polvo, y su portada de cuero desgastado emitía un leve crujido cuando lo abrió. Las páginas estaban llenas de símbolos y palabras en un idioma que no entendía, pero había algo en ellas que despertaba una sensación de familiaridad. Sus dedos recorrieron los bordes de las hojas con cuidado, sintiendo el peso de los siglos en cada una de ellas.

Mientras hojeaba el libro, una página en particular captó su atención. No había dibujos ni inscripciones complicadas en ella, solo una línea escrita en una lengua que, aunque desconocida para Aiden, resonaba en su mente como si siempre la hubiera sabido.

"La sombra vendrá a reclamar lo que es suyo".

Las palabras parecían brillar bajo la luz tenue de la lámpara de su estudio, y Aiden sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. No sabía qué significaba exactamente, pero algo dentro de ella le decía que no era una simple advertencia. Era una promesa, una amenaza.

De repente, un golpe seco resonó en la ventana de su estudio, sacándola de sus pensamientos. El sonido fue tan fuerte y repentino que Aiden dejó caer el libro al suelo. Su corazón se aceleró mientras giraba la cabeza hacia la ventana, esperando ver a alguien o algo en el otro lado del cristal.

Nada. Solo la oscuridad de la noche y la silueta de los edificios cercanos.

Respiró hondo, tratando de calmarse. Se inclinó para recoger el libro del suelo, pero justo cuando sus dedos rozaron la portada, una ráfaga de aire helado atravesó la habitación. La ventana estaba cerrada, no había forma de que el viento hubiera entrado. Pero el frío era real, y venía de algún lugar profundo, como si emergiera de las mismas paredes de su estudio.

Aiden se incorporó lentamente, su mirada fija en la ventana. Sentía una presencia, algo que no podía ver pero que estaba ahí, observándola. Sin saber por qué, dio un paso hacia adelante, luego otro. Algo la llamaba, algo en la oscuridad más allá del cristal. Cuando estuvo a solo unos centímetros de la ventana, una sombra fugaz cruzó su campo de visión.

Su respiración se detuvo.

La figura alada.

Estaba allí, fuera de su ventana, flotando en la oscuridad, sus alas extendidas como un velo que cubría la poca luz de la calle. Los ojos de Aiden se encontraron con los de la criatura, y en ese instante, supo que no era un sueño, ni una alucinación.

Era real.

El pánico se apoderó de ella, y dio un paso atrás, tropezando con una silla y cayendo al suelo. Al mirar de nuevo hacia la ventana, la figura había desaparecido, como si nunca hubiera estado allí.

Susurros del Angel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora