Epílogo

4 1 0
                                    

El viento frío barría las ruinas de lo que una vez fue un gran santuario, llevándose consigo los ecos de una batalla que no solo había trastocado el destino del mundo, sino también el tejido mismo de la realidad. En el horizonte, el cielo comenzaba a clarear, pero las sombras que se retiraban no eran del todo derrotadas. La oscuridad siempre encuentra un lugar donde esconderse, incluso en los corazones de aquellos que han sobrevivido.

Aiden caminaba en silencio, su mirada fija en la distancia, pero su mente perdida en los recuerdos. Todo lo que había vivido, las pérdidas, las victorias, y los sacrificios, parecían fusionarse en un torrente de emociones que no podía procesar del todo. La figura de Evelyn seguía presente en su mente, como un faro de luz que lo guiaba incluso en los momentos más oscuros. Aunque se había ido, su sacrificio no fue en vano. Sin ella, el mundo habría sucumbido a las sombras.

Marcus, a su lado, estaba igual de silencioso. El peso del conocimiento adquirido en su lucha era demasiado para compartir en palabras. Ambos sabían que, aunque la guerra había terminado, el verdadero reto era lo que vendría después. Las heridas del pasado aún estaban frescas, y el equilibrio que habían logrado, tan frágil, podría romperse con el más mínimo susurro de la oscuridad.

Mientras Aiden avanzaba, recordó las palabras de la profecía. "Cuando el cielo se oscurezca y la luz vacile, solo aquellos que comprendan el susurro del futuro podrán restaurar el equilibrio." Habían cumplido con su parte, pero el precio había sido altísimo. Lo que vendría después era incierto, y la paz, si es que podía llamarse así, era solo temporal.

De pie frente a los restos del santuario, Aiden cerró los ojos. Podía sentir las vibraciones de lo que aún quedaba, de las fuerzas que se habían movido en esa batalla. Pero también había algo más, algo más allá de su comprensión, algo que lo observaba desde el abismo. Los susurros continuaban, no en forma de amenazas, sino como recordatorios de que el ciclo de luz y sombra nunca termina.

—¿Lo sientes? —preguntó Marcus en voz baja.

Aiden asintió sin necesidad de palabras. Ambos sabían que no habían derrotado a la oscuridad por completo. Solo la habían contenido, por ahora. El equilibrio alcanzado estaba en constante peligro, y los susurros del ángel oscuro, aunque debilitados, no se habían desvanecido del todo. Se quedarían con ellos, como una advertencia constante de que el verdadero fin nunca llegaba.

—El mundo nos necesita más que nunca —dijo Marcus, con una mirada resuelta.

Aiden lo miró, su rostro cansado pero firme. Sabía que la batalla por el futuro aún no había terminado. El sacrificio de Evelyn les había dado tiempo, pero ahora dependía de ellos proteger ese tiempo, defender el delicado equilibrio entre la luz y las sombras. Aunque los ecos de la guerra resonaban todavía, la posibilidad de un futuro diferente, uno en el que la oscuridad no fuera un enemigo sino parte de un todo, era una idea que se arraigaba más profundamente en su mente.

La guerra por el cielo y la tierra había concluido, pero la lucha por el alma del mundo continuaría en formas más sutiles, más silenciosas. Y así, mientras el sol se alzaba en el horizonte, los dos guerreros se prepararon para lo que el futuro traería.

Porque en los susurros del ángel oscuro, aún quedaba un destino por revelarse.

Susurros del Angel OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora